Este hombre tiene más cara que espalda. El "hombre" es el secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT), Cándido Méndez, amo y señor del sindicato desde que Prim era cabo, y tan pegado al sillón, tan tercamente amarrado, que ningún diluvio, ningún escándalo por grande que sea es capaz de provocar en él un simple amago de dimisión. Contra viento y marea, el tipo resiste, insensible a episodios tan monumentales como los ERES andaluces o los fondos para el empleo, también en Andalucía, que han afectado gravemente al sindicato en la región.
El último escándalo que tiene que ver con el incombustible Méndez y la UGT ha tenido por protagonista a José Ricardo Martínez, secretario de la Unión General de Trabajadores de Madrid, que se ha visto obligado a dimitir tras destaparse el chollo de las tarjetas de Caja Madrid, de las que ha sido beneficiario. Su dimisión, forzada por Méndez para salvar su culo, as usual, ha dejado descabezada y sin rumbo a la UGT de la región, que celebró su congreso hace apenas un año y medio.
El que podría ser sucesor de Martínez, Miguel Ángel Abejón, también figura en la lista de las personas que utilizaron la tarjeta con prodigalidad digna de juzgado de guardia: más de 100.000 euros se pulió el sujeto, de modo que está más que claro que él no puede ser el relevo. Como de costumbre, el gran Cándido no sabía nada...
Abejón, que había sido la mano derecha de Martínez, presentó en el último congreso una candidatura a última hora y sin que nadie lo esperara, incluido su jefe el secretario general. Tras la derrota, abandonó la organización madrileña y se fue a trabajar a la UGT Confederal, en donde se emplea como ‘funcionario’. Como el propio Méndez.
El sindicato convocará en los próximos días un comité regional para intentar consensuar un secretario general. La situación de crisis de la UGT madrileña corre paralela a la de la UGT nacional, crisis que algunos califican de terminal y que hace muy difícil pronosticar lo que pueda pasar en el futuro inmediato, al punto de que hay quien habla de la necesidad de celebrar un congreso extraordinario.
Pero al bueno de Cándido los escándalos y sucedidos le resbalan. Ya pueden salirle al paso Martínez y Abejones varios, que él sigue a la suyo. Tan aficionado a la poltrona, el barbado se dice "aturdido" (sic) tras cualquier bomba informativa, sea en Andalucía, donde las tiene por docenas, sea ahora en Asturias, con motivo de la riqueza sobrevenida del líder minero José Ángel Fernández Villa. El histórico amo del SOMA-UGT está siendo investigado por Anticorrupción tras haber aflorado una fortuna de 1,4 millones de euros.
En este ambiente, en la UGT aseguran que Cándido "está muy tocado”, señal de que no conocen a Cándido o le conocen poco. La tarea inmediata del dueño de la poltrona ugetista consistirá en escuchar a sus colaboradores antes de decidir si permite a Madrid autogobernarse, u opta por mandar un "paracaidista" afecto a la causa desde la central a la UGT madrileña.
Lo que nadie en sus cabales duda es que la UGT, en Madrid y en el resto de España, atraviesa por uno de los momentos más delicados de su historia. En la capital de España, el sindicato ha sufrido dos regulaciones de empleo y mantiene problemas económicos, ello debido a la retirada de los fondos de formación, una de sus fuentes históricas de financiación. Pecata minuta, con todo, comparado con el gran problema que para la organización a nivel global supone hoy un hombre como Cándido Méndez en el puesto de mando.
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