A ellas les gusta llamarse “trabajadoras del sexo” en lugar de prostitutas pero tampoco es esa una definición que las incomode. En 1995, un grupo de ellas se organizaron en torno a Hetaira, un colectivo en defensa de sus derechos para reclamar la normalización de su trabajo, en contra de la criminalización que sufre su actividad, intentando eliminar “la división entre las ‘malas´ (putas) y las `buenas´ mujeres (todas las demás)”, tal y como explican en su página web.
Y a la búsqueda de estos objetivos se reunieron el pasado viernes por la mañana con la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, que las recibió en plena resaca del asedio al Congreso de los Diputados satisfecha por el rotundo fracaso de convocatoria. Este Buscón ha podido saber que las prostitutas se interesaron sobre si su “actividad” va a ser incluida en la Ley de Seguridad Ciudadana o en alguna ordenanza municipal, y si existía el riesgo de ser multadas en el ejercicio profesional. Pero ante todo y sobre todo, la delegada del Gobierno “hizo terapia con ellas, porque lo que realmente quieren es que alguien las escuche”, indican en la Delegación.
No es la primera vez que las prostitutas acuden al despacho de Cifuentes. Porque no todo van a ser asedios al Congreso o escraches, parece que, al margen de la agenda pública, la emergente delegada mantiene contacto con todo tipo de colectivos vecinales, ONGs, comerciantes, asociaciones de padres y representantes de distintos sectores como es el caso de Hetaira. Ya se sabe que hasta una vez acudió a una asamblea de los del 15-M. Eso se llama pulsar el ánimo de la calle.
