El Partido Popular organizó su primer mitin/pegada de carteles de las elecciones del 26J en el Templo de Debot, donde estaba el antiguo Cuartel de la Montaña lugar donde se refugiaron los rebeldes el 18 de julio de 1936 y donde fueron asesinados tras rendirse.
Si nos acercamos más a la historia reciente es uno de los puntos donde el concejal del PP Álvaro Ballarín (hoy diputado), especialista en trocear hasta en 54 contratos una representación, ofrecía ópera a los vecinos de Moncloa.
Parece que la salida del lugar clásico, la calle Génova, tuvo su origen en el deseo de ahuyentar los malos espíritus que parece que afectan al edificio sede del PP. Estuvo la plana mayor del partido, con el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, y también ministros, diputados, consejeros, concejales,…
El ministro de Hacienda apareció antes de que vinieran los pesos pesados del PP e hizo el pasillo hasta la zona VIP como un campeón
Pero la estrella fue, sin duda, Cristóbal Montoro. El ministro de Hacienda apareció antes de que vinieran los pesos pesados del PP e hizo el pasillo hasta la zona VIP como un campeón. Se hizo fotos, selfie y entabló conversación con todo el que le pedía la vez.
Uno de los militantes le dijo: "Bájanos los impuestos", a lo que el contestó que se hace lo que se puede y daba ánimos a todos para que trabajaran para ganar las elecciones. En uno de los corrillos el poderoso Montoro no tuvo otro remedio que reconocer: "Ya sé que soy el malo de la película".
Durante el mitin se bailó el himno merengue del PP única aportación novedosa en un acto al que acudieron miles de mosquitos que, llamados por los potentes focos que apuntaban al estrado, acribillaron a los militantes de las primeras filas.
No faltaron los concejales del Ayuntamiento de Madrid, pero sí la portavoz Esperanza Aguirre, con un compromiso fuera de España. La presidenta de la Comunidad, y de la gestora del PP, Cristina Cifuentes, hizo un discurso largo, lo que parece que obligó a que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, suspendiera el suyo. O al menos, eso es lo que corrió entre los presentes.
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