Tres mujeres cuya vida daría para escribir una cumplida historia de las relaciones de poder en la España de la transición y componer un apasionante 'who’s who' en el que mezclar en las dosis adecuadas poder político con económico-financiero, gran dinero y glamur a espuertas. Tres vidas íntimamente unidas a las de algunos de los hombres más importantes de las últimas décadas de vida española, que tras mucho tiempo en la sombra han vuelto a salir a la luz en este final de año a cuenta de una curiosa nota aparecida el lunes en el diario El País y titulada “Un mercader de armas huido de España acompaña a Juan Carlos I”, firmada por José María Irujo. Hablamos de Genoveva, Cristina y María Fernández-Longoria Brujó, las tres hijas del diplomático Carlos Fernández-Longoria y Pavía, embajador que fue de España en Egipto entre 1985 y 1990.
Las tres casadas con tres tipos de cuidado. Las tres, ahora, separadas. La mayor, Genoveva, popularmente conocida como Veva, contrajo matrimonio con el ya fallecido empresario José Luis Alcocer Torra, hermano del mucho más conocido Alberto Alcocer (y primo de Alberto Cortina), el íntimo amigo y asesor financiero del rey emérito Juan Carlos I, ahora en el exilio de Abu Dabi. José Luis y Veva se conocieron en el despacho madrileño que compartían Enrique Sarasola y Álvaro Álvarez Alonso (más conocido entre sus amigos como “Tripe A”). La vida de Sarasola, quizá el mejor amigo y desde luego el gran financiador de la carrera política de Felipe González, daría para escribir una completa historia del PSOE renacido de sus cenizas tras 40 años de espeso silencio durante el franquismo.
Veva contrajo matrimonio con el ya fallecido empresario José Luis Alcocer Torra, hermano del mucho más conocido Alberto Alcocer (y primo de Alberto Cortina), el íntimo amigo y asesor financiero de Juan Carlos I
Por aquel despacho pasaba con frecuencia José Luis como tantos otros ilustres personajes de la llamada 'beautiful people' felipista, y en aquel despacho trabajaba y trabajó casi como secretaria perpetua Veva Fernández-Longoria. Un final casi obligado en boda, año 1990, entre un empresario a quien, no demasiado aventajado, su poderosa familia acabaría montando una empresa de seguridad muy conocida años atrás, y una mujer muy hermosa que, y esto lo sabe muy poca gente, antes había mantenido un largo 'affaire' con otro personaje no menos conocido de la política española: el poderoso Alfonso Guerra, vicepresidente y número dos del PSOE.
La segunda, Cristina Fernández-Longoria Brujó, contrajo matrimonio con otro pájaro de cuidado, nada menos que con Adrián de la Joya, una auténtica joya esta, sí, íntimo amigo y socio del famoso ex comisario José Manuel Villarejo, el personaje que más ríos de tinta ha hecho correr en la reciente historia de España y lo que te rondaré, morena. Viejo conocido de Mario Conde en sus tiempos de presidente de Banesto y después de Juan Villalonga en sus años al frente de Telefónica, la vida del joya de Adrián se torció para siempre cuando saltó a la luz su vinculación, como investigado, en los casos Atocha, Gürtel, Lezo, Pequeño Nicolás y Tándem. ¿Hay quién dé más? El empresario, a quien Hacienda ha calificado en un informe como el “facilitador de negocios de la jet-set española”, fue arrestado en mayo de 2019 por orden del juez Manuel García-Castellón. Carne de cañón de la Justicia. Y el recuerdo de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Cristina contrajo matrimonio con otro pájaro de cuidado, nada menos que con Adrián de la Joya, íntimo amigo y socio del famoso ex comisario José Manuel Villarejo, y viejo conocido de Mario Conde
La tercera, María Fernández-Longoria Brujó, es quizá la que mayor notoriedad ha alcanzado en la vida pública española en razón a su matrimonio con el “mercader” de armas Abdul Rahman El Assir, cuñado del no menos célebre traficante (en realidad fue quien le enseñó el oficio) saudita Adnan Kashoggi e íntimo amigo tanto de Juan Carlos I como del rey de Marruecos Hassan II. El Assir conoció a María en la embajada de España en El Cairo, donde se desempañaba como embajador su padre, con ocasión de una de las grandes operaciones de venta de material militar español a Egipto.
En realidad, la operación, que acabaría reportando sabrosas comisiones para unos cuantos, vale decir para el inquilino de la Zarzuela, fue obra de Kashoggi y Manolo Prado y Colón de Carvajal, íntimo amigo e intendente del rey Juan Carlos I. Por aquel entonces, El Assir, casado con Samira Khashoggi, ya divorciada de Mohammed Al-Fayed, el dueño de los famosos almacenes Harrods y padre de Dodi, el millonario casanova que conquistó a Diana de Gales, era un “alumno aplicado” al lado de su cuñado.
Fue Kashoggi quien lo instala en Marbella en la década de los 80 y le convierte en el hombre fuerte de sus negocios en España, al situarle al frente de dos de sus empresas, Triad España y Alkantara S.A. Y es El Assir quien coloca a María como su secretaria en Alkantara. De la mano de María y de su poderoso cuñado, el libanés no tardaría en hacerse un hueco entre la elite española de entonces, hasta llegar a lo que un día escribió un diario árabe de él y de su influencia: “desayuna con don Juan Carlos, come con Hassan II y cena con Felipe González”. Pocos años después de su desembarco en España, El Assir dio una patada en el culo a su cuñado y benefactor, algo que Kashoggi acabaría lamentando amargamente: “Gente tonta y ambiciosa como El Assir y Sarasola estropeó mis negocios en España”.
María es quizá la que mayor notoriedad ha alcanzado en la vida pública española en razón a su matrimonio con Abdul Rahman El Assir, cuñado del no menos célebre traficante saudita Adnan Kashoggi
Fue María la que introdujo a Abdul en la alta sociedad española, un mundo que por completo desconocía. Y con gran éxito, por cierto, como revela su estrecha relación –negocios y comisiones aparte- con el rey Juan Carlos, con frecuentes cacerías en los rincones de los Montes de Toledo y Extremadura. La vida del matrimonio El Assir-Fernández-Longoria fue un no parar de hijos (3), lujo, glamur, con casas en Puerta de Hierro, en Sotogrande, en Marbella, en la elitista Gstaad, en la isla caribeña de Mustique. “Aquellas majestuosas veladas en Sotogrande, donde se codeaba con Felipe González o Don Juan Carlos, o las animadas cenas en la madrileña Puerta de Hierro con empresarios de tronío”. Y de repente, Abdul R. El Assir desapareció del mapa. Salió de naja escapando de la Justicia española. Hace tiempo que se le había perdido la pista, pero no la Agencia Tributaria que le acusa de “haber omitido conscientemente” sus ingresos y no haber hecho la declaración del IRPF correspondiente a los ejercicios de 2002 y 2003, dejando de ingresar a Hacienda casi 15 millones de euros. La Fiscalía solicita para él ocho años de cárcel y multa de 90 millones. Sigue en busca y captura.
Ahora, El País acaba de contar que el libanés reside “desde hace meses en Abu Dabi, la capital de Emiratos Árabes Unidos, y acompaña con frecuencia a Juan Carlos I en el complejo privado en el que vive desde su marcha de España en agosto de 2020”. Una amistad recuperada. Y el adiós, mucho antes, a María Fernández-Longoria. Tres auténticas bellezas con vocación de secretarias de dirección y habilidades bastantes para enamorar a sus jefes, vivir vidas de lujo y ser testigos de los mil y un secretos de esta transición española que pocos como ellas han podidos palpar en directo. Tres mujeres y un destino. Tres hermanas, tres vidas, tres divorcios y el ya lejano recuerdo del esplendor en la yerba. Estas mujeres tienen un libro.
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