Hace un par de semanas se celebró en el circuito de Montmeló (Barcelona, España) una de las pruebas del campeonato del mundo de Fórmula 1. La zona VIP del trazado catalán se llena esos días de lo que algunos vienen a llamar 'gente guapa' -los hay feos, pero tienen dinero-. Lo de menos es la competición. Quienes pisan esas alfombras visten sus mejores galas y son cebados a base de champán e ibéricos.
El caso es que a la cita acudió Reyes Maroto, ministra de Industria, Comercio y Turismo del Gobierno de España, a cuyo frente se encuentra Pedro Sánchez. Maroto no fue sola. Se llevo con ella a la familia. Sus dos hijos, uno entrado en la adolescencia y el otro a pocos años de alcanzarla, disfrutaron con ella de la espectacular zona VIP de Montmeló.
Ibai Llanos y Reyes Maroto se cruzaron
También se dejó caer por allí la estrella mediática del streaming, Ibai Llanos. El Mick Jagger de los jóvenes españoles. Dios hecho carne. Una figura que se le atraganta a los periodistas pero que devoran con gusto y en grandes cantidades los mocitos patrios. Ibai y Maroto se cruzaron en un momento dado en la zona VIP. Llanos no reconoció a la ministra al verla y, de hecho, llegó a preguntar abiertamente que quién era. No la conocía. Maroto, sin embargo, sabía de sobra a quién tenía delante.
No hay que olvidar que hablamos de una ministra no llegada precisamente hace dos días. Maroto es de las más antiguas del Gobierno. Lleva desde 2018, inicio de la legislatura de Pedro Sánchez. Figuras como la de Ibai Llanos suelen tener a su disposición -o pueden pedir- listados de asistentes a la zona VIP, por no hablar de que un icono mediático de su talla debería saber quiénes son ministros -puede pasarse por alto, incluso, el desconocimiento de la cartera que lidera-. No deja de ser paradójico que en esta país una ministra sepa quién es un streamer pero un streamer no sepa quién le gobierna.
Ibai sí reconoció a Gerard Piqué, el futbolista del barsa con quien ha compartido micrófono en Twitch, y que recorrió la zona VIP acompañado de sus hijos. O el actor Miguel Ángel Silvestre, que seguramente causó algún que otro desmayo. O quizá fue el calor.
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