El Buscón

¿Qué hacía el ministro aristócrata en las urgencias de un hospital público?

¿Pero ese señor no es un ministro? En la sala de espera de Urgencias del Hospital 12 de Octubre no se lo podían creer. Dado el natural ajetreo de esas dependencias, apenas hay tiempo de fijarse demasiado en quién sale, entra, espera o desespera.

No es Urgencias un lugar para el cotilleo, el chamullo o la confidencia. Hace unos días, sin embargo, se vio sentado en ese recinto del 12 de Octubre, a un señor de elegante perfil, altura considerable, elegante atavío y blanca y bien perfilada barba.

¿Ese caballero no es un ministro?, se preguntó uno de los pacientes que aguardaba para ser atendido. Consultó en el móvil por internet las fotos de los miembros del Gobierno Rajoy y, en efecto, allí estaba. Ese tipo de medidos gestos y conversación prudente era Íñigo Méndez de Vigo, el titular de Educación y Cultura. En persona, ahí estaba, de aspecto tan señorial, aguardando turno, como uno más, en el agitado trasiego de un hospital público. Sin enchufes ni tratos especiales. El ministro más aristocrático y noble del Gabinete acompañaba, según supo luego este Buscón, a un sobrino, que necesitaba atención médica.

Una familia de alcurnia

Méndez Vigo (59 años) no es demasiado conocido, ya que fue la última incorporación al Gobierno, como sustituto del fugado José Ignacio Wert. De familia militar, nació en Tetuán, estudió Derecho, habla tres idiomas, y ha pasado gran parte de su vida profesional, como europarlamentario, entre Bruselas y Estrasburgo. Matrimonió con la hija del marqués de Albayda, prima de Pedro Morenés, actual ministro de Defensa y de Borja Prado, presidente de Endesa.

La familia del ministro, sin llegar al despliegue de títulos nobiliarios y de altas dignidades aristócratas de su esposa, tampoco es de andar por casa. Empezando por su madre, condesa de Areny, o su abuela, que era baronesa de Claret, el título que heredó su nieto. Además, su tía era nada menos que Carmen Díaz de Rivera, estrecha colaboradora de Adolfo Suárez y conocida, dada su inteligencia y belleza, como ‘la musa de la Transición’. Su hermana es la 'número dos' del CNI. Casi nada.

No quería Méndez Vigo ser ministro. Total, para unos meses. Pero Mariano Rajoy le convenció. Nadie quería ‘comerse el marrón’ de aplicar la Ley de Educación que Wert dejó aquí colgada. No le supo decir que 'no' a su presidente y ahí está, aguantando el chaparrón, con enorme habilidad y mesura en un cometido imposible. Y con tanta paciencia como la demostró la otra tarde en la sala de espera del centro médico.

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