En teoría, los avances tecnológicos llegan a nuestra vida para facilitarnosla. Sin embargo, en más de una ocasión se empeñan en hacernos jugarretas. Y de esto último no se libra ni esa señora de balanza en mano y visión tapada que es la Justicia. Ni siquiera cuando ésta se imparte en ese tribunal que, se supone, debería estar a la última en cuestiones informáticas: la Audiencia Nacional. Ocurrió el pasado mes de abril y, a estas alturas del verano, aún no se ha podido solventar. Lo que debía ser la grabación sonora de la declaración de uno de los más de cien imputados del 'caso Gürtel' es aún hoy una acumulación de ruidos que ni los expertos de la Policía científica han conseguido desenmarañar.
Consecuencias: no sería descartable que el juez Pablo Ruz, que bastante apretada tiene ya la agenda de su Juzgado Central de Instrucción número 5, tenga que buscar un hueco en la misma para volver a llamar a dicho imputado e interrogarle de nuevo. Si su señoría se lo permite, este Buscón le recomendaría que en esta ocasión utilice el 'truco' que emplean los periodistas para evitar disgustos similares cuando realizan entrevistas en las que no quieren que se les escape ni una sola palabra: registrar el interrogatorio con dos grabadoras. Más vale prevenir...
El incidente tecnológico que nos ocupa se produjo el pasado 10 de abril. Ese día acudió a declarar a la Audiencia Nacional Ángel Sanchis, extesorero de Alianza Popular, amigo reconocido de Luis Bárcenas y empresario propietario del latifundio de limones en Argentina que tanto está dando de hablar. Sanchis había sido citado por el instructor del 'caso Gürtel' como imputado para que aclarara las idas y venidas de importantes cantidades de dinero desde las cuentas suizas del extesorero ahora encarcelado y las que en EEUU tienen varias empresas uruguayas y argentinas relacionadas con la familia del primero.
Ni la Policía consigue 'limpiarla'
La declaración se desarrolló con aparente normalidad: el imputado rechazó las acusaciones y la Fiscalía puso en duda las explicaciones de créditos que esgrimió. Todo ello quedó registrado en teoría en el sistema de grabación que se utiliza para estos menesteres en la Audiencia Nacional y que evita tener a una persona dándole a las teclas del ordenador mientras se realiza el interrogatorio. Además, con él se gana en fiabilidad pues deja constancia exacta de los dicho durante el mismo.
Claro que, en ocasiones, esto no es así... y ese día fue uno de ellos. Cuando fechas más tarde se fue a transcribir la declaración del extesorero de la antigua AP, los encargados de la misma se encontraron que lo que debía ser una grabación con preguntas y respuestas era en realidad una sucesión de ruidos de la que lo único que se podía extraer en claro era un dolor de cabeza para quien la intentase escuchar. El juez Ruz envió la misma a la Policía Científica para que 'limpiase' la misma y, así, poder tener constancia de lo dicho aquel día, pero los agentes expertos en estos menesteres sólo han podido eliminar una parte de tanto bbrrrgrrbrrrrgggrrrrr que se oye.
Por lo tanto, la única constancia que a día de hoy existe de aquella declaración son las anotaciones 'subjetivas' que abogados y fiscales tomaron de aquel interrogatorio, y cuyo valor probatorio es, lógicamente, nulo. El abogado del empresario propietario del célebre latifundio de limones ya ha pedido en un par de ocasiones solventar esta situación que, en su opinión, provoca indefensión a su cliente. Queda, por tanto, en manos del juez Ruz la decisión de volver a convocar al imputado para interrogarle de nuevo sobre los mismos temas y algún otro que haya surgido en el transcurso de las investigaciones desde aquel 10 de abril. Si finalmente lo hace, este Buscón le puede dejar un par de grabadoras de las que utilizan en su trabajo los periodistas de Vozpópuli para que no vuelva a sufrir una jugarreta de la tecnología