Leopoldo González-Echenique decidió dimitir como presidente de Radio Televisión Española (RTVE) el pasado fin de semana. Y así se lo hizo saber a sus más inmediatos colaboradores. Para no levantar sospechas les citó a las nueve y media de la noche en el conocido restaurante madrileño José Luis, ubicado en la calle San Francisco de Sales, muy cerca del metro Islas Filipinas y el Hospital Clínico San Carlos.
Allí les explicó que estaba muy dolido con el Gobierno y que pensaba dimitir durante la semana. En principio los asistentes pensaron que la salida sería el lunes, teniendo en cuenta que ese día estaba previsto un decisivo consejo de Administración de la Corporación y, además, que el martes debía comparecer en el Congreso de los Diputados. Uno de los asistentes le preguntó si tenía idea de quién le podría sustituir. Pero no hubo respuesta clara por su parte.
Entre otras cosas, Echenique se quejó de las zancadillas que había recibido del ministro de Industria, José Manuel Soria, y del titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, al que citó varias veces con gesto contrariado. Explicó a los presentes que también había perdido el apoyo de su tradicional aliada, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, lo que hacía imposible su continuidad.
Después de una hora de explicación, el hoy expresidente de RTVE abandonó José Luis, pero sus compañeros se quedaron un rato más a comentar el jugoso encuentro que acababan de mantener. La única mujer presente se lamentaba de la situación de González-Echenique, quien, a su juicio, se había dejado la piel en el empeño. "Me da pena lo sucedido", llegó a decir. Otro tema de la conversación fue cómo se iba a manejar la información que les había proporcionado su jefe. No muy bien, dado que el lunes Vozpópuli ya informó sobre los planes de Echenique para abandonar la casa...
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