En un momento en que medio PSOE está convulsionando ante el proceso de blanqueamiento de Bildu, lo peor que le podía pasar a Pedro Sánchez es que se hable de Alfredo Pérez Rubalcaba. Y eso es justo lo que va a suceder en apenas unos días, cuando se publique el 26 de noviembre una biografía sobre el político socialista escrita por Antonio Caño, quien fuera director de El País entre 2014 y 2018.
'Rubalcaba. Un político de verdad', se titula el libro editado por Plaza & Janés. En sus páginas se glosa su figura y se incluye información inédita sobre el fin de ETA o su turbulenta relación con Sánchez. Y es que Rubalcaba fue una pieza clave en el diseño y puesta en marcha de la estrategia legal que acabó con la banda terrorista, cuyo punto inicial fue el pacto de Estado alcanzado con el Partido Popular en tiempos de José María Aznar.
Primero desde la oposición y luego desde el Gobierno como ministro del Interior, Rubalcaba participó en la operación que ilegalizó Batasuna, asfixió las finanzas de todo el entramado abertzale y acabó finalmente con la violencia. Fue una derrota sin paliativos del terrorismo y una victoria del Estado de Derecho, y esa era precisamente la mayor preocupación de Rubalcaba en los meses previos a su muerte: impedir que se impusiera otro relato en los libros de Historia.
A nadie le extrañaría que Rubalcaba se estuviera retorciendo desde la tumba al contemplar cómo un presidente del Gobierno, y para más señas líder del PSOE, está dando alas de nuevo al mundillo etarra
Por tanto, a nadie le extrañaría que Rubalcaba se estuviera retorciendo desde la tumba al contemplar cómo un presidente del Gobierno de España, y para más señas líder del PSOE, está dando alas de nuevo a todo ese mundillo, tratándoles de tú a tú, otorgándoles carta de naturaleza como demócratas y, para colmo, mirando para otro lado mientras se pavonean diciendo que están en Madrid "para destruir el sistema". Ese sistema del que Rubalcaba siempre fue una pieza esencial y que en todo momento trató de sostener.
Rubalcaba, despedido
Caño compartió muchas horas con Rubalcaba, sobre todo en su etapa como director de El País, ya que el político socialista formaba parte de su Comité Editorial, actividad que compaginaba con sus clases en la universidad, donde se reincorporó tras abandonar la política.
Precisamente, Caño, que mantenía una relación complicada con Sánchez, fue destituido de la dirección del periódico de Prisa la primera semana de junio de 2018, apenas unos días después de prosperar la moción de censura que el líder socialista presentó contra Mariano Rajoy tras publicarse la sentencia de 'Gürtel'.
Su sucesora fue Soledad Gallego-Díaz, quien procedió de inmediato a eliminar cualquier rastro de Caño en el periódico. El lunes 11 de junio, en su primer día de trabajo, la nueva directora despidió a los siete periodistas más importantes del equipo de Caño: los directores adjuntos José Manuel Calvo y David Alandete; el adjunto al director, Javier Ayuso; el director de Opinión, Nacho Torreblanca; el director de América, Luis Prados; la subdirectora Maite Rico; y el redactor jefe de España, Álvaro Nieto.
A la mañana siguiente, y como todos los martes, se tenía que celebrar la reunión del Comité Editorial, órgano al que pertenecían algunos de los despedidos y personalidades relevantes como Rubalcaba. Y ese día Gallego-Díaz también pasó la guadaña y despidió sin piedad al político cántabro.
Curiosamente, un año después, cuando Rubalcaba sufrió un ictus, la directora de El País fue de las primeras en plantarse en el hospital, ante el asombro de la familia. Murió a las 24 horas. Su capilla ardiente fue instalada en el Congreso de los Diputados y miles de ciudadanos guardaron cola para rendirle homenaje. Allí también estuvieron, de nuevo en lugar preferente, tanto Sánchez como Gallego-Díaz, para estupor de los más cercanos al fallecido, conocedores de los antecedentes y de las opiniones de Rubalcaba sobre ellos. Y algo de eso es lo que va a desvelar Caño en su nuevo libro.
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