Desde hace más de 25 años toda reforma que se ha querido hacer de la Policía de Madrid de arriba a abajo ha terminado con bronca. En una ocasión acabó con un grave enfrentamiento a golpes entre los agentes locales y la Policía Nacional que pudo terminar en tragedia.
Hace nueve meses llegó al poder un grupo que pregonaba el diálogo con la ciudadanía y con los funcionarios para arreglar los problemas. El diálogo era la base de todo. La policía municipal necesita un cambio radical. Pero los que han hablado hasta hartarse de diálogo han comenzado la reforma sin hablar: ordeno y mando.
El Ayuntamiento de Madrid anunció este lunes que abrirá una investigación por si trescientos policías cometieron un delito de odio contra su jefe, el concejal de Seguridad, Javier Barbero, tras unos incidentes que se produjeron en la calle Mayor. Barbero iba acompañado por el director general del cuerpo, Andrés Serrano.
La asociación APMU, organización no convocante de la manifestación, rechazó cualquier intento de politización
Los funcionarios habían sido convocados por dos sindicatos para protestar por la decisión unilateral de disolver las UCS, una policía especializada en concentraciones. Las fundó Pedro Calvo, un concejal del PP, y se le llamaron los antidisturbios de Gallardón. Se utilizaron en los desahucios y el equipo de Carmena les tenía apuntada la matrícula. Se ha disuelto una de las dos unidades y estaba en capilla la otra.
Sin embargo, este lunes el sindicato CSIF llegó a decir que había logrado que el concejal de Seguridad paralizara la disolución de la segunda unidad de las UCS. Esta noticia no ha sido confirmada por el Ayuntamiento. Los agentes recibieron la promesa hace unos meses de que iban a cobrar unos 600 euros por compensar unas jornadas de verano. La Intervención del Ayuntamiento no lo ha considerado legal y los 600 euros no se van a pagar.
Disolución de una unidad, impago de 600 euros, pase de lista en otra comisaría, nombramiento de nuevos jefes de fuera del cuerpo… han calentado a estos empleados públicos que cuando protestan lo hacen en serio. El concejal Barbero no lo sabía, su director general, miembro del cuerpo, sí.
El coche oficial
Al término de la comisión de Seguridad el concejal y su número dos salieron a la calle Mayor a coger el coche oficial (sí tienen coche oficial). Pero el vehículo quedó atrapado en un pequeño atasco. Los dos responsables policiales pasaron por delante de los manifestantes que debieron pensar que ese paseo era una provocación.
Comenzaron los insultos: “Hijo de puta”; “Fascista”; “Rojo de mierda”, “Borde”… Los gritos de “fuera, fuera”, fueron a más y Barbero y Serrano se tuvieron que meter en un bar. A la salida volvieron los abucheos e insultos hasta que el coche oficial rescató a los dos responsables policiales. Posteriormente se produjo la clásica polémica de que si los policías nacionales no protegieron al concejal. El edil tiene por ley protección de sus propios funcionarios.
APMU emplazó a la Corporación a "reconducir su actitud hacia la Policía Municipal de Madrid"
La asociación APMU, organización no convocante de la manifestación, rechazó cualquier intento de politización “de lo que entendemos es exclusivamente una protesta laboral determinada por desacuerdos en la gestión del cuerpo”.
“Este tipo de protestas –señalan- se han realizado con otras corporaciones de distinto signo político y nos parece absolutamente reprobable que el concejal actual intente hacer ver a la opinión pública, que son razones ideológicas lo que movían a nuestros compañeros y no laborales, como en realidad ha sido”. APMU emplazó a la Corporación a “reconducir su actitud hacia la Policía Municipal de Madrid, escuche a los profesionales y no imponga criterios ideológicos a operativos”.
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