El Buscón

La placa de la Plaza del Caudillo de El Pardo: “Para que la quite un rojo, me la llevo”

    

El Ayuntamiento de Madrid, que preside Manuela Carmena, aprobó el pasado mes de diciembre el cambio de las primeras 30 calles franquistas de la ciudad a las que se les retirará la placa en las próximas semanas y se sustituirán por otros nombres. Pero algunos ciudadanos ya se han adelantado en lo que parece que se va a convertir en una carrera por hacerse con un objeto de coleccionismo urbano o simplemente un recuerdo del franquismo.

En el Pardo, distrito donde el dictador Franco tenía su palacio, una persona se ha subido la noche del día 5 de enero al tejado de un restaurante y ha arrancado la placa con el nombre que no era otro que el de "Plaza del Caudillo". El fan del dictador dejó un cartón explicando que para que se la llevara "un rojo" prefería cogerla él. Este espacio no se llamará "de la amnesia histórica" como proponía el anónimo, sino Plaza de El Pardo.

El Ayuntamiento de Manuela Carmena comenzará en el segundo trimestre del año la retirada y colocación de las denominaciones con los nombres de las primeras 30 calles rebautizadas. Luego vendrán otras que saldrán del Plan Integral de Memoria de Madrid, que pretende ser una adecuación de la Ley de Memoria Histórica para la capital de España.

El Ayuntamiento comenzará en el segundo trimestre del año la retirada y colocación de las denominaciones con los nombres de las primeras 30 calles rebautizadas

Además de los nombres de calles franquistas también se van a retirar lápidas como la de José García Vara (fundador de la Central Obrera Nacional Sindicalista, en la calle Arrieta, 4), el monolito al Alférez Provisional (plaza de Felipe IV), la lápida a los Caídos de Chamartín de La Rosa (plaza de Duque de Pastrana), el monumento a los mártires de la Sacramental de San Isidro en el paseo Ermita del Santo y la placa a los Hermanos Falcó y Álvarez de Toledo, en el distrito de Barajas. No es de extrañar, pues, que los coleccionistas acudan en las próximas noches a estas calles para hacerse con un recuerdo del paso de Franco por la geografía madrileña.

Uno de los primeros que derribó una placa con el martillo y el cincel fue el escritor Fernando Sánchez Dragó que en tiempos de Alberto Ruiz-Gallardón (2006) quitó de una calle el nombre de Juan Pujol, que fue jefe de Prensa de la Junta de Burgos y puso el de su padre, Fernando Sánchez Monreal. Su padre fue asesinado por unos falangistas que, al parecer, obedecían a Pujol. La placa fue repuesta al día siguiente.

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