Son el jefe de Gobierno y el líder de la oposición que mejores relaciones personales mantienen desde que Adolfo Suárez y Felipe González cultivaron también al inicio de la Transición unos vínculos que no se conocieron hasta mucho tiempo después de que el segundo llegara a La Moncloa. Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba hablan mucho más de lo que parece aunque ambos se cuidan mucho de filtrar estas conversaciones. La última de ellas tuvo lugar a mediados de la semana pasada cuando el presidente descolgó personalmente el teléfono para llamar al móvil del líder de la oposición, en esta ocasión con el fin de darle el pésame por el fallecimiento de Katia Lissavetzky, hermana del portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, Jaime Lissavetzky, e íntima amiga también de Rubalcaba.
El secretario general de los socialistas reconoce que ha agradecido mucho la llamada del presidente, quien presenció el pasado miércoles como Rubalcaba abandonaba el hemiciclo del Congreso visiblemente emocionado, renunciando a hacerle en la sesión de control una pregunta sobre el futuro de las pensiones. Cuando finalizaba el debate sobre el plan nacional de reformas, Lissavetzky comunicó al líder socialista la muerte de su hermana y éste decidió ausentarse del hemiciclo para acudir a su domicilio y acompañarle en el duelo.
Según Rubalcaba, en esta conversación con el presidente, como es lógico, no se abordaron asuntos de actualidad política. El jefe de Ferraz suele mostrarse esquivo cuando los periodistas le preguntan por sus diálogos privados con Rajoy, por dos razones: porque cree que la situación del país es lo suficientemente delicada como para mantener hilo directo con La Moncloa sin tener que darle publicidad y también porque ve lógico que el enfrentamiento político no impida mantener una buena relación personal. De hecho, hace solo un mes que Rubalcaba exigió públicamente la dimisión del presidente por el ‘caso Bárcenas’.
Katia Lissavetzy fue enterrada el jueves en el madrileño cementerio de La Almudena. Apenas tuvo protagonismo público y era profesora de Creatividad Publicitaria en la Universidad Rey Juan Carlos. La amistad de Rubalcaba con los dos hermanos se remonta a su juventud. Al entierro asistió el líder socialista, acompañado de su mujer, Pilar Goya.