El Buscón

Hacienda y los españoles que dicen residir en el extranjero viviendo en España

   

Hacienda está apretando las tuercas, literalmente pisando los talones, a algunos ricos españoles que en los últimos tiempos se han organizado la vida para figurar como residentes en el extranjero a efectos fiscales y no pagar impuestos -o hacerlo en menor cuantía-, aun pasando largas temporadas en Madrid, Barcelona o Baleares, jugando con la teórica prescripción de los eventuales delitos y aun a riesgo de exponerse a ese as bajo la manga que siempre se guarda Hacienda, la imputación penal por “blanqueo”, cosa que prescribe a los 10 años.

Apellidos ilustres como Carceller, Thyssen o Aristrain se juntan con otros de menos lustre, empresarios hechos a sí mismos, caso de los hermanos vascos Mate o el mallorquín Pedro Pueyo, ya aludido por este Buscón. Tita Thyssen y su hijo Borja están en el permanente punto de mira de la Agencia Tributaria: casas en Lugano, Sant Feliu de Guíxols o en el elegante barrio de Pedralbes de Barcelona, un regalo este de madre a hijo, aunque él prefirió una lujosa villa en Ibiza que vendió cuando atravesó por “estrecheces económicas”.

Entre otras muchas “residencias”, Aristrain posee el edificio que ocupa la embajada inglesa en Madrid y un palacete en Sevilla

Las familias Carceller y Aristrain han sido siempre amantes de la discreción. Los Carceller, propietarios de Damm, saltaron a la fama de la letra impresa cuando decidieron apoyar los sueños de grandeza de Luis del Rivero, presidente de Sacyr, en Repsol y demás. El cabeza de familia de los Carceller está siendo investigado por supuesta simulación de residencia en otro país, a pesar de pasar casi todo su tiempo en España, lo que le habría servido para ahorrarse fuertes sumas en impuestos.

José Manuel Aristrain, separado y sin hijos, no se queda atrás en cuanto a dudosa residencia se refiere. Suyo es el chalet más caro e impresionante de Gstaad, en los Alpes suizos, donde pasa largas temporadas, y tiene como invitados a millonarios de todo el mundo, entre ellos a los aquí citados. Entre otras muchas “residencias”, el empresario posee el impresionante edificio que ocupa la embajada inglesa en Madrid y un palacete en la calle Zaragoza de Sevilla.

El caso de Pedro Pueyo

Otro personaje con varias y dudosas residencias es Pedro Pueyo, un mallorquín que viaja gran parte del año por aguas mediterráneas a bordo de alguno de los dos grandes yates que posee, mientras el resto del año lo pasa en Méjico, donde es propietario de 12 hoteles radicados en el área de Cancún. Mientras intenta esquivar la residencia española, su familia –mujer y 3 hijos- han vivido los últimos 15 años entre dos magníficas mansiones en territorio español, una situada en el municipio de Sant Vicente de Montalt, Barcelona, y otra en Pozuelo de Alarcón (Somosaguas), en Madrid.

¿Por qué tanta casa alrededor del mundo, si al final pasan más tiempo en España que fuera de ella? 

La primera, Mas Missé, una antigua masía de 4.000 m2, que está considerada la casa más bonita del Maresme, fue objeto de una remodelación, obra del arquitecto Oscar Tusquets, que costó más de 26 millones de euros. La casa, era propiedad de Inmobiliaria Valdetesa S.L., a su vez propiedad de una sociedad holandesa. Valdetesa se escindió tras sufrir una investigación fiscal por IVA que sigue en curso, momento a partir del cual la mansión pasó a ser propiedad de Barcelonska SL. La misma estructura posee su casa en la capital, que pertenece a la sociedad Rousmery Global S.L, que a su vez depende de una “holding” en Holanda y Suecia.

¿Por qué tanta casa alrededor del mundo, si al final pasan más tiempo en España que fuera de ella? Algunos españoles compran casa y tierra a miles de kilómetros, decididos a cruzar el charco y “hacer las Américas”. Luís Bárcenas, junto a su mujer, Rosalía Iglesias, y otros amigos –algunos de ellos también vinculados al PP, como su “socio” y ex tesorero del partido, Ángel Sanchís- son dueños de La Moraleja, una enorme finca argentina valorada en unos 70 millones de dólares y situada en la región de Salta, finca que emplea a más de 1.700 trabajadores y pertenece a la sociedad Hidronorte, de la que todo el grupo de amigos es accionista.

Casas y fincas en Argentina y México

Pero Bárcenas no es el único con espectaculares tierras en ultramar. Es el caso de “Villa Atuel”, 50.000 hectáreas en el corazón de la provincia de Mendoza, también en Argentina. La finca, explotada por la sociedad Villa Atuel S.A, pertenece a Hacienda Tupungato S.A, que a su vez depende de una compañía holandesa, y cuyo verdadero dueño es, de nuevo, Pedro Pueyo. Parece ser que esta finca ha sufrido en los últimos tiempos un total abandono por parte de sus dueños, que la controlan desde Cancún, donde está el grueso del negocio de Pueyo.  

Curiosamente, ninguno de los propietarios de estas espectaculares fincas figura como tal sobre el papel, no obstante, Hacienda suele llegar a dar con el dueño del “tesoro”

De menores dimensiones, pero también al otro lado del charco y con similares entramados societarios son las fincas que se atribuyen a Gerardo Díaz Ferrán (hoy en la cárcel de Soto del Real, Madrid) en el municipio de Los Cabos, México, y que este diario destapó. Los tres lotes de tierras estaban a nombre de una empresa local llamada Desarrolladora Saclol SA, cuyo representante es Gerardo Díaz Ferrán Santamaría, hijo del ex propietario de Marsans.

Todo saltó cuando una querella –que sigue su curso en el Juzgado de Instrucción nº 6 de la Audiencia Nacional- interpuesta por Meliá, Orizonia, AC Hoteles y Pullmantur contra Díaz Ferrán y sus socios, destapó que tras la compra en 2007 de la holandesa Ubert Real Estate por 35 millones de dólares, Díaz Ferrán y su entonces socio, el fallecido Gonzalo Pascual, dejaron un contrato de reconocimiento de deuda de 27 millones de euros, que garantizaron con tres fincas mexicanas. Curiosamente, ninguno de los propietarios de estas espectaculares fincas figura como tal sobre el papel, no obstante lo cual, los inspectores de Hacienda suelen llegar a dar, tirando del hilo, con el dueño del “tesoro”, normalmente escondido en esos paraísos latinoamericanos hoy tan de moda. 

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