El mundo de los medios de comunicación también está lleno de cráneos privilegiados. Uno de esos seres invisibles que actúan como gurús de casi todo aconsejó a Rizzoli el fichaje de Cristina López Schlichting como directora de El Mundo en sustitución de Pedro J. Ramírez. Se conoce que los italianos de Rizzoli Corriere della Sera (RCS) Mediagroup, propietarios de Unidad Editorial, no tenían muy claro cómo relevar al fundador del rotativo. Y, por ello, decidieron contratar a una de esas firmas de headhunters que pueden asesorar a cualquier empresa sobre casi cualquier puesto vacante, con independencia de si la compañía en cuestión posee o no expertos en el sector. La recomendación no convenció del todo a los transalpinos, que finalmente apostaron por colocar en el puesto a Casimiro García-Abadillo.
Pedro J. era demasiado incómodo para determinados poderes y en Rizzoli tomaron la decisión de sustituirle unos meses antes de que se precipitase el despido. Y, según algunas fuentes de este Buscón travieso, resulta que tuvieron la brillante idea de encargar a una firma de caza talentos la selección de un director a la altura del saliente. Curiosa forma de proceder en este negocio del periodismo. Quizás es que en Milán, sede del grupo RCS Mediagroup, no se fiaban del todo del buen juicio de Antonio Fernández-Galiano, presidente de la antigua Unedisa, para tomar semejante decisión. O quizás solo querían contrastar diversas opiniones...
El caso es que, aunque ustedes no se lo crean, para estos asesores de otra galaxia la presentadora de COPE era la candidata ideal para dirigir el rotativo. ¿Y los motivos de este consejo? Pregunten ustedes a los autores intelectuales de esta idea, si es que los encuentran. Porque ya se sabe que estos expertos no dejan rastro. Y más cuando su recomendación es desechada. A simple vista, no parece que Cristina López Schlichting, conservadora de tomo y lomo, encaje demasiado en el ideario liberal de El Mundo. Acaso los headhunters que asesoraron a los propietarios de Unidad Editorial pretendían un viraje ideológico. Tal vez supusieron que la presentadora de la cadena de los obispos podría imponer una línea más amable con el Gobierno de Rajoy.
Hechos son amores y no buenas razones. Los mandamases de Unidad Editorial decidieron no seguir el consejo de los cazatalentos y optaron por la opción más sencilla y previsible. Ahí anda García-Abadillo enfrascado en la imposible tarea de sustituir al genuino Pedro J., quien, por cierto, ya amaga con crear su propia cabecera. Como ni las ventas ni los ingresos publicitarios remontan, el escenario más probable es que El Mundo acabe vendido o fusionado en unos meses. Quizás es que también el despido de Pedro J. fue idea de uno de estos infalibles cazatalentos.
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