Era su última oportunidad. Y la dejó escapar. La alcaldesa saliente de Madrid, Ana Botella, no acudió a dar la salida de la tradicional San Silvestre Vallecana la pasada Nochevieja. La prueba, que el propio ayuntamiento de la capital define como "la mejor carrera de fin de año del mundo”, está entre las mejores competiciones populares y profesionales del planeta y en la noche de fin de año compite con la más famosa, la de Sao Paulo, en Brasil. La propia Botella se despachaba en elogios hace solo unos días hacia esta competición en la que participan más de 40.000 ciudadanos, entre inscritos oficiales y espontáneos que corren sin pagar la inscripción.
Pese a considerarla un "emblema" de la ciudad que todavía dirige, la alcaldesa no cosideró oportuno acudir a la salida de la prueba
Pero aunque la regidora madrileña, con su desparpajo habitual, consideró "una gran idea despedir el año haciendo deporte", no le pareció tanto el acudir a dar la salida a la última edición de la prueba antes de su despedida del Ayuntamiento. Tampoco fue suficiente para ella que la San Silvestre sea "un verdadero emblema y un orgullo para la capital” y “una seña de identidad de Madrid”, como ella misma se encargó de proclamar.
De las bromas a los abucheos
Botella llegó a dar la salida de la prueba el primer año de su mandato, en 2012, nada más ser nombrada alcaldesa. No tuvo problemas e incluso bromeó y dio la mano a decenas de participantes en una gran jornada festiva.
Sin embargo, a medida que la crisis se fue agudizando, la regidora madrileña comenzó a ser silbada en numerosos actos por sus detractores. Una de esas pitadas, en la entrega de premios tras la llegada de la Vuelta a España en 2013, fue monumental. Tras ese traumático episodio, Botella decidió no acudir más ni a la prueba ciclista ni a la San Silvestre.
Este pasado miércoles no fue una excepción. Ni la alcaldesa, ni la vicealcaldesa, Concepción Dancausa, ni el concejal de Deportes, Pedro Corral. Fue la edil Patricia Lázaro la encargada de dar la salida a la prueba y su compañera Eva Durán, la que entregó los trofeos en Vallecas, donde finalmente no hubo ningún silbido. Pero Botella no quería dar pie a la más mínima oportunidad de volver a ser humillada. ¿Miedo escénico, tal vez?
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