Javier Creus es estratega y líder de opinión en el ámbito de la economía colaborativa, los modelos abiertos de negocio P2P y la innovación ciudadana. MBA por la Esade Business School, la Stockholm School of Economics y la NYU Stern School of Business, es fundador de Ideas for Change y creador del proyecto @Pentagrowth, metodología de las cinco palancas de crecimiento exponencial de las organizaciones. Anteriormente, trabajó como planeador de estrategia, fue el co-fundador de la incubadora de Digital Mood y del espacio multidisciplinario @Kubik y ejerció como profesor de marketing en ESADE. Es co-autor del libro No somos hormigas: Un libro sobre nosotros, los humanos, consejero de OuiShare y secretario de la Open Knowledge Foundation en España.
‘Ideas for Change’ acaba de publicar el “Informe Obseratorio de Capacidades Emergentes” ¿Cuál es el objetivo?
Hemos extraído documentación de más de 150 iniciativas empresariales en su adaptación a la emergencia global de la COVID-19, que no son todas, pero son suficientes para comprender el cambio que se está produciendo. Hemos analizado cómo han emergido los usos de tecnologías, formas de organización y capacidades ciudadanas que estaban latentes, pero no se habían manifestado. El objetivo es reflexionar sobre cómo integrar estas nuevas capacidades en las estrategias de salida a esta crisis a corto plazo, así como en la reformulación de los modelos de negocio a medio plazo.
¿Cómo ha sido el proceso de trabajo?
Intensísimo. Se ha puesto en marcha una energía colectiva inagotable, que se desarrolla día a día. Acabamos de hacer un webinar con Acció con más de 600 personas conectadas, donde hemos batido su record de participación en eventos. También otro webinar multitudinario con Madavi, the Yes Company. Ha sido brutal. Seguimos debatiendo y aprendiendo.
¿Estamos viviendo en una nueva realidad?
Se ha configurado una percepción distinta de nuestra experiencia en el mundo: el espacio, el tiempo, los demás. La percepción del presente y el mapa sobre del futuro se ha transformado. Nuestro espacio personal, el hogar, se ha desdoblado en oficina, escuela, clínica y gimnasio. El espacio público tiene el acceso restringido.
Ahora ¿lo que no es casa es aeropuerto?
Sí. Y necesitas un pasaporte, un billete y un motivo para ocuparlo, porque las fuerzas de seguridad te lo pueden exigir en cualquier momento. El tiempo es ahora continuo. No hay transiciones, no nos trasladamos entre actividades y, como en la película El día de la marmota, un día es igual al otro. No existen los fines de semana ni las vacaciones como tales.
Se ha puesto en marcha una energía colectiva inagotable, que se desarrolla día a día
Entonces ¿estamos en una distopía?
No. Fijémonos en los nuevos valores emergentes que se muestran en el informe. En el ámbito social, han cambiado los valores y prioridades personales y colectivas, se han creado nuevas comunidades de ayuda mutua. En el ámbito económico, se han estructurado nuevos ecosistemas empresariales colaborativos. Ha sido una demostración impresionante de plasticidad social y ciudadana.
¿Qué conclusiones han sacado?
En estos momentos, la principal conclusión es que había unas reservas de productividad oculta en la economía y también había una reserva de felicidad oculta en nuestros corazones. Parece una idea sufí…Pues sale de un Webinar y de un Informe Observatorio
¿En qué década hemos entrado ahora? ¿En el 2050?
En muchos aspectos hemos avanzado 4 décadas. Ahora, anticipémonos lo suficiente. Porque antes, veíamos el Ferrari de la nueva realidad por el retrovisor, pero ahora tenemos el Ferrari en el cogote porque la disrupción está aquí. Es el momento de inventar, o de reinventar lo que tenemos. La salida de esta situación será una mezcla de lo mejor del mundo que teníamos y lo mejor de la energía, de la velocidad y la frescura del mundo que está surgiendo ahora. Esa es nuestra tesis
Es imposible volver a donde estábamos, pero también es imposible hacer un cambio de 180 grados
¿Viviremos un cambio radical?
Es imposible volver a donde estábamos, pero también es imposible hacer un cambio de 180 grados. A una sociedad o a un portaviones no le puedes dar un giro tan brusco. Pero un giro de 5 grados, si es mantenido a lo largo de los años, es un cambio radical. Por ejemplo, el otro día le comentaba a Renfe que si a partir de ahora en todas las empresas se teletrabaja un día a la semana, el efecto en el mercado de viviendas, en la calidad del aire o en el transporte público será tremendo. Yo creo que viviremos un cambio radical.
¿Qué tipo de cambio radical será este?
La crisis del 11 S introdujo la sociedad del control. La crisis del 2008 fue financiera y sorprendió a los ciudadanos y empresas en una posición pasiva. En esta crisis, lo que hemos demostrado es una capacidad de innovación tecnológica y ciudadana de una plasticidad brutal. Frente a los augurios de un descenso del 15% del PIC, emerge una reserva de productividad oculta. Todo el mundo se ha dado cuenta de que ahora mismo se puede hacer más con menos, y mejor.
¿Va a costar este cambio muchos cierres empresariales?
Claro que van a desaparecer muchos negocios y muchos empleos. Pero lo que quede va a funcionar a otra velocidad de reloj.
En esta crisis, vemos que los que resuelven la situación son sistemas formados por las empresas, el sector público y los ciudadanos, que tienen capacidad de arrastre y que se adelantan
¿Qué pueden aportar en estos momentos los modelos de negocio Pentagrowth?
Pentagrowth nace del análisis de datos de 50 organizaciones que habían crecido más del 50 por ciento en usuarios e ingresos durante cinco años seguidos, desde el 2015. Desde entonces lo hemos aplicado como método de consultoría e grandes organizaciones: Telefónica, Adeo, SEAT, Cámaras de Comercio de Colombia, etc. Ahora, es un formato en cuatro pasos que anticipa el tiempo y tiene capacidad de arrastre, porque los negocios son de sistemas y no de empresas.
¿En qué sentido?
En esta crisis, vemos que los que resuelven la situación son sistemas formados por las empresas, el sector público y los ciudadanos, que tienen capacidad de arrastre y que se adelantan. Es cierto que en este momento lo urgente es sobrevivir y, en la medida que se pueda, contribuir a la emergencia social que se nos viene encima. Pero desde ahí es imprescindible analizar cuáles de los activos, de las personas, de los datos, de los ecosistemas, o de los conocimientos pueden contribuir de verdad al nuevo paradigma económico. Igual hay algo que era muy útil en la época anterior, por ejemplo, imaginemos una oficina en la que cabían todos los empleados a la vez. Ahora, si la miramos desde el nuevo punto de vista quizás no tiene valor.
¿Y qué hacemos con ellas?
El paso siguiente es explorar lo que estará disponible en nuestro ecosistema de negocio de manera inmediata. Como el reloj se ha adelantado de esta manera, hay cosas que nadie discute. El teletrabajo, cuando es una via de preservar la salud, ya nadie lo discute. La impresión 3D, desde el momento en que sale en el telediario que salva vidas, ya nadie la discute. Los robots, cuando hay peligro para las personas, ya nadie los discute. La blockchain, para garantizar la privacidad a través de un App de seguimiento, ya nadie la discute.
La impresión 3D, desde el momento en que sale en el telediario que salva vidas, ya nadie la discute
Son muchos factores.
Para combinar todos estos factores, hay que escribir una fórmula que permita crear nuevo valor. Desde hoy, no bastará con mejorar un 10%. Hemos de aspirar a mejorar las cosas el doble. Algo que tenga valor nuevo, con capacidad de arrastre y que crezca acelerado por una palanca emergente, que puede ser la teleconferencia, la realidad aumentada o el tipo de desarrollo que has visto en tu entorno.
¿Será la inteligencia artificial el factor decisivo?
Opino que ahora que llega la inteligencia artificial, que en el fondo es la inteligencia racional al cuadrado, quizás es un momento en el que, en vez de seguir con la pirámide de Aristóteles de la inteligencia optativa, la sentimental o la racional, tenemos que dejarnos de jerarquías y empezar a ver las diferentes inteligencias como un sistema. Lo expongo en mi artículo “Inteligencias las necesitamos todas”. Y está en las ideas de Mancuso, el botánico italiano que propone una nación y una constitución de las plantas con ocho puntos.
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