El Liberal - Opinión

No me importa un comino

"El PSOE ha cambiado de bando y las consecuencias de esa mudanza ni si quiera los propios socialistas saben hasta dónde puede llegar"

Hay una parte de la sociedad española, la formada por los catalanes no independentistas, a los que la gobernabilidad de España no les puede importar un comino. Precisamente porque a la Sra. Bassa y a ERC sí les importa un comino, tal como ha dicho en el congreso.

A casi todos los españoles lo máximo que les va en el gobierno, que hoy ha visto la luz, es su futuro económico personal, que no es poco. Pero hay una parte de españoles, los que viven en la zona cero de este país, que no es Sol sino Cataluña, y que además no son independentistas para los que, lo que ha sucedido hoy en la Carrera de San Jerónimo, va mucho más allá de lo económico, va de sus vidas en global.

Hace pocos meses, tras la publicación de la sentencia a los políticos sediciosos y malversadores, Miquel Iceta y el PSC acudieron a una manifestación convocada por Societat Civil Catalana (SCC), la organización de referencia antiseparatista. El primer secretario de los socialistas catalanes también acudió en otoño de 2017 a una manifestación tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución, como respuesta del estado de derecho a la declaración unilateral de la independencia.

El PSOE cambia de bando

El drama para millones de catalanes no independentistas es que hoy Iceta no podría acudir a esas manifestaciones, dado que si lo hace Sánchez sería desalojado de Moncloa por Bildu y ERC y debería realizar una visita al Palacio del Colchón.

El PSOE ha cambiado de bando y las consecuencias de esa mudanza ni si quiera los propios socialistas saben hasta dónde puede llegar. Pero no auguran nada bueno para millones de catalanes no nacionalistas. La esperanza, consecuencia del discurso del Rey la noche de la aciaga jornada del 3 de octubre en la que por primera vez en décadas millones de catalanes no nacionalistas se sintieron amparados, se ha borrado para no volver en mucho tiempo.     

La primera de esas consecuencias es el desamparo a millones de catalanes no independentistas. No es un tema retorico. Es un tema nuclear. El independentismo, que cree que els carrers serán sempre nostres, los migrantes llegados de Andalucía o Murcia son “colonos” o solo el catalán es “su lengua”, descubrieron un domingo de octubre de 2017 que decenas de miles de catalanes discrepaban de ellos y no estaban dispuestos a ser atropellados por Junqueras, Puigdemont y los Jordis. Ahora Sánchez les ha dicho que mejor que agachen la cerviz y callen. Sánchez ha “empoderado” de nuevo al independentismo, que es una palabra muy de moda, y les ha dado carta blanca para hacer lo que quieran. El riesgo de que los independentistas se tomen su venganza en los catalanes no independentistas no es algo figurativo es una posibilidad real.

España ausente de Cataluña 

Para cualquier español amante de la seguridad jurídica y la estabilidad es un problema que fuerzas políticas nacidas para vivir a la contra del poder ostenten el poder. Cualquiera con dos dedos de frente no otorgaría la llave de la gobernación de un país a alguien a quien “le importa un comino” dicha gobernación.

Casi todos los diagnósticos coinciden en apuntar que el apoyo social al independentismo y las fechorías que el poder independentista ha perpetrado en Cataluña han sido posibles debido a que España como Nación y como Estado ha estado voluntariamente ausente de Cataluña, de sus escuelas, de sus librerías, de sus instituciones, de la simbología a pie de calle. En definitiva, de todas partes. La razón de esa ausencia no es otra que los acuerdos tanto del PP como del PSOE con CiU. Hoy ERC es CiU pero que nadie se confunda ni Junqueras es Roca Junyent ni Rrufián es Duran Lleida.  

Ahora Sánchez vuelve a un tripartito, con sus socios de la negociación en Perpiñán, solo que ahora los de Perpiñán son su sustento parlamentario. Ahora el presidente revive el pacto con independentistas y comunistas y ni tan siquiera tiene una receta nueva, sino que ofrece lo mismo que en 2003, otro Estatuto.

A ERC el Estatuto les importa un comino, quieren la liberación de los condenados y la autodeterminación como estadio previo a la separación. El PSOE no podrá concederle eso a ERC porque como dijo Rajoy “ni quiero ni puedo” solo que quizás Sánchez diga “quiero pero no puedo”. Cuando llegue ese punto el gobierno Sánchez tocará a su fin pero para ese entonces la parte de la sociedad catalana no independentista se habrá debilitado, estará más amedrentada, Cs se habrá diluido o desaparecido, más empresas y gente se habrán ido y ERC habrá dado un paso más hacia su objetivo final que no es otro que la separación a cualquier precio.

El nuevo gobierno tiene unas victimas por encima de otras, y esas no son otras, que los catalanes no independentistas.

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