La inhabilitación como diputado de la Junta Electoral Central (JEC) a Quim Torra conlleva también su cese como Presidente del gobierno autonómico, puesto que el Estatuto y la Ley de la Presidencia y el Gobierno de Cataluña exigen para ello ser miembro de la asamblea territorial. Una vez sustituido el diputado cesante por el siguiente candidato de la lista de Junts per Catalunya (JxCat) de las elecciones de diciembre de 2017, según la citada ley, se necesita una nueva investidura presidencial, ya sea con el pleno resultante o, si no hay más remedio, tras nuevos comicios.
Mientras tanto, durante un proceso parlamentario y electoral que puede durar cuatro meses, debe sustituirle como presidente en funciones del ejecutivo su actual vicepresidente, Pere Aragonès, de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). A su vez, la propuesta de candidatos a investidura corresponde al Presidente del Parlamento regional, Roger Torrent, también de ERC, quien detenta además la potestad de promover nuevas elecciones.
La resolución de la JEC llega en una coyuntura de gran tirantez entre JxCat y ERC, tras el pacto de éstos con el PSOE para la investidura de Presidente del Gobierno de España en las Cortes Generales. De hecho, tras una sesión extraordinaria nocturna de su ejecutivo el mismo viernes, Torra anunció su desacato prosiguiendo como diputado y presidente, obteniendo el mismo sábado el apoyo de la mayoría del Parlamento autonómico en pleno extraordinario.
La resolución de la JEC llega en una coyuntura de gran tirantez entre JxCat y ERC
Aragonés, Torrent y el conjunto de ERC han hecho varios gestos de solidaridad moral, incluido dicho apoyo en una resolución junto a JxCat y CUP, con cierta complicidad indirecta del PSC y En Comú, en declaraciones aparte. Empero, está por ver hasta qué punto ERC sostiene su postura una vez se notifique íntegramente la resolución de la JEC y pueda instarse judicialmente a Torrent y demás miembros de la Mesa parlamentaria su ejecución, los efectos penales de cuya desobediencia conoce bien Carme Forcadell, predecesora de Torrent.
Lo cierto es que las resoluciones del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y la JEC ponen legislativo y ejecutivo, y la prerrogativa de proponer candidatos a nueva Presidencia de la Generalidad y, en su caso, convocar comicios, en manos de sendos miembros de la ERC de Junqueras, en prisión e inhabilitado pero con mando indisputado en el partido.
Así las cosas, por añadidura, la pérdida efectiva de la Presidencia del ejecutivo va a hacer que los post-convergentes de JxCat lo tengan muy cuesta arriba en los próximos meses. Este mismo martes su jefe supremo, el prófugo expatriado Carles Puigdemont, ha decidido centrarse en la proyección exterior del secesionismo renunciando formalmente a su acta de diputado autonómico, por ser incompatible legalmente con la europea y preferir ésta. Con todo, su anhelada oportunidad de puesta en escena en el Parlamento Europeo de un juicio político internacional contra España a cuenta del esperado “suplicatorio” del Tribunal Supremo tras el dictamen del Tribunal de Justicia de la Unión Europea pierde fuerza moral y simbólica cuando ya no detentan el gobierno catalán y, para más inri, la renuncia del Puigdemont a ser diputado autonómico y, por tanto, elegible para el puesto de presidente, da la apariencia de renuncia voluntaria al que, ahora, sería un “plato de segunda mesa” que no le importaría tanto.
Esto, a su vez, no sólo avanza el sorpasso institucional de ERC sobre JxCat, sino también los planes y posiciones de Pedro Sánchez y Miguel Iceta en el ámbito nacional y en el autonómico, respectivamente. De hecho, un probable divorcio de JxCat y ERC brindaría una ocasión de oro para un acuerdo de investidura, y acaso coalición de gobierno, entre ERC, PSC y En Comú-ICV-Podem, arreglo que supondría un nuevo Tripartito multinivel.
Cierto que Aragonés y Torrent son jóvenes, procedentes del municipalismo semirural y desconocedores de la complejidad de la política en la región metropolitana. En el caso de Aragonés, además, bastante impopular entre muchos empleados de la administración autonómica, al ser impulsor de recortes y precarización de sus condiciones laborales. Todo ello opaca su potencial para grandes protagonismos individuales y, por ende, el riesgo de deslealtad a quien les promovió. Ahora bien, estas aparentes debilidades implican grandes ventajas para Junqueras, quien puede combinar las juveniles energías de sus correligionarios al servicio de su propia estrategia desde prisión.
El apoyo prestado por Junqueras a Sánchez para su investidura como Presidente del Gobierno de España, en la forma de una indispensable abstención de sus diputados, hace inevitable la analogía entre el presente equilibrio multinivel de fuerzas y el de la legislatura 2007-2010. En aquella legislatura nacional el presidente José-Luis Rodríguez Zapatero se apoyó en los diputados de la ERC de su tocayo Carod-Rovira y Joan Puigcercós, partido que, a su vez, venía integrándose en los diversas coaliciones de gobierno de Cataluña conocidas como “Tripartits”.
En el caso de Aragonés, además, bastante impopular entre muchos empleados de la administración autonómica, al ser impulsor de recortes y precarización de sus condiciones laborales.
El intercambio de apoyos en un contexto de juego a dos niveles, por tanto, parece próximo, y los bien conocidos apetitos del PSC por participar en el ejecutivo autonómico, ya sea encabezado por Iceta, por alguien de la confianza de Junqueras, o por Junqueras mismo si el Gobierno de España le amnistía con cualquier pretexto, no hacen sino abonar también esta hipótesis. Es asimismo bien conocido el replanteamiento táctico de Junqueras (y que le separa de JxCat, que presiona por la inmediatez) de alcanza una suerte de “cese el fuego” que les permita “rearmarse” y “ampliar la base” de apoyo social a secesión de Cataluña: unos años más de “construcción nacional” desde el control férreo de los medios audiovisuales de Cataluña, sistema educativo y administraciones locales y autonómica. En breve sabremos si Junqueras accede ya al cambio de pareja largamente ansiado por Iceta, dando lugar a un Tripartito edición 2020 que permita al inquilino de Lladoners y los suyos alcanzar la victoria final.
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