Desde hace tiempo, la entidad nacionalista Òmnium Cultural ha convertido la concesión de un posible amnistía a los políticos presos por el procés en uno de los asuntos centrales de su quehacer político. Siendo así, a nadie ha extrañado que la semana pasada la asociación diese un paso más en ese sentido y reclamase al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas que exija a España una amnistía que incluya a “todos los represaliados en el marco del conflicto político en Cataluña”. En una intervención oral ante el Relator para las minorías de la ONU, Òmnium adujo que, a pesar de que el “nuevo gobierno español adquirió públicamente el compromiso de desjudicializar el conflicto político, la realidad es que la represión continúa y los líderes políticos y sociales permanecen en prisión”.
Como es sabido, la necesidad de aplicar una medida de gracia a los líderes encarcelados no es una convicción exclusiva de asociaciones como Òmnium o la ANC, sino que es compartida por prácticamente todo el espectro secesionista. Sin embargo, los expertos ajenos a estos círculos cuestionan que se den las condiciones para aplicarla. Es el caso, por ejemplo, del analista y Doctor en Filosofía Moral Manuel Toscano, que, consultado por El Liberal, recuerda en primer lugar que los políticos catalanes presos en modo alguno son “presos políticos”. Esto es así porque “no están condenados por ejercer su derecho a la libertad de expresión o de reunión, sino por haber cometido delitos graves tipificados en el Código Penal y tras un proceso judicial con todas las garantías”.
Reclamar la amnistía en medio de la crisis del coronavirus demuestra lo fuera de la realidad en que se encuentra parte del separatismo
Así pues, según Toscano, una vez desmontado el relato de la persecución política la petición de Òmnium “sólo puede verse como lo que es: un acto de propaganda, o un dislate en términos jurídicos”. Y es que, aclara, una amnistía supondría la extinción de la pena y sus efectos para un grupo concreto de condenados, “lo que casa mal con la igualdad de todos ante la ley, políticos secesionistas incluidos, que es uno de los pilares de un Estado de Derecho”.
Tampoco cree que se den las condiciones para aplicar una amnistía el politólogo Fran Jurado. De hecho, a su parecer, “ni el propio Òmnium puede creerse que su reivindicación de amnistía para los condenados por el procés tenga la menor viabilidad”. Sin embargo, Jurado apunta que esta pretensión puede servir a la entidad para “lanzar el balón hacia delante” y “aglutinar voluntades”, pues pueden llegar a convencer a muchos de que una amnistía es “razonable y posible”.
Un indulto es más viable que la amnistía, pero para ello los secesionistas deberían mostrar arrepentimiento y renunciar a la unilateralidad
En cualquier caso, juzga “impensable” que se acepte una amnistía que reconocería que hay “presos políticos”, que se ha cometido una “injusticia flagrante” y que “España no es una democracia”. “Otra cosa sería un indulto, opción que liquida las penas pero no afecta a la consideración sobre los delitos”, puntualiza. No obstante, para materializarse esta opción los interesados y el poder separatista deberían mostrar arrepentimiento y renunciar a la unilateralidad, “lo que no parece que sea el caso”.
A pesar de este escenario, ¿podría resultar una amnistía conveniente para pacificar la situación en Cataluña? Para Toscano, si se acepta que la medida es inconstitucional, dicha pregunta ya no tiene cabida. El experto recuerda que en una democracia, solo puede operarse en el marco de lo que es constitucionalmente lícito, por lo que traspasarlo en nombre de la conveniencia sería “una grave imprudencia”. “Recordemos además”, discurre, “que amnistía viene de amnesia, de la falta de memoria o del olvido del pasado. ¿Deberíamos hacer como si no hubieran sucedido los graves hechos de 2017, cuando los independentistas intentaron quebrar ilegalmente el orden constitucional, encabezados por las propias autoridades autonómicas?”. A su juicio, no es aconsejable si se pretende salvaguardar el Estado frente a quienes buscan desmantelarlo. “Nos lo recuerdan los secesionistas cuando proclaman que lo volverán a intentar”, agrega.
¿Deberíamos hacer como si no hubieran sucedido los graves hechos de 2017, cuando los independentistas intentaron quebrar ilegalmente el orden constitucional, encabezados por las propias autoridades autonómicas?
Tampoco Jurado aprecia como deseable la posibilidad de una amnistía. “No serviría para nada de lo que podrían esperar las gentes de buena fe: pasar página en común, olvidar lo ocurrido, expresar la voluntad de empezar una convivencia renovada, respetuosa con el marco legal…”. Por el contrario, advierte, se le estaría dando la “mayor victoria imaginable” al nacionalismo en el plano simbólico, que lo usaría ante la comunidad internacional como prueba definitiva de que tenían razón y, por ello, estan más legitimados aún para seguir. “Sería como si el Estado invitara a asistir en primera línea a una ceremonia de autoflagelación”, compara.
Una amnistía supondría la extinción de la pena, lo que casa mal con la igualdad de todos ante la ley, que es uno de los pilares de un Estado de Derecho
Finalmente, el ensayista Iñaki Ezquerra, autor de obras como Los totalitarismos blandos, estima que una amnistía “solo favorecería la sensación de impunidad de la que goza el secesionismo”. “Si a los privilegios penitenciarios que disfrutan los presos y a la afrenta que se supone la mesa de negociación, se le añade una medida tan extraordinaria como una amnistía, la percepción de la ciudadanía será que todas sus transgresiones les han salido gratis”, reflexiona Ezquerra. Por lo demás, el intelectual vasco considera sorprendente que en medio de la crisis del coronavirus entidades como Òmnium sigan insistiendo en sus reclamaciones secesionistas. “Esto demuestra que el separatismo se encuentra totalmente fuera de la realidad. Una reclamación como ésta en el momento actual no solo resulta extemporánea, sino casi extraterrestre. Pero no se puede esperar otra cosa de la endogámica Òmnium Cultural. Lo suyo es pura obsesión”, juzga.
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