El pasado mes de diciembre, la formación de Manuel Valls, Barcelona pel Canvi, pidió al Ayuntamiento de Barcelona que el barrio de Sarrià rindiese homenaje a los escritores Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. La propuesta parte de que los autores, ambos ganadores del Premio Nobel de Literatura y destacados protagonistas del boom latinoamericano, vivieron allí durante los primeros años setenta. Sin embargo, el Gobierno municipal —integrado por los comunes y PSC— rechazó la iniciativa alegando que han de transcurrir cinco años para cualquier persona sea recordada con una calle.
Pese a este argumento, el problema parece ser la figura de Vargas Llosa, conocido por su defensa del liberalismo y sus críticas al secesionismo catalán. Y es que, mientras que el Instituto de Cultura de Barcelona ha avanzado que finalmente se colocará una placa donde residió García Márquez —al que también se rendirá tributo bautizando una biblioteca con su nombre en Sant Martí—, no existe ningún plan para hacer lo mismo con el autor de La ciudad y los perros.
“Aversión ideológica” a Vargas Llosa
Este extremo es corroborado a El Liberal por el secretario de Organización y Comunicación de Barcelona pel Canvi, Fernando Carrera, al que los argumentos del consistorio “suenan a excusa”. “Esto es más una problemática política que otra cosa”, pondera. Así, según Carrera, “no hay argumentos racionales para negar un homenaje de estas características. Primero, porque no se pide una calle, sino una placa. Y segundo, porque pocas ciudades pueden alardear de haber tenido como vecinos a dos premios Nobel viviendo en el mismo barrio”. Además, recuerda que la iniciativa cuenta con el apoyo de la Asociación de Vecinos de Sarrià. Así las cosas, para Carrera la negativa de Colau solo puede entenderse dese la “aversión ideológica”. “Ningunean a Vargas Llosa por su inequívoco alineamiento con el constitucionalismo y su rotunda oposición al separatismo”, dictamina.
Estas conclusiones no son muy distintas de las que mantienen varios escritores consultados por este diario. El primero de ellos es Santiago Roncagliolo, escritor peruano como Vargas Llosa y residente en Barcelona desde el año 2000. “No me extraña que algunos políticos catalanes se nieguen a homenajear a uno de los escritores que convirtieron a Barcelona en un referente internacional”, confiesa Roncagliolo. “Son los mismos”, aclara, “que proponen que en Cataluña se sepa menos historia y se hablen menos idiomas. Supongo que el futuro intentarán que los niños no se alfabeticen ni aprendan a sumar. De otro modo, no podrían conseguir sus objetivos”.
Vargas Llosa recuerda a Barcelona lo que “pudo ser y no fue”
Por su parte, al escritor Andrés Trapiello el tributo a Vargas Llosa en Barcelona se le antoja muy pertinente: “Fue uno de los escritores que más y mejor contribuyó a circularla por el mundo, en los años de la autarquía franquista, y pocos lo merecerán tanto como él”. No obstante, Trapiello, que en su ensayo Las armas y las letras da cuenta del sectarismo con el que se abordó la literatura de la guerra civil, no se muestra sorprendido por la actitud del consistorio barcelonés. “Vargas Llosa les recuerda todo lo que esa ciudad pudo llegar a ser y no fue (al contrario que Madrid), y en lo que se ha convertido por culpa de los nacionalistas e independentistas. No quieren testigos”, asevera.
La necesidad de que la Ciudad Condal recuerde a dos escritores ligados a ella como García Márquez y Vargas Llosa es compartida por el editor de Debate y Taurus, Miguel Águilar, para el que “una de las señas de identidad de Barcelona es su valor literario”. En este sentido, remarca que es la única ciudad del mundo que es capital editorial de dos idiomas de peso, el catalán y el castellano. “Poner eso en valor me parece positivo, y que en una esquina de la ciudad convivieran dos premios Nobel es sin duda reseñable”, afirma. Sin embargo, a este editor no le consta que el Ejecutivo comandado por Ada Colau se oponga a este proyecto. “Más bien al contrario”, interpreta.
Una cuestión de sectarismo
Finalmente, el novelista Martín Casariego también resalta la idoneidad de que Barcelona rinda tributo a los dos principales protagonistas del boom latinoamericano. “Ambos lo merecen por igual”, valora Casariego. “Pero ya sabemos”, explica, “que pese a que los méritos literarios son semejantes, Vargas Llosa ha cometido el pecado mortal de abandonar el marxismo y de enfrentarse al nacionalismo y al independentismo”. Por ello, a Casariego no le extrañaría que por el momento el autor peruano se quede sin ese homenaje. “Me llevaría una grata sorpresa si Colau abandonara por una vez su sectarismo. Sería una buena señal para Barcelona. Hay ocasiones en las que está muy bien equivocarse”, sentencia.
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