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Jordi Cañas (Cs): "Los independentistas logran el amor pagando con cartera ajena"

El eurodiputado asegura que, en democracia, las mesas de negociación "se hacen con grupos terroristas"

Hiperactivo como siempre, el eurodiputado de Ciudadanos Jordi Cañas atiende a El Liberal por teléfono desde el aeropuerto de Bruselas. Regresa a Barcelona y, en un par de días, viaja a Chile para, después, retornar a la capital de la Unión Europea. Entre medias, reuniones, charlas, llamadas... una agenda repleta que, sin embargo, no le hace perder de vista ni España ni Cataluña. "Yo no he desconectado", asegura, "ni de la política catalana ni la de la española". Pendiente también del congreso de su partido, que se celebrará el próximo mes de marzo, Cañas tiene claro que Inés Arrimadas debe ser la presidenta de la formación y espera que, de su mano, Ciudadanos vuelva a ser percibido por los votantes como "útil e imprescindible".

No parece muy convencido de que la suma con el PP en Cataluña vaya a salir adelante si no se da en otros lugares de España donde el nacionalismo es también protagonista. Y hace valer su condición de eurodiputado a la hora de apostar por una nueva política que no pierda de vista en ningún momento que en el mundo hay problemas y decisiones que afectan a todos. 

¿Cómo se ve España desde Bruselas?

Desde cualquier sitio se ve con preocupación. Lo que sí es cierto es que, desde Bruselas, puedes observar, con tristeza, cuál es la proyección de la política internacional española, cuál es nuestra política exterior y el grado de relevancia de España como Estado. Y, para ser positivo, se  ve que hay mucho por hacer. Nuestros debates internos debilitan la imagen exterior de España en un contexto donde ahora mismo hay una situación de inestabilidad geopolítica global. Es un contexto donde los poderes se deben repartir nuevamente. Hay un nuevo orden político internacional en el que España podría tener un rol muy relevante y no lo está teniendo por una política interna que no suscita consensos a nivel de política exterior y por unos debates internos que condicionan lo que debería ser una acción relevante de cualquier gobierno. Hoy en día, la política exterior es lo que influye en la toma de decisiones globales. En la UE se está debatiendo el marco financiero plurianual. Y España no es de los países decisivos a la hora de establecer las líneas maestras de este marco. Eso nos afectará después en la política agraria común, en las inversiones, en las ayudas…

¿Puede ser porque el ciudadano español medio no tiene ese interés y, por lo tanto, no empuja a los políticos hacia ese objetivo?

Nuestro país arrastra históricamente lo de encerrarse en sí mismo sin ser un actor global. Lo hacemos casi de forma voluntaria. Es un error. Y más ahora, que está todo interconectado. Consumimos productos culturales de todo el mundo, viajamos, tenemos plataformas digitales en casa, eventos deportivos, música… Pero, en lo político, es como si esa parte no la tuviéramos integrada. Es un problema porque lo que pasa en el resto del mundo nos afecta directamente. Vuelvo al marco de financiación plurianual de la UE, que, además, se está preparando sin el Reino Unido. Eso va a cambiar radicalmente el marco de inversiones de la UE. Ahí España tiene que pensar en Europa pero desde la perspectiva española. Que tú no seas uno de los países clave en la toma de decisiones nos afectará directamente. Pero tampoco se lo explicamos a los ciudadanos. Por ejemplo, se dice que Pedro Sánchez va a intentar conseguir mejores inversiones de la UE. Pero es que no es solo eso. El Gobierno de España, cualquiera que fuera su presidente, tendría que estar diseñando en los espacios de decisión. 

Tal vez es que la percepción que tenemos de la UE es la de un ente que nos subvenciona y no la de España como actor. En realidad, seguimos desconociendo lo que es la UE, no sentimos que formemos parte de ella.

España ya ha sido contribuyente neto algunos años. El ciudadano, por otro lado, puede decidir a qué le presta atención y a qué no. Otra cosa son las administraciones públicas. Y también los medios de comunicación. Los medios, por ejemplo, tampoco entienden que la formación sobre la UE sea necesaria. Y lo es porque el 70% de la legislación básica que nos afecta como ciudadanos, se legisla en el Parlamento europeo. Los medios prestan atención muy puntualmente. Hace poco se aprobó un cambio del marco de las líneas de estrategia europeas a la hora de tener una economía neutra en emisiones de carbono. Eso supone un cambio de paradigma absoluto en casi todos los sectores productivos. Y no somos conscientes en España. Nos va afectar en todo pero no mereció apenas atención mediática. Sin embargo, que Carles Puigdemont tomase posesión como eurodiputado sí. Fue la primera que yo vi periodistas de muchas cadenas nacionales en Estrasburgo. Estaban allí para tomar declaraciones a Puigdemont. 

No explicamos lo que es la integración, lo que son los mercados y solo salen los debates de Torra y Puigdemont.

Lo que pasa en Europa es importante y lo que pasa en el mundo es fundamental. Yo estoy en una comisión de ámbito internacional y ves que hay una lucha por la presencia de China y los EEUU en la UE. Europa depende de las exportaciones y ahora mismo hay un debate de proteccionismo. Pero la gente no es consciente de que hay una parte de nuestra prosperidad que la exportamos. Y hemos de buscar lugares alternativos. Vamos a tener problemas cuando lo del Reino Unido se cierre dentro 11 meses. Pero no explicamos lo que es la integración, lo que son los mercados y solo salen los debates de Torra y Puigdemont.

¿Cómo se ve desde Bruselas lo que está sucediendo en Cataluña?

Yo estuve en la UE como asesor durante cinco años y ahora llevo unos meses como eurodiputado. Le puedo decir que, en una escala de 1 a 100, lo de Cataluña es 5. Y me paso. No está en el debate. No existe.

La verdad es que la UE, en esta cuestión, siempre ha sido muy clara y ha dicho que es un asunto interno de España. Nunca ha mostrado apoyo al separatismo.

Jamás. Ha sido al revés. Siempre ha insistido en el asunto de la integridad territorial y en el cumplimiento de los tratados. No puede apoyar movimientos separatistas cuando muchos de los estados miembros tienen minorías separatistas. Mire, el acto que va a celebrar Puigdemont en Perpignan tiene como lema “el centro del mundo”. Yo no sé si es que para ellos el mundo es la Plana de Vic, que a mí me encanta. Puede que sea el centro del mundo según el Institut de Nova Història. Han determinado que el ónfalos global, el ombligo del mundo, en vez de estar en Delos está en Vic o Montserrat.

El independentismo cree que el ónfalos global está en Vic o en Montserrat.

Es este ridículo de creerse más importantes de lo que son. El mundo tiene muchos conflictos. En la UE hay muchos problemas como para ponerse ahora mismo a apoyar un movimiento separatista que está abanderado por élites y que se mueve más por el capricho y la falta de madurez que por otra cosa. Cuando en Bruselas explicas quién está detrás o quién anima el movimiento separatista en Cataluña, todo el mundo sabe que los que más tienen no son los que más deben quejarse. En Cataluña, los que menos tienen han de soportar los inconvenientes que producen los que más tienen.

La campaña de desprestigio de España que están llevando a cabo los eurodiputados Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí, ¿puede afectar realmente a nuestra imagen?

Lo que ellos están haciendo no es más que una gota en el océano de desprestigio que llevan años haciendo dentro de la UE. Ahora mismo, de todos modos, es cuando menos importancia tienen porque es cuando tienen más respuesta. Piense que aquí, durante años, el eurodiputado Ramón Tremosa y otros hicieron lo que les dio la gana sin que nadie les parara los pies. Y eso se frenó hace cinco años, cuando llegó Ciudadanos a la UE. Lo primero que logramos fue echar a Convergencia del grupo liberal. Empezamos a explicar quiénes son. Por eso sus apoyos son ahora mucho menores.

Los aliados del independentismo en Europa son la purria del Parlamento europeo.

Lo que sucede es que disponen de mucho dinero. Eso sí, pagan siempre con cartera ajena. Logran el amor pagando. Consideran que, cuando pagas por tener relaciones, es amor. Ahí tiene como ejemplo los 150.000 euros que han pagado a un grupo de la ONU a cambio de un informe a su favor. Con el 155 se les acabó el talonario. Ahora, con el Gobierno socialista, se les vuelve a permitir que gasten lo que les dé la gana. Pero, cuando hacen un acto aquí, ya no pueden decir lo que quieran porque nosotros les estamos monitorizando a diario e intervenimos. Por otro lado, hay que tener también en cuenta que sus aliados aquí son toda la purria del Parlamento europeo. Tiranos tropicales de izquierda, filoetarras y la ultraderecha europea. Por eso no los quisieron en el grupo de Los Verdes. Consiguen ruido y que los medios de comunicación de Cataluña hablen de ellos.

Jordi Cañas

¿Hay plazos para el suplicatorio del juez Llarena?

Creo que será rápido porque es una cuestión meramente formal, procedimental. No va a haber un debate de fondo porque esto no es una instancia jurídica. Y creo que la decisión será positiva. Puigdemont podrá dar sus razones pero, al final, aquí solo se va a determinar si se deben aplicar o no unas condiciones para la concesión del suplicatorio. ¿El delito por el cual se le reclama se produjo durante su actividad como eurodiputado? No. Pues con eso es suficiente. Esto no es inmunidad. Y, sobre todo, no es impunidad. Como siempre, están fantaseando con escenarios que no son ciertos.

Ellos creen que, al ser eurodiputados, son intocables.

¡Pero es que esto no es un tribunal! Ni siquiera es la concesión de una euroorden. Nosotros, como eurodiputados, tenemos inmunidad en el ejercicio de nuestra condición de eurodiputados. Pero si yo ahora mismo voy con un coche y atropello a alguien, por muy eurodiputado que sea, no tendría inmunidad. Y, en el caso de Puigdemont, Comín y Ponsatí, el delito lo cometieron cuando no eran eurodiputados. Pero ellos siguen fantaseando.

¿Teme que el PSOE acabe cediendo y permita la celebración de un referéndum de autodeterminación?

Hace 6 meses le hubiera dicho que no, pero ahora no se lo aseguro. El PSOE, de momento, va a permitir romper la caja única cediendo la Seguridad Social al País Vasco. Eso es una línea roja que nadie se había atrevido a cuestionar jamás. Creo que Pedro Sánchez hará lo que haga falta. Yo no pondría la mano en el fuego en la cuestión del referéndum. Lo llamará de otra manera pero no lo descarto.

¿Qué opina de la mesa de negociación entre el Gobierno y la Generalitat?

Las mesas de negociación son espacios de debate de sindicatos y patronales. En una democracia y en cuestiones políticas, la negociación se tiene en el Parlamento. Las mesas de negociación se suelen hacer con grupos terroristas o para situaciones que están fuera del marco de lo democrático. Estamos hablando de una mesa de negociación sobre el futuro de Cataluña y en la que más de la mitad de los catalanes no tiene representación. Entonces, ¿cerramos el Parlamento? ¿Qué se va a debatir en esa mesa que no se pueda debatir en el Parlamento o en la comisión bilateral entre la Generalitat y el Estado? ¿No se puede debatir en el Congreso? ¿Cómo podemos darle carta de naturaleza a una mesa en la que no van a estar representados más de la mitad de los catalanes? Es una estafa absoluta. Es algo predemocrático.

Las mesas de negociación en una democracia se suelen hacer con grupos terroristas.

Lo cierto es que lo que se decida en esa mesa no pasará por el Congreso. Han dicho, eso sí, que se someterá a consulta de los catalanes. ¿Qué validez pueden tener los acuerdos que se alcancen?

Es una mesa sin legitimidad y predemocrática. Es absolutamente inaceptable. No es una cuestión de diálogo. En democracia, el diálogo se hace en el Congreso y en el Parlament. Todo lo que salga de ahí, escapa del control democrático. Están dinamitando el principio de democracia. Pero se han perdido los conceptos y estamos en un momento en el que esto es delirante. Estamos entrando en el marco mental de los separatistas y dando carta de naturaleza a un debate que es impresentable desde el mismo momento en el que no están los partidos constitucionalistas. Es algo peor que una broma. Y viene de la mano del PSC, que es siempre el elemento clave de lo peor que ha sucedido en Cataluña en los últimos 40 años. PSOE y PSC han logrado reforzar algo que casi habíamos logrado destruir. Y todo para que Miquel Iceta pueda ser presidente de la Generalitat. Yo no sé si lograrán su objetivo. Pero van en esa línea.

¿Podría presidir una comisión europea alguien inhabilitado?

Aquí ha habido personas que no han podido ser comisarios solo por una cuestión ética. Lo de Quim Torra va más allá de la ética. El problema es que, nuevamente, quien da carta de naturaleza a eso es el PSOE desde el Gobierno de España. Torra cometió un delito electoral y eso, en una democracia, es de lo peor que puedes hacer como político. Pero Sánchez fue a Barcelona a reunirse con él y la pancarta sigue ahí. Y el mensaje que se transmite es el de que los separatistas pueden hacer lo que les dé la gana.

Los presos en comunes en Cataluña no tienen ni padrinos ni dinero de la mafia.

¿Usted cree que el Govern permitiría a un grupo de estudiantes concentrarse cada día en la Meridiana en contra del pago de las tasas? No. Pero ellos hacen lo que les da la gana. Utilizan el dinero público, las instituciones… y eso no tiene consecuencias. Ahí tiene ya en la calle a los condenados por el 1-O. ¿Los presos comunes no tienen madres que cuidar ni trabajos que hacer? Lo que no tienen es padrinos ni dinero de la mafia. Esto es un hecho. Aquí hay ciudadanos de primera y súbditos. Y Sánchez no nos llama colonos porque aún no ha entrado en ese vocabulario, pero no descarto que lo haga algún día.  

En su partido, la cosa anda revuelta últimamente. Imagino que no le debe gustar la situación, considerando que usted fue uno de los fundadores. ¿Qué opina del debate previo al congreso?

Yo siempre he actuado de la misma manera. Los que están hablando fuera del marco congresual están cometiendo un error. Todos. El debate político se tiene en el congreso. Mientras tanto, uno puede buscar apoyos, pero tiene que callarse la boca y hablar donde corresponde, que es en el congreso. Yo he actuado así, no estuve dando declaraciones a los medios un mes antes del congreso. Y me gustaría que mis compañeros lo hicieran igual, por respeto al partido en general. No puedo decir nada más, salvo que voy a apoyar a Inés Arrimadas porque quiero que sea la presidenta del partido. También espero que mi partido sea capaz de leer lo que ha sucedido y pueda volverse a situar como la formación que los ciudadanos necesitan.

Los que en Ciudadanos hablan fuera del marco congresual están cometiendo un error. El debate debe hacerse en el congreso del partido.

¿Por qué cree que el proyecto de Ciudadanos a nivel nacional ha fracasado? Las explicaciones que han dado hasta ahora no parecen muy consistentes.

Perder 47 diputados está fuera de todo análisis. Hay muchos análisis que pueden explicar muchas cosas. Pero esos 47 son un castigo injusto más allá de los errores evidentes. Los ciudadanos nos quitaron su confianza y, por lo tanto, algo hemos debido hacer mal. Seguramente, hemos desdibujado la idea de partido útil y al servicio de España. Creo que ese es el principal análisis. Nos exigieron mucho porque nos veían imprescindibles para reformar nuestro país. Cuando han pensado que ya no estábamos en ese único objetivo, han dejado de confiar en nosotros. Por eso creo que la solución al problema es muy sencilla, aunque no fácil. Se trata de recuperar la confianza de los ciudadanos en que nuestro partido es útil e imprescindible. Y yo creo que lo es para España y para Cataluña. Ya no tenemos la frescura de la novedad, pero estamos en todas las instituciones y es cuestión de trabajar. Tenemos un partido y hemos de recuperar el pulso en la política nacional para demostrar que somos necesarios, útiles, confiables, que queremos salir de la pelea y proponer cosas en positivo.

Muchos en Cataluña verían con buenos ojos su retorno a la política autonómica. ¿Es posible o lo descarta totalmente?

En general, soy una persona muy previsible. Cuando asumo un compromiso, me gusta acabarlo. Tomé la decisión de desarrollar mi actividad política en Bruselas y es lo que voy a hacer. Aquí hay mucho trabajo. No me he ido de Cataluña. Sigo trabajando para Cataluña y para España desde aquí. En el futuro, ya veremos. El futuro es muy incierto. Estos últimos cinco años nos parecen 20. Piense que el partido saltó a nivel nacional en 2015 y mire todo lo que ha pasado en este tiempo. Estos años en Bruselas me van a servir para adquirir experiencia y, si en el futuro tengo algún tipo de responsabilidad política, podré afrontarla con más contenido, más contactos, más agenda, con una visión más abierta de los problemas.

Estos años en Bruselas me van a servir para adquirir experiencia y, si tengo otras responsabilidades políticas, afrontarlas con más contenido.

A mí me gustaría que, si vuelvo a Cataluña o a la política nacional, sea para plantear cosas concretas, no estar por estar. Yo ya estoy, pero para hacer cosas se necesitan otros elementos. Si piensas, por ejemplo, que el futuro digital de Cataluña está en manos de Jordi Puigneró, ves que ahí no hay nada que hacer. Hoy en día, la gente en Cataluña sabe perfectamente lo que yo opino. Pero, en unos años, yo lo que quiero es que esa gente escuche a un político con ideas para intentar que la sociedad avance, que no pierda el ritmo de los acontecimientos mundiales en todos los niveles porque son cosas que, de un modo u otro, nos afectan de lleno. Le pongo como ejemplo, el caso de Seat. Si España no se resitúa en el mercado de los vehículos eléctricos y todo lo que ello implica, tendrá un problema. Y eso sucederá con todo.

¿Le parece buena idea Cataluña Suma?

Yo soy de Ciudadanos. En Cataluña, Ciudadanos es un proyecto útil e imprescindible que ha demostrado ser capaz de sumar. Pero hay una estrategia del partido a nivel nacional para lograr establecer alianzas en todos los territorios con problemas de nacionalismo. ¿Cataluña Suma sí y Galicia Suma no? No puede ser. La gente tiene que volver a confiar en nosotros. La mayoría de nuestros votantes se fueron a la abstención. Tenemos que volver a hacer las cosas como sabemos hacerlas.

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