Profesor de filosofía política en la Universidad Autónoma de Madrid, Pablo de Lora (1968) es autor de uno de lo ensayos más celebrados —y controvertidos— del año pasado: Lo sexual es político (y jurídico) (Editorial Alianza). En él, prescinde de las anteojeras ideológicas para adentrarse en asuntos tan espinosos como la identidad de género, la violencia machista, la prostitución o la maternidad subrogada. De ellos habla también en esta entrevista con El Liberal, así como del boicot que sufrió hace dos meses a manos de grupos feministas en la Pompeu Fabra.
En el título de su libro hace referencia al famoso lema “lo personal es lo político”. Pero, ¿por qué es lo sexual “político y jurídico”?
Porque el poder público no puede en realidad desentenderse absolutamente de lo que pase en ese ámbito. La cuestión es “cuán” político y jurídico ha de ser, y yo apuesto por una intromisión mínima.
Sostiene que si la identidad es autoconstruida, el feminismo actual no tiene futuro.
Sí, así lo creo. Si la mujer es el sujeto prioritario del feminismo y cualquiera puede serlo a mera voluntad, las bases del feminismo decaen y con ello las políticas públicas que se despliegan en su nombre y que tratan de compensar ciertas desigualdades persistentes.
Si cualquiera puede ser mujer a voluntad, las bases del feminismo decaen
Se han cumplido dos años del famoso manifiesto de las intelectuales francesas que cuestionaba el Me Too. ¿Cree, como ellas, en un “derecho a importunar”?
No creo que haya un “derecho” en sentido fuerte, más bien una cierta libertad para hacerlo, lo cual conlleva la correlativa libertad de poner al importunante en su sitio.
¿Es el feminismo hegemónico un movimiento puritano?
Sí me parece que esa corriente del feminismo que pone tanto acento en el control de la pornografía y en vigilar los modos y costumbres sexuales de los adultos es terriblemente puritana.
Esa corriente del feminismo que pone tanto el acento en la pornografía es terriblemente puritana
Según la nueva directora del Instituto de la Mujer, Beatriz Gimeno, la heterosexualidad es una herramienta política y social que tendría como fin “subordinar las mujeres a los hombres”. ¿Puede entenderse así?
Beatriz Gimeno es una muy desfasada vocera de las viejas ideas del feminismo radical de finales de los 70, de las Andrea Dworkin y compañía. Yo creo que esa afirmación es sencillamente una boutade. Si honestamente pensara eso, debería concluir en la necesidad de acabar con la heterosexualidad, lo cual es como querer abolir la metabolización del azúcar.
¿Y qué opinión le merece la consigna “solo sí es sí”? ¿La suscribe?
En absoluto. El consentimiento es la condición necesaria y suficiente del sexo lícito desde el punto de vista jurídico, pero es perfectamente posible mantener relaciones sexuales tácitamente aceptadas. Es lo que ocurre frecuentemente en la vida sexual de los adultos. La exigencia del sí es sí es una odiosa manera de hacer de la relación sexual algo clínico.
La exigencia del ‘solo sí es sí’ es una odiosa manera de hacer de la relación sexual algo clínico
La escritora Bel Olid, que en 2017 fue candidata por la CUP, combina su activismo como feminista con su apuesta por una Cataluña separada de España. En este sentido, ha comparado el maltrato que sufren algunas mujeres con el que supuestamente sufren los catalanes por parte de los españoles. En su opinión, ¿tienen algo en común el movimiento feminista actual y el secesionismo catalán?
La analogía de Olid es simplemente un disparate. Yo no veo conexión alguna, salvo el inevitable solapamiento de ciertos fanáticos y desnortados.
La última película de Clint Eastwood, Richard Jewel, ha sido acusada de reforzar “estereotipos machistas” por mostrar a una periodista acostarse con una fuente a cambio de información. ¿Representan este tipo de críticas una forma de censura?
No lo creo. Son maneras de mantener purezas mal entendidas.
Tras el boicot que sufrió en la Pompeu Fabra, donde activistas feministas le impidieron dar una charla, se sintió más dolido por la conducta de algunos profesores que por la de los propios estudiantes…
En efecto. Jamás pude pensar en esas reacciones de algunos colegas académicos, tibios unos y desesperantemente sectarios y agresivos otros. Me resultó frustrante y muy triste.
Hay un sector del feminismo que cree que hay un problema congénito y radical con la masculinidad
En su ensayo (Fe)male Gaze. El contrato sexual en el siglo XXI, Manuel Arias Maldonado aboga por un nuevo régimen sexual en el que hombres y mujeres “pueden entenderse mejor sin dejar de enredarse” entre ellos. Pero, ¿no cree que el nuevo feminismo puede dificultar el entendimiento entre los sexos?
Sin duda. Hay un sector del feminismo que cree honestamente —aunque equivocadamente— que hay un problema congénito o radical con la masculinidad —el depósito de todos los vicios y de ninguna virtud—y de paso con la heterosexualidad. En ese sentido, es difícil la conversación limpia y fértil sobre las cuestiones que legítimamente reclama el feminismo sensato, el que reclama que se eliminen las discriminaciones injustas y persistentes contra las mujeres.
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