El Liberal - Política

Xavier Pericay: “Ciudadanos debería renunciar a gobernar apoyándose en Vox”

El exdiputado balear y cofundador de Ciudadanos ha escrito un libro en el que narra su distanciamiento del partido

A mediados de febrero verá la luz ¡Vamos? (Una temporada en política) (Ed. Sloper), libro en el que Xavier Pericay (Baleares, 1951) relata su experiencia de los últimos años como líder de Ciudadanos en Baleares. En él cuenta desde los primeros y difíciles pasos de un intelectual metido en política hasta su progresiva desafección con la línea emprendida por el partido del que es cofundador y del que presentó su renuncia el año pasado. En esta conversación con El Liberal, Pericay critica tanto los acuerdos de Cs con Vox como los de Sánchez con el separatismo, que pueden terminar “minando los pilares de nuestro ordenamiento constitucional”.

En su autobiografía se denominaba a sí mismo como “disidente”. ¿Hasta qué punto lo ha sido también en Ciudadanos?

No me considero disidente de Ciudadanos. En esos cuatro años de política representativa, en ningún momento he obrado o me he manifestado en contra de los principios del partido que fundé. Sí he disentido en cambio, y es lo que me ha llevado a renunciar a mis cargos en el partido, de las decisiones que han ido tomando a lo largo de los últimos meses las tres o cuatro personas que han dirigido en verdad el partido.

Tanto a Cs como a Podemos se les ha acusado errores parecidos, como el hiperliderazgo ejercido por sus dirigentes o el silenciamiento de los sectores críticos. Sin embargo, mientras el primero se ha dejado en el camino gran parte de sus escaños, el segundo ha sido recompensado entrando en el Gobierno. ¿A qué lo atribuye?

A que en una situación política absolutamente polarizada como la que se da hoy en día en España, un partido de extrema izquierda se encuentra en su salsa, mientras que uno centrado y liberal cotiza muy poco. Si se añade a lo anterior el hecho de que está en el Gobierno, o sea, en disposición de repartir prebendas entre sus fieles, se entiende, creo, la diferencia.

En una situación política polarizada, un partido de centro y liberal cotiza muy poco

La estrategia de Cs para recuperar el voto perdido pasa por regresar al centro y combatir al nacionalismo y al populismo, ya sea de izquierdas o derechas. ¿No implicaría esa decisión renunciar a gobernar apoyándose en Vox?

Pues sí.

¿Y qué opina de que el PSOE haya pactado los presupuestos de Navarra con Bildu con el argumento de que se trata de una “fuerza política legal”?

Nada de lo que haga este PSOE me sorprende ya. Su capacidad de blanqueo de la realidad supera todos los límites, empezando por los de la moral.

Nada de lo que haga este PSOE me sorprende ya

Pese a los errores que cometió, hay quien reivindica a Albert Rivera recordando que todo lo que vaticinó en relación a Sánchez ha terminado cumpliéndose. ¿Será el tiempo clemente con su figura?

Una cosa es la figura de Albert Rivera, que tiene claroscuros, como la de todo político, y otra cosa son sus vaticinios. Esos se produjeron en la anterior legislatura, no en la actual. O sea, cuando estaba en las manos de Ciudadanos, si no impedir la coalición con Podemos, sí tratar por lo menos de impedirla. Y nada de eso hubo.

La formación de Manuel Valls cree que el pacto del PSOE con el separatismo y el hundimiento de Cs deja libre un espacio electoral de centro que ella podría cubrir. Sin embargo, ¿no cree que los partidos que se dicen de “centro” acaban siempre siendo etiquetados como de “derechas”?

Por parte de la izquierda española, sin duda. En esto nada tiene que ver la política que se hace por estos lares con la del centro y norte de Europa, donde los partidos liberales son plenamente aceptados, cumplen la función que se espera de ellos y alcanzan pactos, incluso de gobierno, a derecha e izquierda.

Según el portavoz en el Congreso de los comunes, Jaume Asens, rebajar el delito de sedición favorecerá el futuro diálogo entre el Gobierno central y el catalán y normalizará la situación en Cataluña. ¿Está en lo cierto?

El mantra del diálogo, en boca de un personaje como Asens, significa ni más ni menos que atender, por parte del Gobierno central, las exigencias sediciosas del independentismo catalán. En otras palabras: ir minando los pilares fundamentales de nuestro ordenamiento constitucional.

El mantra del diálogo solo significa atender, por parte del Gobierno central, las exigencias sediciosas del independentismo catalán

Pese a su querencia por el catalán y su condición de filólogo en esta lengua , usted siempre ha sido un firme detractor de las políticas lingüísticas nacionalistas. ¿Cómo valora La Ley de lenguas que impulsan Mercè Vilarrubias y Juan Claudio de Ramón, que aboga por centrarse menos en las lenguas y más en los derechos de los hablantes?

Tengo encima de la mesa, entre otras lecturas pendientes, la del libro de Mercè Vilarrubias. Pero, a priori, estoy de acuerdo con este planteamiento, claro. Así es como deberíamos haberlo abordado desde el primer momento. Pero ya en muchos Estatutos de Autonomía se aceptó el concepto de lengua propia territorial, y luego las leyes de normalización lingüística y el nacionalismo gobernante hicieron el resto.

Un ensayo, Construcción nacional en Valencia, de Mikel Arteta, denuncia el avance de las políticas identitarias en la comunidad valenciana. ¿Sirve el diagnostico también para las islas baleares?

Por supuesto. Incluso con un nivel de erosión mayor, sobre todo en el campo educativo. Eso sí, Baleares no es Cataluña. Todavía.

Baleares no es Cataluña. Todavía

Según el último CEO, el apoyo a la identidad compartida —es decir, los ciudadanos que se sienten tan catalanes como españoles— ha aumentado hasta el 43%, situándose en el nivel más alto de la década. ¿Demuestra esto el fracaso del procés?

Sin duda. Lo que no significa, por supuesto, que no pueda seguir lastrando el bienestar y la convivencia en Cataluña y, en general, en toda España. Pero cada vez más partidarios del llamado procés se bajan del carro. Y si no fuera por la red clientelar creada por la Generalitat en los últimos años, que hace que muchos dependan económicamente del asunto, el desistimiento sería mucho mayor. Ahora bien, la disposición del actual gobierno a pactar con el mismísimo diablo, lo mismo en Cataluña que en Navarra o el País Vasco, con tal de mantenerse en el poder, no augura nada bueno. Vienen tiempos malos, aunque yo confío en que a los demócratas nos hagan más fuertes.

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