La sexta edición de Liber, la feria que reúne a los profesionales del sector editorial, se inauguró con una fiesta del vino. Sin embargo, ¿hay motivos para un brindis? Depende de quién quiera alzar la copa. Para la Federación de Editores de España (FGEE) hay, y suficientes, al menos eso dicen. Los promotores del libro digital, en cambio, lo tienen más complicado. Bastante más.
En un momento en el que las tabletas y los dispositivos electrónicos viven su esplendor publicitario, los contenidos y libros digitales experimentan todavía una tibia y lenta, lentísima, evolución. Según Antoni Comas, presidente de la FGEE, el libro digital en España representa apenas un 2% del volumen total de facturación del sector. En mercados "maduros" como Estados Unidos, la situación no es mucho más esperanzadora: todavía no supera el 5%.
De acuerdo con el último Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros, el número de lectores en España alcanza el 61,9%, un 2,1% con respecto a 2010 y 1,5 % más que en 2009. En teoría, ahora leemos más aunque no necesariamente… ¿mejor?
De esa cifra de lectores, la mitad se identificaron como lectores digitales... Lectores, sí… ¿pero de qué? Pues de blogs, periódicos, páginas webs. Aquellos que leen libros, expresamente libros digitales, llegan apenas un 6,8%. De ellos, sólo 0,8% utiliza el e-reader. Es decir, de libros poco.
¿Cuál es, entonces, el problema con el despegue de los formatos digitales? El acuerdo en los porqué no es unánime -tampoco parece que llegue a serlo-. Mientras los lectores alegan una escasísima oferta digital -según los propios editores 60% de la oferta del libro digital todavía son catálogos jurídicos y bases de datos-, los representantes de la empresa del libro se defienden con la otra cara de la moneda: la poca demanda del público, que no estimula producción. Palabra de unos contra otros. ¿Quién tiene la razón?
España, un mercado en papel (por ahora)
La industria editorial española es la cuarta más potente en el mundo. Mueve anualmente cerca de 4.000 millones de euros, un 0,7% del PIB español. Sinembargo, y a pesar desu cuota de producción - unos 300 millones de libros y 80.000 títulos-, lascuentas del 2010 bajaron con respecto al año anterior hasta quedar en 2.890,80 millones de euros.
Existe, es cierto, una crisis económica que podría, y probablemente explique, una parte de la merma en las cuentas. Sin embargo, también es cierto que existe un precio fijo del libro que ampara y mantiene a flote a editores y libreros pero que hace lucir cada vez menos competitivo el formato digital. ¿Tiene sentido pagar más de 15 euros por un PDF cuando es posible comprar por 12 un ejemplar físico? Algo no cuadra.
Para Antonio María Ávila, director ejecutivo de la FGEE, los primeros que tendrían que sincerar el debate del libro digital serían los mismos productores de los soportes y proveedores de servicio. "El precio de las tabletas hay que preguntárselo a los de las cacharrerías, a quienes los fabrican. Además, esos cacharros hay que cambiarlos, porque evolucionan. De lo contrario nos va a pasar como con las yogurteras, ¿cuántos de vosotros tenéis una yogurtera y no la usáis?".
A pesar de estos argumentos, los editores dicen no estar en contra de una opción digital. "Me da igual el formato, si es papel o es pantalla, yo lo que quiero es vender", asume Antoni Comas, quien subraya que lo fundamental en todo este tema es la seguridad y la certeza de que existirán herramientas que protejan la propiedad intelectual de los títulos. "No nos puede pasar como a la música". En medio del toma y daca, y considerando que el argumento inicial es la falta de demanda, algo comienza a no cuadrar. ¿Si no hay demanda, por qué temen a la piratería?
Los rebotes de otros mercados podrían ocurrir en España
Entretanto, y con la llegada de Amazon (plenamente operativa en Diciembre) y el IBook a España, algunas editoriales ya han digitalizado una buena parte de su fondo. El Grupo Planeta, por ejemplo, se suma a la iniciativa de Apple al colocar a disposición de sus lectores más de mil libros digitalizados que incluyen, por supuesto, best sellers como Paulo Coelho, Matilde Asensi o Edurardo Punset, pero también todos los géneros, desde la ficción al ensayo, pasando por el libro infantil y juvenil de sus filiales Planeta, Seix Barral, Destino, Temas de Hoy, Oniro, Alienta, Minotauro, Martínez Roca, Crítica, Deusto, Emecé y Libros Cúpula. Random House está haciendo exactamente lo mismo.
Otras más pequeñas e independientes se han lanzado también al ruedo con una plataforma digital, librosinlibro.es, que agrupa a 13 sellos, entre ellos Libros del Viento, Rey Lear y Menoscuarto. A través de este portal, los editores buscan, primero, ofrecer libros a un precio más económico y, en segundo término, ampliar la oferta a través de 70 títulos -esperan alcanzar los 200- que incluye a clásicos como Chéjov, Kipling, Galdós o Rimbaud y a autores contemporáneos como Julio Camba, Ángel Vázquez, Óscar Esquivias y Gonzalo Calcedo.
Según explica el especialista y asesor Javier Celaya, de dosdoce.com, es cierto que estamos frente a un mercado de crecimiento lento que este año, con respecto al anterior, sufrió un punto de inflexión -no sólo aquí, sino en el resto del mundo- y ante el cual se asoman importantes signos de reactivación que coinciden con la política reciente de grupos editoriales en todo el mundo, entre ellos, los sellos señeros Penguin, Pearson y Random House .
“El sector se está moviendo. Todos los grandes grupos están desarrollando planes de negocio digitales y veremos grandes cambios. Algunos venderán directamente. Pearson anunció que vende ya directamente en digital, saltándose la cadena de valor, el libro, etc. Veremos más la venta directa”, comenta Celaya al colocar como ejemplo el mercado norteamericano, donde, debido al descenso en los precios de las tabletas, el negocio ha pasado de un 5% a un 20% de la cuota de mercado.
Precio fijo e IVA, ¿he ahí la cuestión?
Lo que sí es cierto, y permanece como una brecha entre digitales y analógicos, es la necesidad que señalan algunos especialistas y fuentes del sector no sólo de una bajada de los precios de los dispositivos, sino también de una dinamización del sector por la vía de la modificación del precio fijo del libro, un tema que escandaliza a editores y libreros –pues les amenaza directamente- pero por el que pasaría, en gran parte, una inyección de movimiento para un mercado que no termina de estallar y que, este año, con la implantación definitiva de Amazon en España, podría modificar seriamente las cifras del formato digital.
El segundo tema en la palestra sería el IVA. La reducción del precio del libro electrónico respecto al libro en formato físico lo haría mucho más competitivo y podría afectar el mercado de intermediarios y libreros que existen entre el ejemplar y su consumidor final. Sí, está claro. Sin embargo, a eso se suma otra variable: el IVA aplicable al libro electrónico.
Hace un año, la ministra Ángeles González Sinde habló de reducir el IVA al 4%, pero la iniciativa se fue a pique debido a las regulaciones europeas que impiden aplicar reducciones fiscales a los libros electrónicos, por considerar estas transacciones como comercio electrónico. Sin embargo, el candidato presidencial Alfredo Pérez Rubalcaba ha hablado de retomar el tema de la reducción impositiva. Lo dijo en plena feria LIBER. ¿Será el PP capaz de recoger, también ese guante?
En respuesta, José María Lassalle, portavoz de cultura del PP, se refiere a estos temas como letra pequeña de una gestión que aún organiza sus grandes líneas. Sin embargo, y en eso insiste el portavoz, la concepción que se tiene de un negocio cultural pasa necesariamente por todas aquellas medidas que beneficien y favorezcan el intercambio de información. Sin embargo, y de todas formas, una hipotética bajada pasa por Bruselas. Entretanto, el 2% del volumen del libro espera diciembre para estallar dos o tres puntos por encima de su valor. ¿Tic tac tic tac? Avanza el tiempo y el debate entre "apocalípticos" y "digitales" coge cuerpo.
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