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Jobs, el hombre que hizo a las máquinas bellas

Fue, después de Malévich, el reinventor de un nuevo Blanco sobre blanco.  El hombre más importante después de Newton, dijeron a pocas horas de saberse la noticia de su muerte . Creador del Ipad -pasó de mouse al dedo-; revolucionador del mundo móvil -con el Iphone hacemos mucho más que sólo hablar por teléfono-. El cerebro tras níveo aluminio de los ordenadores.

Fue, después de Malévich, el reinventor de un nuevo Blanco sobre blanco.  El hombre más importante después de Newton, dijeron a pocas horas de saberse la noticia de su muerte . Creador del Ipad -pasó de mouse al dedo-; revolucionador del mundo móvil -con el Iphone hacemos mucho más que sólo hablar por teléfono-. El cerebro tras níveo aluminio de los ordenadores.

La muerte de Steve Jobs supone una pérdida no sólo para el mundo de la informática, no sólo para los parqués, mucho menos sólo para programadores o informáticos. Ésta es una muerte que incumbe al mundo entero, porque la desaparición de Jobs supone la partida de un hombre que cambió las fomas de crear y consumir cultura.

El Mac que hoy conocemos  debutó en enero de 1984. El mundo cambiaba y Jobs mucho antes que él. En medio de un mercado dominado por pesadas y frías interfaces, Jobs creó el primer ordenador que presentaba todas sus funciones de una manera gráfica. Jobs no sólo hizo simple lo complejo; también se ocupó de hacerlo bello.

Pasamos de manipular a tocar; del mouse a la pantalla táctil. Cambiamos nuestra forma de consumir música, con el Iphone. Reaprendimos y asimilamos una nueva iconografía del diseño en cada uno de los productos donde Jobs intervino.

Lo dijo, a tres días de su muerte,  Ross Douthat, blogger, columnista de The New York Times y editor de la revista cultural The Atlantic. El mayor testamento de Steve Jobs no es sólo su perfección estética, sino la creación de una concepción más dinámica e intuitiva de la forma de pensar y comunicarnos.

En un discurso pronunciado en 2005 por Jobs en la Universidad de Standford, Jobs comentó que cuánto tiempo había dedicado a tomar clases de caligrafía. Dijo Jobs haber aprendido, al estudiar los trazos manuscritos y no manuscritos, "sobre la variación del espacio con distintas combinaciones de letras".

Se zambulló, de lleno, en explorar todo aquello que hacía que una tipografía fuera distinta. No sólo se ocupó de hacer funcionar algo. Procuró que su apariencia y su mecanismo aspiraran a reformular y reconvertir aquello que ya conocíamos.  

"Fue artísticamente sutil de una forma que la ciencia no puede capturar, y me pareció fascinante. Nada de esto tenía una aplicación práctica en mi vida, pero años después, cuando estaba diseñando la primera computadora Macintosh, me fue muy útil. Todo lo diseñamos en la Mac. Fue la primera computadora con tipografía hermosa".

Su muerte, las 56 años tras una larga lucha contra un cáncer de páncreas diagnosticado en 2004, tomó por sorpresa a quienes hoy agradecen a este californiano haber creado un antes y un después en nuestras propias formas de consumir y crear cultura.

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