Los últimos indicadores adelantados publicados por diferentes organismos internacionales, públicos y privados, reflejan una brusca, profunda, y amplia desaceleración global. En este contexto, la inacción de las autoridades económicas globales para no intervenir el sistema bancario, esperando que una mejora del ciclo económico llevara a una recuperación del margen de los bancos, ha tocado a su fin. Ya no hay excusas.
Los índices de indicadores adelantados publicados por la OCDE apuntan a una amplia desaceleración, tanto del crecimiento económico global, como de las principales áreas geográficas. Destaca, especialmente, la pérdida de impulso económico de los países emergentes.
Mientras que en China, Brasil e India los indicadores adelantados se desaceleran de manera notoria, en Rusia se consolida el cambio de tendencia. En Brasil y la India se nota la restricción monetaria, que empieza a tener sus efectos en China, donde los peligros de sobrecalentamiento son evidentes. Rusia, favorecida por el ciclo secular alcista de las materias primas, ya ha empezado a desacelerarse. Si la desaceleración de Occidente se intensifica, como apuntan los datos, los países emergentes no ejercerán de válvula de escape para la economía global.
Los indicadores adelantados específicos para la Zona Euro y Estados Unidos, reflejan que la probabilidad de recesión es muy elevada. El indicador adelantado de la Reserva Federal (FED) para Estados Unidos, el índice CFNAI, en los últimos meses se ha desplomado, y se aproxima de nuevo a la recesión económica, dada por el nivel crítico de -0,7, por debajo del cual la FED suele bajar tipos de interés, pero ya no puede, o implementar una expansión cuantitativa, que ya ha tocado a su fin.
El indicador EuroCoin referente a la Zona Euro, publicado mensualmente por el Center for Economic Policy Research (CEPR), correspondiente al dato de septiembre, apunta a un crecimiento tendencial intertrimestral de largo plazo próximo a 0%, siendo el dato más bajo desde septiembre de 2009. Confirma ya no solo la desaceleración notoria de la Zona Euro, sino la mayor velocidad de caída desde que se publica el dato.
La evolución de estos indicadores adelantados ha hecho que distintos bancos de inversión hayan adaptado fuertemente a la baja sus expectativas. Eso sí, como siempre, favoreciendo a Reino Unido y Estados Unidos frente a la zona Euro. Sin embargo, la realidad económica de los dos países anglosajones es objetivamente tan mala como la zona Euro. Como señala uno de los think tank más influyentes de Europa, Leap 2020, estamos en una crisis de deuda, y en Reino Unido y Estados Unidos los volúmenes de deuda, pública más privada, sobre PIB son, después de Irlanda, los mayores del mundo.
JP Morgan, quizás el banco de inversión más prudente sobre las perspectivas de ciclo económico global, en su último informe Global Issues de 11 de octubre, detalla los dos mecanismos de transmisión de la desaceleración-recesión de las áreas desarrolladas a los países emergentes.
Por un lado, a través de las relaciones comerciales. Con datos históricos, una desaceleración de un 1% en el crecimiento de la Zona Euro y Estados Unidos implicaba, en promedio, un descenso de un 1% en los países emergentes, siendo mayor en Latinoamérica, Europa Emergente, Oriente Próximo y África (EMEA), que en China e India.
Por otro lado, el segundo mecanismo de transmisión funciona a través de los mercados financieros. Cuando el apetito por el riesgo disminuye, y los inversores son aversos al riesgo, los flujos de capital a los países emergentes descienden, e incluso revierten. Mientras que las fuentes de financiación doméstica se han incrementado en las áreas emergentes, el desapalancamiento de bancos europeos y americanos supone un claro riesgo, especialmente para Latinoamérica, Europa Emergente, Oriente Próximo, y África. El excesivo recurso al crédito en dichas áreas podría exacerbar los efectos de las restricciones financieras, haciendo que el primer mecanismo de detracción de crecimiento económico, vía relaciones comerciales, fuera aún mayor.
La inacción de las autoridades económicas globales para no intervenir el sistema bancario global, esperando que una recuperación del ciclo llevara a una recuperación del margen de los bancos, ha tocado a su fin. Ya no hay excusas. En el contexto de desaceleración-recesión global para 2012, que hemos descrito, urge una reordenación y reducción del tamaño del sistema bancario mundial, que además conlleve una disminución de la deuda privada y pública existente, y donde los acreedores sufran la correspondiente quita.
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