El bono español cayó ayer hasta fijar su rentabilidad en el 5,54%, casi 10 puntos básicos por encima de la apertura, todo ello a pesar de que no pararon de llegar aparentes buenas noticias desde la Cumbre de Bruselas. Sin embargo, esta vez no apareció el Banco Central Europeo (BCE) con su recompra de bonos para frenar la oleada vendedora. Algo que sorprendió y que los inversores justifican con que el presidente del banco central quiere dejar claro que la situación es compleja y que los países deben afrontar medidas. No basta con aguardar soluciones de los demás miembros de la UE.
El tipo alcanzado ayer, que coloca la prima de riesgo en 342 puntos básicos, es el más alto desde finales de 2000, si se exceptúa el test de stress sufrido por nuestros bonos entre finales de julio y principios de agosto, que llevó su rendimiento puntualmente al entorno del 6%. Esos movimientos fueron muy breves y enseguida se contrajeron, pero el declive posterior hasta esta zona ha sido sostenido.
Conviene recordar que los expertos y entidades financieras han colocado en el 5,50% la rentabilidad a partir de la cual el Tesoro no puede financiarse de manera sostenida. Emitir deuda a esos tipos pone muy en duda la capacidad de pago de intereses y devolución del principal. Sorprende que el BCE haya dejado caer la deuda española más allá de esta cota psicológica cuando la semana pasada, sin ir más lejos, invirtió 4.500 millones de euros en defender los bonos españoles e italianos.
Así, en los días precedentes, cuando el 10 años doméstico superó el 5,50%, de inmediato descendió por debajo de dicha zona; en la misma sesión. Ayer no ocurrió esto. Es probable que el organismo que pilota (por poco tiempo ya) Jean-Claude Trichet vuelva a darle un empujón hacia abajo a la rentabilidad del papel de referencia, pero también que ha sorprendido que se dejara caer al mercado, en un entorno en el que los mandatarios europeos han salido de su reunión del fin de semana hablando bien de España y hay buenas expectativas sobre el Ecofin de este miércoles.
El BCE ha querido dar un toque de atención, dejando claro que aunque los Gobiernos estén intentando arreglar la crisis soberana y la recapitalización de la banca con ayudas públicas, la situación es complicada y son precisas medidas de urgencia. Que quede claro que no está todo arreglado ni mucho menos.
A esta tesis se suma Nicolás López, director de análisis de M&G Valores, que añade que “con seguridad, España e Italia deberán financiarse en el futuro en ese entorno y otro más bajo sería artificial”.
Un aviso
De esta manera, “el BCE asegura la financiación, pero da un aviso. Las medidas de los Gobiernos son parches de urgencia para el medio plazo, pero entonces serán los mercados quienes deberán financiar, no los estados”.
Jesús Sánchez-Quiñones, director general de Renta 4 se adhiere a estas teorías: “claramente, esto es así”, aunque al menos, se muestra optimista sobre las resoluciones que se puedan adoptar en la próxima reunión del Eurogrupo y del G-20. “Las noticias serán buenas… de lo contrario, sería catastrófico”.
Sobre el comportamiento de los bonos en el futuro, el experto cree que en breve recuperarán algo de terreno, seguramente por el apoyo del BCE. Lo mismo opinan en Banif, donde ayer afirmaban que “seguimos esperando un mejor comportamiento relativo de las referencias de deuda pública española”.
Una potencial recapitalización del sistema bancario podría suponer una mayor carga de riesgo para los Estados, sin embargo en España “debería contribuir a reducir la prima de riesgo sistémica”. Asimismo, “la posibilidad de que la Autoridad Bancaria Europea acabe decantándose por el mark-to-market en detrimento de aplicar haircuts para cuantificar necesidades adicionales de capital en la banca europea podría reorientar demanda hacia la curva española. Esperamos, eso sí, una volatilidad elevada a corto plazo”.
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