Nueva ronda de fusiones en el sector financiero y una purga en los balances bancarios. Los dos mensajes llevan semanas saliendo de la boca de los responsables políticos del PP o futuribles del nuevo gabinete de Mariano Rajoy. Sin embargo, nadie es tan explícito como Luis de Guindos, ex secretario de Economía del PP en el Gobierno de José María Aznar. "Hay que recapitalizar y sanear las entidades en el primer trimestre del próximo año para evitar que el colapso financiero castigue más a la economía española", admite De Guindos, a quien las quinielas le señalan para ocupar un puesto de responsabilidad económica en el Ejecutivo del PP.
Su plan, que ya maneja el equipo económico de Rajoy, se articula a través del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), el "cortafuegos" aprobado la semana pasada por la eurozona para garantizar que la crisis griega no se extienda a otros países, y que se prevé dotar con un billón de euros. A su juicio, este instrumento concederá "facilidades" a España para colocar de nuevo deuda a medio y largo plazo, con la que se sufragaría la compra de todos los activos tóxicos –los inmobiliarios- que actualmente tienen los bancos y cajas españolas en sus tripas. Una fórmula alternativa al conocido como banco malo que, al contrario que éste, no penaliza tanto al contribuyente puesto que los activos deteriorados se amortizan con los fondos captados en las emisiones sin que se eleve el déficit, además de con su venta última por parte del Estado. Para ello, según explican desde el interior del PP, se efectuarían road shows, como los que han venido efectuando tanto José Blanco, titular de Fomento, como Beatriz Corredor, secretaria de estado de Vivienda, por varios países europeos para presentar la oferta inmobiliaria actual de bancos y cajas.
"De esta manera, aunque habría ayudas públicas, se dejaría de hablar de intervenciones y nacionalizaciones que tanto están lastrando la imagen del sector financiero español", explican desde una entidad que, como De Guindos, considera que es poco viable la fórmula del banco malo porque sus compras computarían como déficit público.
El vicepresidente de CaixaBank, Juan María Nin, si apuesta, sin embargo, por la fórmula del banco malo. "La creación de un banco malo es algo que forma parte de una gestión normal en situaciones de crisis sobre todo si están muy vinculadas al ladrillo. Si la gestión y ejecución del banco malo se hace bien, entonces se trata de una idea muy, muy buena", aseguró Nin, el pasado viernes durante la conferencia de resultados de su entidad.
El proceso necesita de una verdadera actualización a precio de mercado de la cartera inmobiliaria del sector financiero español. Una necesidad en la que ya trabaja el Banco de España, que prepara una norma en la que obligará a la banca a remitir más información sobre su exposición problemática al sector inmobiliario, cifrada en 176.000 millones, según los datos del propio supervisor. "Si los precios se vuelven realistas empezará a aligerar el stock, principalmente, de suelo y edificios porque hay fondos que están interesados en comprar", admiten un par de brokers inmobiliarios.
En ese desnudo y recálculo del ladrillo, De Guindos maneja que surgirán "pérdidas en los balances" que obligarán a una sensible reducción de actores financieros por medio de fusiones. Esa misma línea manejan en el Santander y BBVA, en un momento en el que negocio está bajo mínimos, con los márgenes cayendo desde hace más de seis trimestres y un aumento constante de la morosidad.
Este delicado momento se confirma desde las propias cuentas de resultados. De hecho, los cuatro grandes de la banca -Santander, BBVA, Popular y Caixabank- lograron un beneficio conjunto de 9.695 millones en los nueve primeros meses de 2011, lo que arroja un descenso del 14% en relación al mismo periodo del año anterior. Datos a los que hay que añadir los 295 millones de beneficio de Bankia en sus nueve primeros meses de vida.
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