Lejos quedan esos tiempos en los que el Partido Andalucista era visto como la llave para formar Gobierno. Atrás queda la experiencia de la Junta (1996-2000), cuando se coaligó con el PSOE, o el Ayuntamiento de Sevilla, que el histórico Alejandro Rojas Marcos administró con el apoyo del PP (1991-1995).
El PA es hoy un partido que no está ni en el Congreso ni en el Palacio de San Telmo. Aunque en las últimas elecciones municipales apenas subió en votos, las encuestas dicen que el profesor de Derecho de la Universidad de Sevilla, Fernando Álvarez-Ossorio, podría representar al andalucismo en Madrid los próximos cuatro años. "El estado autonómico debe basarse en la solidaridad y la igualdad. O caemos todos o sobra alguien", dice.
Tras desaparecer del Congreso en 2004 y del Parlamento andaluz en 2008, el PA no ganó votos en las pasadas municipales. ¿El andalucismo ya no está tan en boga?
Yo creo que el andalucismo debería tener más fuerza que nunca. Y digo debería porque dependerá de los ciudadanos. Andalucía está en una situación de emergencia. Es la comunidad autónoma más castigada por el paro (30,93%, según la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre de 2011). Tenemos a un 54% de desempleados con edades entre 18 y 25 años. Ante esto, los andaluces no podemos renunciar a tener voz en Madrid.
¿Cómo se combate el ingente desempleo de su comunidad?
Hemos propuesto que la financiación autonómica vaya ligada al índice de paro. Y ojo, porque esta medida no solo confronta con los partidos mayoritarios, PP y PSOE, sino, sobre todo, con los nacionalismos insolidarios del norte.
Ahora mismo entre Andalucía y Cataluña saltan chispas.
El PA es un partido convencido de la necesaria cohesión territorial del Estado de las Autonomías. Son otros los que pretenden generar la asimetría. Concretamente, esas voces proceden de Cataluña y proponen ahora un pacto fiscal, es decir, un concierto económico: recaudar todo para no dar nada. El estado autonómico debe basarse en la solidaridad y la igualdad. O caemos todos o sobra alguien.
Si obtiene escaño, ¿pactará con el PP?
No. Somos un partido de izquierdas. Que quede tremendamente claro. No representamos a la burguesía andaluza del PP. Nuestro objetivo es abordar la desesperanza de los parados, de las mujeres andaluzas, de nuestros jóvenes. Las políticas de pactos se tratarán en los parlamentos. La palabra pactar aterra, porque los ciudadanos la identifican con el reparto del pastel. Y yo no quiero ninguna tarta, sino un futuro mejor para los andaluces y los españoles.
¿Austeridad o crecimiento?
Se atiende demasiado la voz de los mercados. Cualquier lector de prensa puede verlo: hoy he leído que un comité de expertos ha explicado a [el primer ministro británico] David Cameron que su política de austeridad es un fracaso y paraliza la economía. Creo que la única austeridad que tiene cabida es la austeridad inteligente. La inversión pública, sobre todo en educación, es clave para el futuro.
¿Qué opina de Griñán?
Ha lanzado su último órdago: retrasar las elecciones. Ha cumplido una de las reivindicaciones del andalucismo, que es tener elecciones propias; pero lo hace por pura estrategia electoral: sabe que el PP puede gobernar en diciembre, y espera que Rajoy enseñe los dientes hasta los comicios autonómicos de marzo. En definitiva, Griñán y el PSOE representan a un Gobierno mortecino.
¿Y del 15-M?
La derecha cainita de José María Aznar los llama antisistema. Para mí, Aznar es el antisistema. Los ciudadanos tienen todo el derecho del mundo a expresarse en democracia. Dependerá de si nosotros, los que intentamos ser representantes del pueblo, escuchamos y hacemos atractivas las ofertas electorales. Que la gente pase del “no les votes” al “voy a votar por”.
¿Qué queda hoy de las ideas de Blas Infante?
Blas Infante contaba que se hizo andalucista cuando veía desde la ventana de su casa a los jornaleros de su pueblo arrastrando el hambre. Cuando redactó nuestro himno, quería apelar a la esperanza. Por eso escribió: “Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos”. Por desgracia, hoy también volvemos a ser lo que éramos: un pueblo dependiente, de emigración y con un paro ingobernable.
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