La patronal CEOE, que estos días ha copado algún titular por los seis despidos improcedentes de principios de noviembre –los primeros desde su fundación, en 1977-, hace tiempo que empezó su plan de ajuste. Concretamente, arrancó con la llegada de Juan Rosell, hace casi un año, y afecta ya al 20% de la plantilla aproximadamente, cuentas fuentes internas.
Según estas mismas fuentes, la reestructuración emprendida por Rosell “no es ningún secreto”, pues el presidente de la confederación se estrenó en el cargo prometiendo un “adelgazamiento” del esqueleto patronal. Para empezar, el catalán cumplió su promesa de reducir de 21 a nueve las vicepresidencias. Si a la llegada de Rosell laboraban en CEOE en torno a 130 trabajadores, ahora bordean el centenar.
La reducción no se ha hecho mediante despidos, excepto en el caso de los seis relevos, tal como publicó El Mundo el miércoles. “Lo que se ha hecho son prejubilaciones y jubilaciones que no han sido después cubiertas, bajas voluntarias, contratos por obra ya concluidos…”, enumeran desde la patronal. “Se trata de ahorrar en costes de personal y, de paso, de predicar con el ejemplo”, remachan.
La CEOE no esconde que tiene a gala su austeridad, pues también la pide para el resto. Ayer mismo, el líder del empresariado madrileño y vicepresidente de la patronal, Arturo Fernández, recomendó al Gobierno que pasado mañana saldrá de las urnas medidas de ajuste “drásticas e inmediatas”. “España está al borde del crack”, agregó en tono agorero.
Cinco de los seis despedidos cobrarán 45 días por año trabajado, una cifra que, si existiera hoy en la legislación laboral, aterraría a los dirigentes de la confederación.