El Banco de Valencia seguirá la senda trazada por la CAM. La intervención de la caja alicantina hizo aflorar nuevas pérdidas, inversiones ruinosas, una sangría en su ratio de morosidad y un descenso en la cobertura de sus prestamos dudosos. "El banco valenciano calcará el esquema de la CAM, aunque, proporcionalmente, sus pérdidas serán mayores que las de la caja alicantina", aseguran fuentes conocedoras de los números del Banco de Valencia.
Como ha sucedido con la CAM, la exposición al sector inmobiliario es por donde se desangra la entidad valenciana. La inspección del Banco de España ha descubierto créditos problemáticos por valor de 2.000 millones de euros, 600 millones más que los reconocidos por la propia entidad en los resultados del primer semestre, la última comunicación pública de sus cuentas. A 30 de junio, la entidad ahora intervenida reconocía 1.395 millones de difícil cobro, lo que rozaba casi el 10% del volumen total de créditos concedidos (18.865 millones)
Esos 2.000 millones de préstamos de riesgo especial elevarán su morosidad a una cifra que podría alcanzar el 15%, lo que supone duplicar la media actual del sector, cifrada en septiembre en el 7,16% . Tras la intervención en la CAM, los nuevos administradores del FROB elevaron la mora de la caja alicantina por encima del 19%. "Si el Banco de España hubiera demorado la intervención durante algún tiempo más, las cifras de impagados podrían haber superado a las de la CAM", admiten fuentes del sector financiero.
A finales de junio, la tasa de morosidad del Banco de Valencia alcanzaba el 6,99%, frente al 4,97% que se registraba a 30 de junio de 2010. Por segundo trimestre consecutivo, el Banco de Valencia no ha querido publicar el dato de cobertura de la morosidad contable (sí publica otro en el que se incluyen las garantías hipotecarias, pero no es el habitual). Esta última cifra apenas alcanzaba el 42,88%.
Según comunicó el lunes el supervisor, como explicación de la intervención, las necesidades de recapitalización del Banco de Valencia ascienden a 560 millones por la reclasificación de los créditos (de sanos se han pasado a dudosos) y otros 250 millones aproximadamente se derivarán de la contabilización de numerosos préstamos como subestándar, lo que significa que es previsible que sufran algún impago en breve. Por esta razón, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) inyectará 1.000 millones en forma de capital y una línea de liquidez de otros 2.000 millones.