"La CAM es lo peor de lo peor". Aquella descripción de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, dicha en tono de gracieta, le costó a la caja alicantina perder 1.500 millones en depósitos en apenas una semana. Aquella descripción de MAFO le costará a todos los contribuyentes más de 15.000 millones de euros o una millonada que nunca conoceremos, a través del Esquema de Protección de Activos (EPA) habilitado para el comprador. Ante el sonrojo de las cifras, MAFO se alejó el pasado jueves, fecha tope para comunicar las ofertas vinculantes por la caja alicantina, de esa transparencia de la que tanto presume en sus apariciones públicas. Discursos en los que, por supuesto, sus decisiones siempre se explicitan como “lo mejor de lo mejor”.
“No podemos decir nada”. “No podemos hacer comentarios”. “No tenemos autorización para decir nada”. “No vamos a decir nada”… Tras cada llamada al Banco de España, Santander, BBVA, Barclays, CaixaBank, Sabadell e Ibercaja (de JC Flowers este diario no encontró ningún interlocutor), la misma respuesta. La mordaza de MAFO. El silencio impuesto por una institución (ergo MAFO) que obligó a todas las entidades a callar para intentar tapar la única oferta (Sabadell) formal por la CAM. Una oferta entre siete actores. La foto debió destilar muchas interpretaciones, y todas negativas, en Cibeles para poner el esparadrapo en la boca de las entidades. Una oferta. Sinónimo de ¿fracaso?, ¿miedo?, ¿pérdida de credibilidad del sector financiero español en el exterior?... Una oferta. “Qué se podía esperar cuando se pone en venta lo ‘peor de lo peor’”, se escuchaba ayer desde una institución, harto del dolor de labios del esparadrapo.
De 17:00 a 21:15, desde este diario se realizaron 57 llamadas, una decena de SMS, algún mail y un par de 'vibers' (un programa similar al whatsApp) para quitarle la mordaza a la tarde. Después de infinitos ‘noes’, alguien decidió que en era de las redes sociales no se podía tapar la información. Alguien, inteligente, debió de pensar que peor que el silencio impuesto por el supervisor era dejar que en el parqué se pudiera castigar la asociación de su marca, cuando no era así, con la CAM.
Así fueron aparecieron, de fuentes empresariales y amigos de entidades ajenas al proceso de compra, la negativa de Barclays, la propuesta de CaixaBank de que sólo entraría en un proceso de compra de activos, la caída de los dos grandes (Santander y BBVA) y, por fin, la oferta del Sabadell. “Nosotros no vamos a hacer ningún comentario”, respondía el Sabadell ante la llamada para confirmar la noticia.
El día acabó con tantos interrogantes por la mordaza de MAFO como la cantidad de dudas que genera la credibilidad del supervisor en su actuación con la CAM. “Nadie quiere hacerse cargo de la CAM porque dudan de qué puede haber dentro. Si se confiara en el Banco de España, a alguien le saldrían las cuentas para comprarla”, aseguraban en una entidad, cuando el supervisor intentó, a través de Nomura, la primera venta de la CAM, tras la ruptura del SIP de Banco Base. Era entonces primavera. Ahora otoño cerrado.
Cajastur y las cajas de Extremadura y Cantabria rompieron el acuerdo de integración con la CAM tras conocer, un mes después de que tuviera conocimiento el Banco de España, que existía un acta de una inspección del supervisor que señalaba una necesidad de 1.427 millones resultantes de dos factores. Por una parte, la integración en Banco Base obligaba a la CAM a indemnizar con 802 millones a Aegon y General Electric, sus socios en bancaseguros y financiero, respectivamente, por no tener el control mayoritario de la entidad. Por otra parte, la simulación de los test de estrés obligaba a la caja alicantina a provisionar otros 625 millones, al aumentar los préstamos morosos y subestándar (en riesgo de pago) de toda su cartera crediticia.
Los datos permanecieron ocultos para los tres socios durante un mes. Días en los que el Consejo de Banco Base desarrollaba su diseño organizativo e incluso se hablaba de la posibilidad de salir a Bolsa, sin que ningún actor (CAM y Banco de España) comunicase a los dirigentes de Cajastur, Caja Cantabria y Extremadura el desorden de las cuentas.
Otro silencio ‘made in Mafo’, como cuando los ex socios del Banco Base intentaron pedir una explicación al comportamiento de la institución y él se refugió en las contestaciones de Javier Aríztegui, subgobernador de la entidad. Otro silencio a pesar de que la CAM aún no era “lo peor de lo peor”. Ni estaba intervenida ni sus resultados estaban en números rojos y la morosidad todavía tenía un dígito (8,7%).
Ahora la CAM, “una entidad que se ha ido arrugando como un papel viejo desde que empezó su proceso de venta”, como explican desde una de las entidades que ha estado en la puja, espera dueño. Sólo hay una oferta. El comprador, sin embargo, aún está en el aire. La oferta del Sabadell es cara. Con muchos salvavidas para no hundirse. Con muchos ceros para cubrir necesidades de capital fomentadas por el derroche en el ladrillo y millonarias obligaciones de liquidez. Lógico. Va a comprar “lo peor de lo peor”.
Su valentía, desde luego, no merecía quedar en silencio. Todo lo contrario. Pero Mafo no ha sabido darle vida a su eslógan favorito con la propuesta del Sabadell. “El sistema financiero español es el más fuerte de Europa”, ha repetido en multitud de ocasiones. Tanto, como para que una entidad mediana, para lo que está demandando Bruselas, quiera sacar músculo financiero y convertirse en sistémica.