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El Museo Reina Sofía presenta el tercer tramo de su Colección


El Museo Reina Sofía presenta el tercer tramo de su Colección, que abarca el período que va de 1962 a 1982 y que acoge unas 300 obras para ilustrar los "cambios estructurales" que se impusieron en la vida política y artística de aquellas décadas. Pinturas, dibujos, instalaciones, fotografías y vídeos de artistas como Bruce Nauman, Nancy Spero, Sol LeWitt, Dan Flavin, Muntadas, Hélio Oiticica, Luis Gordillo o Donald Judd demuestran que el mundo estaba cambiando de manera global.

El Museo Reina Sofía presenta el tercer tramo de su Colección, que abarca el período que va de 1962 a 1982 y que acoge unas 300 obras para ilustrar los "cambios estructurales" que se impusieron en la vida política y artística de aquellas décadas. Pinturas, dibujos, instalaciones, fotografías y vídeos de artistas como Bruce Nauman, Nancy Spero, Sol LeWitt, Dan Flavin, Muntadas, Hélio Oiticica, Luis Gordillo o Donald Judd demuestran que el mundo estaba cambiando de manera global.

El 80% de las obras expuestas en este tercer tramo de la colección --que ocupa 2.200 metros cuadrados y dos plantas del edificio Nouvel-- son nuevas adquisiciones compradas en los últimos tres años, según ha explicado el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel.

También destacan las donaciones y los depósitos que ha conseguido el Museo, a través de distintos acuerdos, como la colección Onnasch, con cuatro obras de George Brecht, una de Dieter Roth y otra de Daniel Buren o el depósito de Vijande que ha proporcionado la posibilidad de incorporar varias obras de Luis Gordillo.

Pero sobre todo resalta el depósito de la Colección Sonnabend. Artistas decisivos de la segunda mitad del siglo XX, como John Baldessari, Donald Judd y Bernd y Hilla Becher pueden verse ahora formando parte de la Colección.

La descolonización, las revueltas del 68, los movimientos feministas, la crisis económica, la expansión de la cultura popular y la eclosión de otras modernidades periféricas van articulando un discurso expositivo en el que se atiende fundamentalmente al microrelato, según precisa el director del Museo Reina Sofía.
 

 El recorrido parte de la Batalla de Argel y de la Revolución Cubana, y se adentra en el campo en continua expansión de unas prácticas que ya no siguen una dirección única.

 En esta narración babélica se oyen las voces de movimientos y artistas españoles como Zaj, Nacho Criado, Luis Gordillo, o Grup de Treball, dentro del gran coro de la escena internacional, donde destaca la presencia de obras de la vanguardia latinoamericana, con autores como Hélio Oiticica, Juan Carlos Romero o el colectivo CADA.

 Es reseñable también el protagonismo de los trabajos de artistas mujeres, gran parte de ellos de nueva adquisición: Martha Rosler, Eugènia Balcells, Concha Jerez, Esther Ferrer y Liliana Porter, entre otras.

 Y durante la segunda mitad de la década de los setenta, jóvenes de barrios obreros de las grandes ciudades, en gran parte de origen rural, conforman una contracultura que, al tiempo que desafía las convenciones morales y de comportamiento remanentes del franquismo,. Surgen así libelos, fanzines, conciertos, obras de teatro, fotografías o cómics se multiplican a través de canales propios de consumo y distribución.

 En este contexto, se exhibe en el Museo Reina Sofía el vídeo del programa 'La edad del oro' con la actuación del dúo musical formado por Pedro Almodóvar y McNamara, con su propuesta que amalgama glam rock, funk, punk y heavy metal "en la que lo performativo se superpone a lo musical", explican desde el Museo Reina Sofía.

 Según explican desde el Museo, la entrada en la década de los ochenta pone un punto y aparte en el devenir político e ideológico que había situado al arte en contacto directo con el mundo. La emergencia de los conservadurismos, simbolizada por los gobiernos de Thatcher y Reagan, anuncia el agotamiento progresivo de las dinámicas de la Guerra Fría.

 "Se van forjando conceptos que cuajarán a finales de la década: la teoría del fin de la historia (que niega al ser humano la posibilidad de liderar procesos de alteración de la realidad social y política) y la del choque civilizatorio (que anula cualquier posibilidad de interacción constructiva entre las culturas del mundo). Ante esta situación, muchos artistas se cuestionan a sí mismos mediante un impulso hacia la alegoría, un concepto en el que se enmarca a un conjunto heterogéneo de prácticas que basculan entre la relectura melancólica de una modernidad crítica y el repliegue individual".

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