La Caixa cerró la semana pasada una emisión de 1.500 millones de euros en deuda subordinada que se colocó con una enorme rapidez y anunció ayer una nueva de bonos ordinarios por importe de 3.000 millones. La primera, refuerza sus ratios de capital, la segunda su liquidez. Lo relevante es que en ambos casos se han realizado las operaciones exclusivamente a través de su red comercial. El cliente particular ha sido el comprador de unos productos ‘senior’, que habitualmente adquieren fondos de inversión, de pensiones, seguros o bancos. Pero en ninguna de estas dos ha habido tramo institucional, como confirman en la entidad catalana.
Los mercados están cerrados y las entidades financieras se las están ingeniando para financiarse, ante los exigentes (y un tanto erráticos, también hay que reconocerlo) requerimientos de capital de la autoridad bancaria europea y la falta de liquidez generalizada. No sólo hay que cumplir con los reguladores internacionales, sino que también hay que mantener viva la operativa diaria, es decir, dar créditos.
La caja catalana puede presumir tanto de una red comercial casi imbatible, como de una amplísima base de clientes. Ambas cosas son muy buenas y diferenciadoras para una entidad financiera, sobre todo en un entorno de crisis como el actual. Sin embargo, también hay voces que señalan que estos no son los productos más adecuados para la red comercial.
En primer lugar, estos bonos (tanto la deuda subordinada como la ordinaria) les diferencian de los depósitos en que no hay una garantía detrás, como la del Fondo de Garantía de Depósitos. Además, son instrumentos algo ilíquidos. Aunque pueden venderse antes de la fecha del vencimiento, ahora mismo los bonos de entidades financieras en el mercado secundario no son los activos más demandados del momento. Ni los más líquidos tampoco.
Por supuesto, se trata de instrumentos que cuentan con el visto bueno de la CNMV y que cotizan en mercados regulados. El único riesgo que tienen es el del propio emisor (hablando claro: que quebrara La Caixa, algo que se antoja más que improbable), ya que al vencimiento se recupera el principal más los intereses. No hay pérdidas posibles. En eso se diferencian claramente de otras emisiones de convertibles realizadas por bancos, que al vencimiento entregan acciones y que, después del hundimiento de los mercados durante la crisis, causarán, con toda seguridad, fuertes pérdidas a sus inversores; casi todos particulares.
Desde otra entidad financiera comentan que “esta práctica la hemos realizado todos, aunque hay que tener cierto cuidado. No se puede poner toda la deuda en manos de particulares exclusivamente”.
Rentabilidad imbatible
Las emisiones, de todas formas, ofrecen rentabilidades muy interesantes, insuperables realmente. Con la deuda soberana de España por encima del 6%, La Caixa no ha andado por las ramas. La emisión de bonos subordinados, que se cerró en una semana, se colocó a un 7,5% anual, equivalente a un 7,71% TAE.
La rápida venta demuestra “la excelente acogida entre los clientes de la entidad, que cursaron 32.339 órdenes de suscripción”, señala la entidad en una breve nota. Así, insisten en “la fortaleza comercial de CaixaBank en un entorno especialmente complejo”.
El interés se pagará al cliente mediante un cupón trimestral, con un importe nominal por obligación de 1.000 euros y una suscripción mínima de 6.000 euros. El desembolso para los clientes se realizará el próximo 15 de diciembre y el vencimiento de la emisión será el 31 de enero de 2017. Esta emisión fue calificada por Moody’s con A3 y por Fitch con A.
La operación está dirigida a reforzar la solidez financiera de la entidad y, por supuesto, “consolida la posición de liderazgo de la entidad en operaciones dirigidas al mercado retail”.
Los bonos senior, de los que se colocarán 3.000 millones de euros, (aunque Caixabank se reserva el derecho a ampliarla a 4.000 millones) vencerán el 20 de enero de 2015 y su rentabilidad nominal es del 4,91%, si bien la TAE se sitúa en el 5%.
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