Esta vez la negociación no va a durar un año, como en la anterior legislatura. Rajoy le ha dado a Joan Rosell, a Cándido Méndez y a Ignacio Fernández Toxo un mes justo para que le pongan sobre la mesa los puntos en común sobre la reforma del mercado de trabajo y la negociación colectiva, consciente de que tanto los sindicatos como los empresarios tienen perfectamente definidas sus líneas rojas y no conviene marear la perdiz.
UGT ha sido clara desde el principio y le ha transmitido al futuro presidente del Gobierno que las posibilidades de acuerdo son más bien escasas. Méndez opina que la reforma laboral no resuelve por sí sola la creación de empleo, se remite a la experiencia de la aprobada en el verano de 2010, y defiende fórmulas para reactivar la economía. Aunque en esto coincide con Toxo, el secretario general de Comisiones Obreras ha sido mucho más diplomático y no ha cerrado tanto la puerta a la negociación con el próximo Gobierno.
A día de hoy, se desconoce todavía si detrás de esta estrategia de Comisiones hay voluntad real de alcanzar acuerdos con Rajoy o, por el contrario, se esconde la conveniencia de evitar desde el minuto cero un sonoro portazo al diálogo social teniendo en cuenta la debilidad de los sindicatos y el desprestigio en el que les ha sumido la cifra de cinco millones de parados.
Si la dinámica con la que han comenzado UGT y Comisiones sus conversaciones con el PP es tan divergente, en CEOE también cuecen habas. Joan Rosell defiende sin rodeos la necesidad de una reforma laboral pactada, mientras que desde Cepyme son mayoritarias las voces que abogan por actuar como un lobby al uso, aprovechando la cercanía del próximo Gobierno a las tesis de la patronal.
Rajoy tendrá otra oportunidad de pulsar a los sindicatos y a la CEOE en torno a la fiesta de Reyes, pues en sus planes está la convocatoria de una reunión conjunta para testar las posibilidades reales de acuerdo.
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