Rajoy está muy satisfecho de cómo avanza el traspaso de poderes porque intuye que hay buena fe en el empeño que está poniendo Zapatero para informarle de la dura herencia que está a punto de recibir del Gobierno en funciones. El líder del PP no oculta esta complacencia a los interlocutores que estos días recibe en Génova, 13. “Zapatero se está comportando de forma leal”, les comenta. Esta actitud contrasta con la de algunos dirigentes del PP que le ponen peros al retraso con el que determinados ministros están redactando sus papeles para el traspaso. “Es verdad que les estamos sometiendo al tercer grado, pero muchos de ellos se hacen los remolones”, comenta una parlamentaria del PP que participa en las reuniones.
En el PP hay quien opina que con la situación de emergencia que golpea al país, Zapatero no tiene margen para hacerse el distraído, entre otras razones porque le interesa dejar La Moncloa con la sensación de que ha evitado con sus últimas medidas- “cueste lo que me cueste…”- que España sea rescatada.
En las conversaciones diarias que mantienen Zapatero y Rajoy ambos analizan, sobre todo, la evolución de la crisis de la deuda y también las novedades que depara el menú que Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy preparan para la trascendental cumbre del jueves. El presidente en funciones permanece informado de los ingredientes de dicho menú a través de Sarkozy, sobre todo, y de las antenas diplomáticas ubicadas en París y Berlín. Parte de estos ingredientes fueron desvelados parcialmente este lunes en Toulon por sus dos principales cocineros.
Gobernar con piloto automático
En Moncloa se deduce de los contactos con Rajoy que está obsesionado por introducir a España en el primer vagón de las reformas que van a transitar en adelante dentro de la Unión Europea, ya que el líder del PP se propone utilizar la misiva que Trichet le remitió a Zapatero en agosto como su principal carta de navegación para los próximos meses. “La política económica del PP va a funcionar así con piloto automático, sin apartarse un ápice de los dictados del Banco Central Europeo”, concluye uno de los últimos viajeros llegados de Génova, 13.
En este largo interregno que le ha tocado vivir a Rajoy hasta su acceso a La Moncloa, la vicepresidenta Elena Salgado también sobrevuela, como pasa con Zapatero, por encima de lo que está siendo la transferencia formal de poderes. De hecho, Salgado descuelga el teléfono siempre que lo considera conveniente y habla directamente con el líder del PP, puenteando directamente al equipo económico de Rajoy.
Para la cúpula del PP es imprescindible esta información porque el próximo Gobierno tendrá que afrontar un primer ajuste del gasto en el Consejo de Ministros del 23 de este mes y un plan de choque económico en el Consejo del 9 de enero.
La locuacidad de la vicepresidenta económica con Zapatero contrasta ahora con el caparazón que se ha colocado para comunicar con Josep Antoni Durán i Lleida (CiU) o Josu Erkoreka (PNV), las dos personas que más la apoyaron durante la anterior legislatura para sacar adelante las principales leyes económicas.
Confirmado el terremoto del 20-N, Salgado no admite ahora más interlocución que la de Rajoy. Esta actitud tan distante de la vicepresidenta ha molestado a los nacionalistas, grupos que recuerdan el talante tan obsequioso con el que les trataba hasta hace bien poco.
El problema para los nacionalistas vascos es que se han dejado algunos pelos en la gatera, pues Economía no ha puesto el lazo a algunos de los pactos parlamentarios sellados con el todavía Gobierno en funciones y el tiempo corre en su contra ya que la investidura de Rajoy tiene fijada su fecha para el 19 de este mes. ¿Cómo vamos a pedir cuentas al PP de lo que hemos acordado con Salgado?, se preguntan incómodos en el PNV.
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