Qué lejos quedan los años en los que José Luis Rodríguez Zapatero y Cándido Méndez acudían juntos a conmemorar cada aniversario de la muerte de Pablo Iglesias, fundador del PSOE. Eran también los tiempos en los que el presidente del Gobierno se desquitaba en la fiesta de Rodiezmo, acompañado de los dirigentes de UGT, para anunciar ejercicio a ejercicio el aumento de las pensiones. Tanto han cambiado las cosas que este viernes el secretario general de UGT, Cándido Méndez, ha aprovechado la ausencia de Zapatero en el cementerio civil de Madrid para criticarle. Y lo ha hecho a lo grande.
En opinión de Méndez, el ahora presidente en funciones pasó del intento de gobernar la crisis a ser su “ejecutor”. Esta es la visión que se tiene también de Zapatero en el conjunto del sindicato ‘hermano’, lo que ha generado este año una situación incómoda donde las haya para el secretario de Organización del partido, Marcelino Iglesias, pillado entre la espada y la pared cuando los periodistas le han preguntado por sus opiniones delante de la tumba de su tocayo.
El divorcio entre el partido y el sindicato se ha reflejado también en la forma en que cada uno de ellos ha visto la cumbre comunitaria de Bruselas. UGT cree que se ha saldado con un balance “vergonzoso” en el que 500 millones de europeos van a verse sometidos a la degradación en el empleo mientras los países obedientes y sumisos, entre ellos España, financian cómodamente a Alemania. Iglesias, en cambio, más diplomático, ha opinado que el acuerdo va a llevar a “más Europa y más armonización”.
El líder del Partido Socialista de Madrid, Tomás Gómez, se ha alineado con la UGT: "El espectáculo que han dado los dirigentes europeos es lamentable, se está imponiendo la locura", ha comentado. Para ver la postura del Partido Socialista sobre la realidad europea y la evolución de la crisis habrá que esperar a partir de ahora, pues, al 38º Congreso federal, porque de momento la organización se ha convertido en un gallinero.
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