Avalado por dos resultados electorales consecutivos más que dignos, la desventura que padece Cayo Lara desde que accedió a coordinador general de Izquierda Unida en 2008 empieza a ser objeto de sorna. En mayo, antes de las elecciones autonómicas, aseguró que sus cargos electos taponarían cualquier avance del PP, pero los diputados de IU en Extremadura –la única comunidad que podían gobernar con el PSOE tras el 22-M- tomaron la dirección opuesta. Después, indignados del 15-M arrojaron agua a Lara durante la protesta por un desahucio. Más tarde, fue Gaspar Llamazares quien se le rebotó en twitter al verse relegado de la portavocía del grupo en el Congreso.
Ahora, cuando se multiplicaban las iniciativas de IU en la Cámara Baja y en la calle –la formación persigue encabezar una gran movilización contra los recortes coincidiendo con la aprobación de los Presupuestos Generales, en marzo-, la imputación del responsable de Organización, Miguel Reneses, envuelto en un caso de acoso sexual, devuelve a Lara esa fama de cenizo. Lo peor no solo es la imputación en sí, sino la refriega desencadenada acto seguido en la rama madrileña de IU, hoy por hoy una federación completamente resquebrajada.
Pelea 'familiar'
Desde el viernes, cuando trascendió que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid imputaba a Reneses por acoso sexual a una exconcejala y excompañera sentimental, los navajazos llueven en la organización regional. Reneses abandonó su cargo en la Ejecutiva, pero no su escaño en la Asamblea de Madrid, donde también es diputado. Eso le ha costado críticas ante los medios de numerosas familias de IU, las más claras procedentes del sector madrileño afín al excoordinador Gaspar Llamazares (representado en la corriente IU Abierta). Por si fuera poco, los leales a Reneses en Madrid no han dudado en achacar la “cacería personal” a la otra gran cepa de IU en la capital, la del sempiterno Ángel Pérez, portavoz en el Consistorio.
Se da la circunstancia de que Cayo Lara, hombre del PCE, se proclamó coordinador a finales de 2008 con el apoyo in extremis del sector de la N-II, llamado así porque aglutinaba a las federaciones de IU de Madrid (con Pérez y Reneses al frente) y Barcelona.
Sobre dirigentes como Pérez, Reneses o Gregorio Gordo –actual coordinador regional- ha pivotado en los últimos años gran parte de la mayoría de IU en esta comunidad, últimamente díscola con la ejecutiva federal y libre de llamazaristas. Pero el pacto ha saltado por los aires: ayer Gordo también pidió a Reneses que abandonase la Asamblea regional. Y partidarios de uno y otro han encendido las redes sociales con acusaciones mutuas. Las espadas están desenvainadas.
Un largo historial de escándalos
Cayo Lara ha hablado poco, y ese poco han sido buenas palabras para su número dos: le agradeció que abandonara la Ejecutiva pero no habló de su puesto en la Asamblea de Madrid. “Espero que Miguel pueda demostrar su inocencia y retomar sus funciones de secretario de organización. Tienes nuestro respaldo y apoyo”, dijo. Pero desde el entorno del coordinador se lanza otra idea. “Ha sido un apoyo más formal que real”, cuenta un alto cargo.
No es el primer escándalo que protagoniza Reneses. En 2004 se le abrió un expediente disciplinario por viajar a París con una “colaboradora” a cargo de la Comunidad de Madrid. Tampoco dimitió. En julio del año pasado, Libertad Martínez, diputada de la Asamblea vinculada a Ángel Pérez, le denunció por “acoso personal y político”. Y ahora llega el caso de la exconcejala, que coincidió con Reneses en el Ayuntamiento de Fuenlabrada. Según el auto judicial, la denunciante acumula seis intentos de suicidio.
“Aunque Reneses fuese inocente, debería dimitir”, opina un militante de la capital. “¿Qué credibilidad tendríamos al pedir la dimisión de Camps?”. IU afronta un escenario de movilizaciones y elecciones (Andalucía) con un nuevo peso que quitarse.