El presidente de Repsol, Antonio Brufau, viajará en las próximas horas a Buenos Aires para reunirse con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el marco de la actual amenaza de nacionalización de la filial argentina YPF (Repsol posee el 57,4%). Desde el pasado fin de semana, la prensa argentina –incluida la más afín al Gobierno- está presionando a Repsol con mensajes de renacionalización.
Pero detrás de estos fuertes rumores –en el mercado dan por poco probables-, se encuentra el interés del Gobierno de exprimir a Repsol en tiempos de crisis: más inversión y menos dividendo.
Repsol se lleva unos 500 millones de euros al año a cuenta del dividendo de YPF, y esta cantidad es lo que el Gobierno de Argentina quiere reducir para que la empresa aumente su producción de crudo y gas natural en el país.
Repsol es el mayoritario de YPF, pero la gestión está en manos del accionista local, la familia Eskenazi (posee el 25% -participación financiada por Repsol- desde 2008); y además, el Gobierno argentino controla una acción de oro.
Más volatilidad para Repsol
Aunque los analistas del mercado creen que se trata de una medida de presión, las acciones de YPF y de Repsol vuelven a estar en niveles máximos de volatilidad.
Repsol fue la única compañía del Ibex que cerró ayer en negativo. Los títulos retrocedieron un 0,52%, hasta 20,89 euros (en la jornada anterior se dejó un 2,37%). Repsol choca así con su reto de colocar un 5% de su autocartera en el mercado (adquirió un paquete del 10% a los acreedores de Sacyr a un precio de 21,066 euros).
