“Me debes una”, le dijo hace unos días Alfredo Pérez Rubalcaba a Felipe González cuando dio la cara por él en Madrid. Todo el mundo en el PSOE sabía que le apoyaba en esta guerra sin cuartel entablada por el control del partido, pero se dudaba si daría o no el paso de reconocerlo en público. “Alfredo, creo en ti, mi compromiso es contigo”, le dijo el ex presidente a Rubalcaba, para que no hubiera dudas. Y entonces el candidato contó que fue González quien hace dos meses le convenció en su propia casa de la calle Velázquez para que compitiera por la secretaría general. Terminó aceptando, por eso cree que Felipe González está en deuda con él. Y por eso le ha pedido que, si gana, le acompañe en la aventura desde al presidencia del partido.
Lo que se ha filtrado de momento al equipo de Rubalcaba es que Felipe González se resiste a asumir esta responsabilidad, aunque tenga carácter casi honorífico, máxime en un momento en el que el PSOE se ha quedado huérfano de poder. Pesan sus negocios, sus implicaciones empresariales y su libertad de movimientos, que se vería restringida desde el sillón de Ferraz. Pero Rubalcaba no se ha dado por vencido y le sigue insistiendo. Y lo hará, según fuentes socialistas, hasta el último minuto en caso de que este sábado sea elegido en el congreso secretario general.
Su equipo asegura que esta candidatura le lleva a la de Chacón una ventaja que supera las cien papeletas, pero el misterio se mantendrá hasta el final porque el voto de los delegados es secreto. El ‘plan B’ de Rubalcaba en el supuesto de que González no de su brazo a torcer es renovar el mandato de Manuel Chaves, quien ya ha mostrado su disposición a seguir en su poltrona, a pesar del desprestigio acumulado durante la pasada legislatura.
Los planes de Chacón van por otro derrotero. Si el sábado queda aupada a la secretaría general, ofrecerá la presidencia de Ferraz a José Antonio Griñán. El líder andaluz es uno de sus principales apoyos en la sombra y a pesar de todas las presiones que está teniendo para que haga públicas sus preferencias, ha optado hasta ahora por presumir de neutralidad. Los dirigentes socialistas lo entienden muy bien: con todas las encuestas anticipando su derrota en las elecciones del 25 de marzo, sería casi suicida apostar públicamente por un candidato perdedor en el 38º Congreso. Griñán ha decidido no incurrir en este error. Chacón y su equipo lo comprenden, entre otras razones porque tampoco el dirigente andaluz está en condiciones de garantizar que su federación, la más numerosa de las que participan en el cónclave del fin de semana, actúe unida.
Si la candidata catalana fuera la triunfadora en el Congreso, Griñán no hará ascos al ofrecimiento, aunque es consciente de que no concita un apoyo tan amplio como el que reuniría Felipe González. Hoy por hoy, Griñán solo representa a la mitad del PSOE andaluz y mantiene una dura pugna con Chaves por el dominio del partido en su tierra. “Es toda una paradoja, pero tenemos problemas para encontrar un presidente que aglutine a todo el partido”, concluyen fuentes de Ferraz.