Los principales bancos aspiran a que el decreto que el Gobierno aprobará este viernes para sanear el sistema financiero aborte de forma definitiva la desconfianza de los mercados, pero temen que la fórmula final que permitirá salvar Bankia genere un alto grado de litigiosidad en los tribunales si Economía no hila muy fino. Algo que contemplan con temor, por si acaso se extiende la costrumbre.
Desde el Santander y el BBVA están viviendo con un cierto alborozo el desenlace en Bankia, según se desprende de los comentarios deslizados por sus presidentes, Emilio Botín y Francisco González, en el Consejo Consultivo para la Competitividad que se reunió el pasado martes en la madrileña sede de Telefónica. Pero junto a la satisfacción por la forma en que ha actuado el ministro Luis de Guindos se suma su temor a que la fórmula final que elija el Gobierno para salvar la entidad genere una lluvia de recursos ante los tribunales por parte de los accionistas que se vean perjudicados en sus derechos.
La entidad salió a Bolsa en el verano del año pasado después de registrar el folleto correspondiente en la CNMV donde hizo constar no solo el calendario y el precio, sino también su exposición al ladrillo. Antes de formalizar su salida al mercado, la entidad cambió, incluso, las normas de la oferta pública de suscripción ante el riesgo de dejar fuera a muchos pequeños inversores. Ello le permitió salvar más de 200 millones de euros de la demanda recibida de particulares.
Si la fórmula final que aplica el Gobierno para rescatar a Bankia cambiara de manera drástica alguna de las referencias básicas contenidas en el folleto de salida a Bolsa, teme alguno de los banqueros que participó en la reunión del martes, se dispararía la litigiosidad en los tribunales por parte de los accionistas que vean dañados sus derechos. De ahí la importancia que dan tanto Botín como Francisco González a que el Gobierno hile muy fino en este tema.
De hecho, hay quien interpreta la insistencia con la que ayer el Ministerio de Economía sostuvo in extremis que el Gobierno no había intervenido la entidad como una especie de escudo protector ante los tribunales, donde no tendría entrada recurso alguno que cuestionara un proceso que se quiere presentar como de lo más natural: dimite el presidente de Bankia, se nombra al sucesor y poco después se anuncia cómo se gestionará la entidad. Sin embargo, finalmente, se ha nacionalizado y las movilizaciones de depositantes e inversores pueden ser importantes, a pesar de que el presidente, Mariano Rajoy, garantizó los depósitos y la estabilidad del sistema financiero.
Pero las cifras son las que son. Las apresuradas salidas a Bolsa del pasado año pueden tener brotes de conflictividad por parte de inversores que ven lesionados sus derechos. En el caso de Bankia, resulta complicado comprobar, por ejemplo, cómo una de las principales colocadoras y posteriores cuidadoras del valor, JP Morgan, recortara ayer su precio objetivo un 51%, desde 3,50 a 1,70 euros. La firma bursátil decía, en octubre, que Bankia tenía unas necesidades de recapitalización de 3.700 millones. Ayer decía que eran de 10.600 millones. Los inversores pueden sentirse claramente engañados ante estos hechos.
El comportamiento en Bolsa de Bankia en Bolsa no es mucho peor que el de Banca Cïvica o Caixabank, ambas colocadas el pasado ejercicio. La paz entre accionistas es algo que desean, sin duda, los principales banqueros de España.
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