María Hervás es una actriz que a sus 31 años ha asumido el reto de meterse en la piel de la joven de 18 años, víctima de 'La Manada' en los Sanfermines de 2016. Es la protagonista de la obra teatral ‘Jauría’, que bajo la dirección de Miguel de Arco recreará en el teatro desde este mes lo que por el momento los tribunales han calificado como un abuso sexual múltiple ejercido por el grupo de cinco sevillanos en un portal de Pamplona.
En conversación con Vozpópuli la actriz se toma unos segundos antes de contestar qué pensaría si antes de salir a escena le dijesen que la víctima está entre el público. “El oficio que he elegido es ser actriz y contar historias y tengo que seguir adelante. Le podría mirar a los ojos muy tranquila, le diría: "He puesto lo máximo para poder contar esta historia y proteger a otras chicas de que les pueda pasar lo mismo que te pasó a ti. Ojalá ella pudiera decir: 'Me alegro de que haya sido María Hervás la que ha hecho este papel’. Para mí eso sería lo máximo".
Sobre la escena del portal agradece la sensibilidad de sus cinco compañeros de reparto para no sentirse intimidada, pero admite que hay momentos en los que su personaje se muestra especialmente vulnerable y, aunque es ficción, impresiona la violencia del momento: "Solo con un espacio que era de esas dimensiones dices: 'Me cago en la puta, lo que debía ser esto'".
El director, Miguel de Arco, avanza a este periódico que no ha querido ser escabroso con las escenas y ha preferido dejar trabajar la imaginación del espectador sobre unos hechos que todo el mundo conoce. A diferencia del cine, la escenografía en el teatro no es tan evidente, pero admite que sí quiso hacer especial hincapié en que se visualizase el reducto de tres metros cuadrados en el que se desarrolló la acción en el cuarto de contadores del portal de la calle Paulino Caballero de Pamplona.
No ha tratado de contactar con la víctima
La actriz asegura sentirse protegida porque dice conocer su “rigor como intérprete” y que eso le sirve de armadura frente a cualquier opinión. Alega que no ha querido ponerse en contacto con la joven para preparar su papel: "No, por favor, ni lo intentaré salvo que ella se pusiera en contacto conmigo, creo que no tengo ningún tipo de derecho". Se ha basado en el lenguaje empleado por la víctima –ni siquiera su voz- durante las sesiones del juicio para tratar de adentrarse en una personalidad que describe como "llena de vida".
"Por las cosas que pasan, que ella se quedara sola de fiesta, me hace pensar en una chica muy vital, sin miedo, libre, con ganas de conocer gente. Me imagino que es una persona muy sociable. Creo que de alguna manera era confiada, repite mucho que jamás se podía imaginar que iba a pasar algo así y yo la creo cien por cien", explica la actriz, quien conoce el nombre de la joven, pero no lo dice. A pesar de la diferencia de edad advierte en ella una adolescencia muy parecida a suya: residente en Madrid en el seno de una familia media trabajadora, aficionada al fútbol, que le gusta salir a divertirse con sus amigos.
La obra no tiene un ápice de ficción, basada en un texto de Jordi Casanovas, se circunscribe a las actas del juicio celebrado en Pamplona sin exposición pública y las dos sentencias emitidas por la Audiencia provincial y el Tribunal Superior de Justicia de Navarra, que no consideraron los hechos como una agresión sexual. El proceso se encuentra a espera de la última palabra del Tribunal Supremo.
"Las mujeres están educadas en el miedo"
Hervás afirma que preparar esta obra le ha permitido tanto a ella como a sus compañeros haber descubierto muchas cosas como que las mujeres están educadas en “en el miedo, en el nivel de la sociedad que es el que es”. “Te dicen desde pequeña: ‘ten cuidado, si caminas por tal sitio llámame enseguida, no te pongas la falda tal, luego ya te la pondrás…’ Estamos educadas en un nivel de alerta constante”, lamenta.
El equipo ha contado con la ayuda de la periodista Isabel Valdés, que cubrió el caso, y estrenarán la obra el 25 de enero en Avilés. Después actuarán desde el 6 de marzo en el teatro Kamikaze de Madrid. Miguel de Arco aclara que pese a haberse basado en las actas del juicio, no es una obra ambigua ni equidistante.
“Siempre intento entender a los personajes haga lo que haga. Si representas a Ricardo III, que es un hijo de puta, intentas entender las razones por las que hace las cosas, incluso a Hitler o a estos cinco señores. Pero para mi no hay equidistancia, no parto de ahí, no creo por igual a víctima y denunciados, estoy con ella, es una salvajada”, explica De Arco, quien dice tener como objetivo luchar contra los obstáculos que surgen cuando se trata de “considerar delito lo que era una costumbre”.
"Fue una agresión sexual en toda regla"
Se refiere al caldo de cultivo que lleva a cinco jóvenes a meterse con una chica en un espacio de tres metros cuadrados y no preguntar siquiera si está bien, si se siente agobiada. En lugar de eso -recuerda- la dejaron ahí tirada y le robaron el móvil. De Arco lo compara con la reacción social que suele responder de forma unánime cuando se trata de un violador que con un arma introduce a su víctima en un portal y la viola.
“Aquí tenemos un problema porque son cinco tíos y no tienen ese patrón de psicópata, son cinco tíos que le entraron a una chica, vacilándola, se vivieron arriba, nada delo que sucedió aquella noche debería haber terminado como terminó, ella no dijo no, no dijo para. Es un montaje províctima, aunque tampoco tengo que empujarlo mucho. Escuchando las declaraciones de ellos al respecto...”, relata De Arco para quien lo sucedido fue “una agresión sexual en toda regla”.
En el montaje no se obvia el voto particular de la primera sentencia que describió como un “jolgorio” los hechos acontecidos en el portal. A juicio de Miguel de Arco esto pone de manifiesto que si ocho jueces no han sido capaces de ponerse de acuerdo es porque las leyes son interpretables”.
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