España

Los siete pecados capitales de Ada Colau contra la ciudad de Barcelona

“El día en que nos vayamos, a España no la va a conocer ni la madre que la parió”, decía Alfonso Guerra, con su sorna habitual, para poner en valor los cambios sucedidos en el país tras la victoria socialista de 1982. Eso parece intentar Ada Colau con Barcelona, a la que está cambiando la fisonomía e incluso el espíritu, más preocupada de cumplir su ideario que de mantener las bondades de una ciudad abierta que está mutando a la imagen y semejanza de la alcaldesa.  

El portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Barcelona, Alberto Fernández, suele recordar a Ada Colau que se comporte como alcaldesa y no como la activista que fue. A continuación ofrecemos una antología de siete pecados de su gestión.

A favor del top manta

El Ayuntamiento de Barcelona protege la venta ambulante sin permiso. Entre las medidas aprobadas figura la ayuda a los manteros 'sin papeles' que residen en la ciudad, a los que ha ofrecido regularizar su situación en España mediante planes de formación y empleo de 12 meses. El objetivo es que puedan cumplir el requisito de tener una oferta de trabajo y solicitar la residencia.

Otra de las acusaciones que recibe Colau es la permisividad ante la extensión del fenómeno a lugares donde no se daba. De zoco del top manta lo llegó a calificar Alberto Fernández. El colmo ha sido que los propios manteros se han constituido en el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes.

Contra las terrazas

Mientras el Ayuntamiento favorece a los manteros restringe negocios típicos de la ciudad. El año pasado, la ordenanza que limitaba el establecimiento de terrazas afectó a más de 2.200 negocios. En ese afán de cambiar la fisonomía de Barcelona, el objetivo de 2016 son las floristerías. La estampa de estos locales colocando parte de sus productos en las aceras molesta a Colau. Por ejemplo, la popular Floristería Navarro ha sido sancionada tras una inspección.

Moratoria turística

El gobierno municipal acaba de prorrogar otro año la moratoria turística de Barcelona. Esta suspensión supone la prohibición de abrir nuevos alojamientos turísticos en la ciudad hasta 2017. Como ya informó Vozpópuli, el sector hotelero explica que las consecuencias para el turismo en la ciudad condal son funestas: afecta a la inversión, a la inflación y a la economía sumergida. Antes de que se diera a conocer la ampliación de la moratoria, la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticas (CEHAT) cifraba la reducción de la inversión en casi 300 millones.

Contra la Navidad

Fiel al tópico progre, la alcaldesa se propuso limitar la Navidad en Barcelona al tiempo que promocionaba las fiestas del solsticio de invierno, según publicó en la web del Ayuntamiento. Ya en el mes de octubre retiró la tradicional pista de hielo que hasta ese momento era una de las postales de la ciudad en estas fiestas. También intentó limitar el alumbrado callejero, pero las críticas del sector comercial frenaron su idea principal. Se mantuvo el pesebre de la plaza de Sant Jaume, pero con un look más laico. Las actividades que habitualmente se concentraban en torno a la plaza Cataluña se diseminaron por toda la capital.

Contra los militares

Barcelona ha sido tradicionalmente una ciudad hospitalaria. Su enclave mediterráneo ha favorecido el intercambio cultural y de sensibilidades. Pero el Consistorio de la ciudad condal está empeñado en mantener filias y fobias contra viento y marea, como si no gobernara para todos. Fruto de esta particular cruzada ideológica son los desplantes al Ejército.

Durante la celebración del Salón de la Enseñanza, el pasado mes de marzo, la regidora trasladó a dos mandos militares allí presentes su desagrado por el stand que habían montado. El encontronazo con los dos mandos militares, que se acercaron a saludarla, dejó clara su hostilidad: “Sabéis que nosotros preferimos como Ayuntamiento que no haya presencia militar en el Salón pero simplemente para separar los espacios”. La actitud de la alcaldesa provocó reacciones en contra del Ministerio de Defensa y del ministro de Educación en funciones. El presidente del grupo popular en el Ayuntamiento, Alberto Fernández, instó a Colau a comportarse como alcaldesa y no como antisistema.

No fue un caso aislado, pues forma parte de una campaña. La última, muy reciente. Sólo el PP y Ciudadanos se opusieron a la proposición impulsada por Barcelona en Comú, que instaba al Ministerio de Defensa a no seguir realizando maniobras militares en el parque natural metropolitano de Collserola. 

Contra los trabajadores del Metro

El anuncio de la convocatoria de huelga de los trabajadores de la empresa pública Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB), que coincidía con la celebración en la ciudad del Congreso Mundial de Móviles, llevó a sindicatos y alcaldesa a un conflicto casi inédito. La hasta hace poco activista se enfrentaba con dureza a unos trabajadores que ejercían su legítimo derecho a la huelga. En este tira y afloja, Ada Colau echó mano de una estrategia que hizo saltar todos los puentes: reveló los sueldos de los trabajadores. El pasado 1 de abril, el mismo día que el Barça se enfrentaba al Real Madrid en el Camp Nou, se realizó otra jornada de huelga.

Bicis contra motos

La empresa organizadora de los Harley Days acusó a la alcaldesa de Barcelona de escudarse en un “veto ideológico” para impedir la tradicional concentración de moteros en la ciudad, un evento que reunía a más de 20.000 aficionados de la legendaria marca de motos. La versión del Ayuntamiento era otra: el rechazo era a la celebración de una “motorada” sin patrocinador. Harley no quiso entrar en la polémica y explicó que la compañía había decidido no convocar el encuentro anual. La empresa organizadora de los actos insistió en que el verdadero motivo es que a la alcaldesa no le gustan las motos porque su política consiste en favorecer a las bicicletas.

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