La legislatura de Pedro Sánchez acaba de dar el pistoletazo de salida y comienza con presiones al presidente del Gobierno desde ambos lados del espectro político, lo que anticipa que la próxima legislatura será muy complicada para el bloque socialista de la coalición. Una tormenta ante la cual Yolanda Díaz ha guardado la ropa para mantener un perfil bajo, evitando que cualquier polémica relacionada con los acuerdos de gobierno salpique la reputación de su formación, Sumar.
Con Díaz en un segundo plano, el 'punching ball' del nuevo Gobierno es únicamente Pedro Sánchez, que desde hace dieciséis días sufre el hostigamiento de la calle a razón de su pacto con Puigdemont para lograr la amnistía. La calle Ferraz se llena cada jornada al caer la noche para protestar contra las decisiones del líder socialista mientras Partido Popular y la sociedad civil llenan plazas y avenidas. A las multitudinarias manifestaciones por toda España del pasado fin de semana, se unió este sábado la instantánea de Cibeles con alrededor de un millón de personas en torno a la diosa para clamar contra la amnistía y Pedro Sánchez.
Una manifestación, la de Cibeles, que sirvió como punto de partida para la concordia entre las formaciones de derechas: Santiago Abascal, en un canutazo ante los medios de comunicación, afirmó que ha pedido una reunión a Alberto Núñez Feijóo para crear un frente común para dar "una respuesta institucional" al Gobierno de Sánchez y la amnistía.
Una tensión que sigue en aumento: aunque en Ferraz se mantienen altas las cifras de asistencia, los manifestantes buscan nuevas formas de presionar a Pedro Sánchez. Este sábado, cientos de personas saturaron la A-6, carretera a través de la cual se llega al Palacio de La Moncloa. La marcha no consiguió llegar hasta el alojamiento actual de Sánchez, pero si logró interrumpir el tráfico parcial o totalmente durante dos horas, acrecentando la presión sobre el presidente.
El clima actual incomoda al PSOE hasta el punto de confinar al presidente, que evita hablar sobre la amnistía: esquivó el asunto durante la investidura, en el Congreso de los Socialistas Europeos en Málaga y también en redes sociales. Está siendo su entorno quien se está expresando: desde el equipo de comunicación a través de un duro editorial hasta Pilar Alegría mediante un vídeo institucional publicado este domingo.
El presidente no encuentra acomodo en Yolanda Díaz, ocupada en frenar la insurrección de Podemos, pero tampoco en sus socios de Gobierno, que ya le advierten públicamente de las posibles consecuencias de un desacuerdo. "No se la juegue", le espetó desde la tribuna Gabriel Rufián. "No pruebe a tentar a la suerte, porque no le funcionará", dijo Miriam Nogueras, de Junts, en su turno de palabra.
Mientras el independentismo elige el Congreso para tensar la cuerda a Pedro Sánchez, Bildu desde Bilbao azuza a la masa nacionalista en la calle para pedir la autodeterminación del País Vasco. Con Otegi al frente, la formación paseó la pancarta "somos nación" para presionar más a un presidente con demasiados frentes abiertos.
Otegi aprovechó la manifestación para asegurar que la nueva etapa de apoyo al Gobierno de Sánchez tendrá como objetivo "abrir con mucha calma, poco ruido y mucho trabajo un debate que encare definitivamente los problemas nacionales en el Estado español"
Por tanto, Pedro Sánchez se sentará en el sillón de presidente con más presión que nunca: enfrente tiene a la derecha más movilizada de la historia de la democracia y a su lado, un crisol de partidos en el que Junts, ERC o Bildu tienen capacidad para frenar cualquier iniciativa que quiera sacar adelante el Gobierno si no se cumplen sus exigencias.
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