“Juan Carlos I nos dio las coordenadas del embajador de Arabia Saudita en Washington. Nos dijo que podíamos contactarle para saber el monto de la donación". Las comillas corresponden al abogado Dante Canónica, quien señalaba así ante la Fiscalía suiza en 2018 a la persona clave para que 65 millones de euros de la familia real saudí acabasen en la cuenta de una fundación de la que era beneficiario el rey emérito.
Ese diplomático en Estados Unidos era Adel bin Ahmed Al-Jubeir, más conocido en las esferas internacionales como Adel Al Jubeir. No es un dirigente saudí cualquiera, sino que tiene el mérito de ser el único miembro del Gobierno que no pertenece a la hermética familia real Suad. De 58 años, fue embajador de Arabia Saudí en Estados Unidos entre 2007 y 2015, es decir, durante las administraciones de George W. Bush y Baraka Obama.
Ya antes de esos mandatos, fue la cara del régimen saudí ante los medios de comunicación locales. Le encomendaron la tarea de asistir a televisiones de todo el país para despejar cualquier duda de la participación del país del golfo en los atentados del 11-S contra las Torres Gemelas.
Intento de atentado
Un diplomático español que coincidió con él un tiempo en Washington afirma a Vozpópuli que la capital de EE.UU. no es un lugar en el que los embajadores hagan mucha vida social como en países más pequeños, pero sí le recuerda de cuando fue víctima de un intento de atentado. Fue a finales de 2011, pero las autoridades estadounidenses lograron neutralizarlo. El plan pasaba por atacar la embajada de Arabia Saudí y la de Israel y estaba “dirigido por Irán”, según la Fiscalía americana.
Esta acusación generó una crisis internacional ya que Irán se mostró airada por el hecho de que EE.UU le hubiese relacionado con el plan. Incluso Hezbolá, la milicia chii del sur de Líbano, acusó a Obama de inventar un complot para aumentar las sanciones a Irán. Por estos hechos fue detenida una persona que acabó condenada a 25 años de cárcel en 2013.
Hasta la capital estadounidense de ese país se desplazó Arturo Fasana para entrevistarse con este embajador. Según la declaración de Canónica adelantada por El Español, la idea era asegurarse que el dinero que iba a recibir la fundación Lucum de la que era beneficiario el rey era realmente una donación. Los investigadores barajan la tesis de que ese dinero en realidad podría haber sido una compensación por las gestiones del rey en la concesión del contrato de construcción del AVE a la Meca, que acabó en manos de empresas españolas.
"Pure gift"
Fasana es el otro arquitecto financiero de las sociedades investigadas por Suiza y España y que ha salpicado de lleno al rey emérito. Este tándem de gestores de grandes fortunas ya salió en el marco de la investigación sobre la trama Gürtel. "Confirmó que era de hecho un pure gift que ascendería a varias decenas de millones. Habló de una horquilla entre 20 y 100 millones", sostiene Canónica. Corinna también refrenda esta versión y dice que es muy habitual entre casas reales.
El último paso, siempre según la versión de Canónica, fue una nueva reunión entre Fasana y Al-Jubeir, esta vez en Basilea (Suiza), dentro de la terminal de vuelo privados de de Jet Aviation. Allí el gestor de fondos le dio un número de cuenta al dirigente saudí, que días después envió el dinero.
Al Jubeir habla varios idiomas después de una vida que le ha llevado por varios países desde su edad estudiantil. Desde Alemania a Líbano o EE.UU, donde cursó estudios en algunas de las universidades más prestigiosas como Georgetown.
Varias visitas a España
Su primera vez en España con una labor de responsabilidad fue en 1991 para participar en La Conferencia de paz de Madrid entre israelíes y palestinos. Años después, en 2008, volvió a la capital de España para acompañar al rey Abdulá en una cumbre interreligiosa organizada por los saudíes y presidida por el rey Juan Carlos. En 2017 se reunió también con el entonces ministro de Exteriores, Alfonso Dastis.
Prueba de la ascendencia que tiene Al-Jubeir dentro de la familia real saudí es que fue una de las piezas claves dentro de la profunda remodelación que llevó a cabo en su gabinete el rey Salman bin Abdulaziz en 2015 y encaminó la sucesión hacía el actual rey, Mohammad Bin Salman tras la muerte del rey Abdulá. En aquel momento, apartó a un veterano como era el príncipe Saud al Faisal y trasladó de Washington a Riad al embajador en Estados Unidos, Adel al-Jubeir.
A finales de 2018, el rey Salman le designó ministro de Estado para Asuntos Exteriores. En el plano político, Jubeir se destacó en los medios de comunicación por mostrar una actitud especialmente beligerante contra Irán, el tradicional enemigo de Arabia Saudí. También sobre el papel de su país en la guerra de Yemen y la defensa de los ataques aéreos contra los rebeldes en un intento de contener la influencia iraní en la zona. También contra el presidente de Siria, Bassar Al Assad o ha tenido que hacer frente a la gestión internacional del asesinato del periodista opositor Yamal Kashogi.
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