El caso de los dos agentes del CNI captados por Estados Unidos para filtrar información con el máximo nivel de reserva ha sacudido los cimientos de la institución. Fuentes internas manifiestan su indignación por el origen de la injerencia, un país aliado, y la sorpresa ante la actuación de dos compañeros que consideraban de máxima confianza. El aspecto positivo de este episodio, destacan, es que los protocolos internos propiciaron la detección de la brecha de seguridad, lo que permitió actuar en tiempo y forma ante tales acontecimientos.
Las normas internas del CNI son estrictas y con un nivel de seguridad acordes a unos servicios de inteligencia punteros en el mundo. Fuentes de seguridad detallan que el caso Flórez -en referencia al agente español acusado de filtrar información confidencial a Rusia- obligó al centro a extremar las medidas de protección en torno al acceso a sus informes. Desde entonces, sin restar operatividad a la actuación de analistas y agentes de campo, se han reforzado los protocolos internos.
Una de ellas está relacionada con la trazabilidad de las notas informativas, elaboradas por los analistas del centro sobre cualquiera de los asuntos que investigue el CNI. Cada uno de los agentes entra al sistema con un identificador, que permite saber quién accede a cada uno de los procedimientos.
Este mecanismo fue clave para identificar la actuación de los dos agentes del CNI captados por Estados Unidos, al determinar que trataban de acceder a información que habitualmente no estaba bajo su ámbito de actuación. Tras hacer las pertinentes comprobaciones, el centro reunió pruebas suficientes para acreditar su participación en los hechos. La rapidez y el sigilo de las pesquisas permitió la detención de los dos miembros de la institución.
El CNI puso los hechos en conocimiento de la Fiscalía, que derivó el caso a la Audiencia Nacional. Ésta, a su vez, lo trasladó al Juzgado de Instrucción número 22 de Madrid, al entender que no era su ámbito de competencia. Uno de los dos agentes permanece en prisión provisional desde septiembre. Se trata de un miembro veterano del centro y se le consideraba de máxima confianza, por lo que la acusación ha generado una gran sorpresa entre sus compañeros.
EEUU, el CNI y la Operación Dunhammer
También ha despertado cierta estupefacción el hecho de que sea Estados Unidos quien haya tratado de acceder a información reservada de España. Los servicios de contrainteligencia -encargados de detectar la actividad de agentes hostiles en nuestro país- centran buena parte de su desempeño en los movimientos de naciones con las que no existe una relación fluida; principalmente, países que siguen los pasos dentro de nuestras fronteras de miembros de la oposición o la diáspora política.
Pero en este caso el origen se ubica en un país aliado, como lo es Estados Unidos. Y en un momento en que las relaciones entre Madrid y Washington son particularmente fluidas, a partir de la celebración de la cumbre de la OTAN en Madrid y del acuerdo bilateral para el despliegue de nuevos destructores norteamericanos en la base naval de Rota (Cádiz).
Sin embargo, no es la primera ocasión en la que el nombre de Estados Unidos se ve salpicado por escándalos de espionaje en Europa. El más sonado fue la conocida como Operación Dunhammer, sobre un supuesto complot de Washington con apoyo de Dinamarca para obtener información de Alemania.
A pesar de que los dirigentes germanos, con Angela Merkel a la cabeza, lo tildaron como un “escándalo”, lo cierto es que las relaciones bilaterales con la Casa Blanca no se han visto afectadas por el episodio. El escándalo dio pie a ingentes titulares en prensa.
Lo mismo ocurre con España. Según detalla El País, La ministra de Defensa, Margarita Robles, quien ya ha mantenido una conversación con la embajadora de Estados Unidos en España, Julissa Reynoso, ha afirmado este jueves que “cuando hay cuestiones que puedan afectar se hablan y se tratan”. Y que, “en ningún caso” se verán afectadas las relaciones entre ambos países.
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