El PP descree de que Pedro Sánchez pueda sacar adelante su proyecto de formar un gobierno 'del cambio' con el apoyo de Podemos y otras fuerzas de izquierda o independentistas. "Iglesias piensa que el secretario general carece de liderazgo en el PSOE, como ya le espetó, muy arteramente, en el debate electoral a cuatro. Le dejará tirado a la hora de la verdad", comentan estas fuentes. Será entonces cuando los veteranos socialistas y algunos barones con muchas ganas de 'vendetta', se replanteen sus apoyos parlamentarios e incluso podrían facilitar la investidura de Rajoy", concretan. Es cuestión que ahora se antoja imposible pero que podría ser una realidad a mediados de marzo, subrayan.
Mientras tanto, los dirigentes del PP han tomado buena nota de las directrices de su presidente expresadas este lunes pasado en el Comité Ejecutivo, en presencia de Aznar: prudencia, paciencia y cumplir los tramos de diálogo y negociación. Todo se andará, no hay que tirar la toalla.
El 'no' infranqueable
Mariano Rajoy se quedó estupefacto ante la actitud mantenida por Pedro Sánchez en su encuentro en Moncloa de este miércoles. Las relaciones entre ambos dirigentes nunca han sido muy fluidas, pero se tornaron imposibles tras el choque en la campaña electoral. "Indecente" y "ruin" son epítetos han pasado ya a la antología de la descalificación política.
El presidente del Gobierno nunca ha valorado en forma especial la valía política y personal de Pedro Sánchez, a quien considera un personaje sin especiales méritos, de escuálida formación, que llegó a la dirección del PSOE de carambola, al estilo de Rodríguez Zapatero. Pero peor, según secretea el presidente a algunos de sus allegados. Esta opinión se ha fortalecido paulatinamente en cada encuentro personal que ha celebrado con el líder del PSOE. La de este miércoles en Moncloa superó todas las previsiones. Rajoy se quedó anonadado ante el planteamiento de su invitado.
No se veían desde el funeral oficiado en Canillas por los policías asesinados en Afganistán, cuando se cruzaron un saludo siberiano. El rostro iracundo de Sánchez, adornado por una quijada tensa y crispada, ocupó alguna primera página periodística.
Una vez aposentado en el sillón destinado a los invitados en el Palacio de la Moncloa, Sánchez aguardó a que los fotógrafos cumplieran su cometido y, en seguida, puso su singular estrategia en marcha
Una vez aposentado en el sillón destinado a los invitados en el Palacio de la Moncloa, Sánchez aguardó a que los fotógrafos cumplieran su cometido y, en seguida, puso su singular estrategia en marcha. No admitió siquiera una de esas frases de circunstancias para romper el hielo.
La navidad, el calor en invierno, el Real Madrid.... El dirigente socialista entró en materia al instante e hizo saber a su anfitrión que no apoyarán su investidura ni colaborarán a que gobierne el PP. Tras recitar atropelladamente su guion durante veinte minutos, culminó su discurso con el anuncio de que el próximo presidente del Congreso habrá de ser un socialista.
El todavía jefe del Ejecutivo, boquiabierto, apenas pudo introducir un breve comentario. Como en el malhadado debate televisivo, Sánchez le impidió hilvanar una sola frase. "Venía con el 'no' de casa, no había margen, era imposible", comentaba una fuente de Moncloa. "Es como si hablara portugués", en referencia al pacto d perdedores que ha desalojado en el vecino país a la fuerza más votada en los comicios generales de este año.
El presidente del PP pretendía transmitirle sus planes para las próximas semanas. Asistido de una frágil minoría parlamentaria, Rajoy ya ha anunciado diálogo y más diálogo para obtener el respaldo suficiente que le permitan formar un Gobierno estable. Para lograrlo, necesita el 'sí' de Ciudadanos y la abstención del PSOE. Abordará lo primero este lunes, en su encuentro con Rivera, en Moncloa. También se verá por Iglesias, con quien tiene una relación bastante amigable.
En Moncloa pretenden llegar a la fecha de que se constituya el Congreso, el 13 de enero, con algo adelantado. Por lo menos, haber cerrado los primeros contactos de Rajoy con los líderes políticos. Esta Navidad, el presidente del Gobierno se queda en Madrid. Descansarán estrictamente los fines de semana de Nochebuena y Nochevieja. Hay mucho que organizar. Paso a paso, quedamente. Sin atropellarse. A la espera de la investidura y, si no sale, a la del acuerdo de Sánchez con Podemos que, según su criterio, jamás se logrará.
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