La polémica suscitada por el Nutriscore no ha sido suficiente para que el ministro Alberto Garzón frene su cuestionada implantación. Suavizada incidiendo en que el nuevo sistema de información nutricional es voluntario, el titular del Ministerio de Consumo omite en sus comparecencias públicas que el modelo de etiquetado frontal será obligatorio en toda Europa en 2022, y que España podría plantear una alternativa al criticado ‘semáforo’, como ha ocurrido en Italia.
Garzón insiste en sus intervenciones en las bondades del sistema de etiquetado frontal de los productos alimenticios. Fuentes de Consumo remiten a Vozpópuli a las declaraciones que hizo el ministro hace unos días en Málaga, en las que apuntó que la polémica ha sido “absolutamente inventada” y recordó a la Junta de Andalucía que su implantación se retrotrae a 2018, antes de su llegada al Ministerio. En cualquier caso, aboga por “elegir” el modelo de Nutriscore -ideado en Francia- porque es “el que cuenta con más apoyo por parte de científicos", así como de especialistas en nutrición.
Lo cierto es que buena parte de las críticas proceden de científicos y especialistas en nutrición. Influyentes nutricionistas como Carlos Ríos o Aitor Sánchez han lamentado la implantación de este sistema que penaliza alimentos como el aceite de oliva mientras da luz verde a productos considerados malsanos, como los cereales azucarados o los refrescos edulcorados, pues la gran industria alimentaria ha podido sortear el algoritmo que determina la clasificación del producto.
A partir de una porción de 100 gramos, el algoritmo de Nustriscore cataloga cada producto por colores de semáforo y de la 'A' a la 'E'. Tiene en cuenta su composición. El resultado es que reciben una mejor valoración aquellos que minimizan el aporte nutricional -un ejemplo, la Coca Cola Zero, prácticamente agua edulcorada- y también los que incorporan nutrientes que compensan cantidades de azúcar de hasta el 25%, como sucede con cereales como Chocapic, a pesar de que multitud de expertos llevan años alertando de que esos valores nutricionales añadidos no son suficientes para catalogar como sanos determinados productos ultraprocesados.
Nutriscore "está sesgando el examen en el que cuenta sobre todo no tener cosas: si no tiene azúcar, si no tiene sal...". "El agua sacaría notaza", explica Aitor Sánchez: "¿Cuál es el ejemplo? Los refrescos edulcorados". Y "no solo se ve en los refrescos light": "Un procesado cárnico bajo en grasas y sal, aunque no fuera saludable, también tendría buena nota". Sin embargo, otros alimentos saludables como el salmorejo o la tortilla de patatas se ven afectados con bajas puntuaciones: "Esta es la gran pega, permite que haya alimentos con buena nota que no son saludables".
El jamón ibérico y el queso piden el mismo trato que el aceite de oliva
Productos con altos contenidos en grasas naturales se ven perjudicados por esa forma de medir su conveniencia: la margarina puntúa por encima de la mantequilla. Así ha ocurrido con el aceite de oliva virgen extra, lo que ha hecho saltar las alarmas de un sector que en estos momentos padece una fuerte crisis de precios y ve en el Nutriscore la posible puntilla del negocio. Su frente común ha servido para que el Gobierno proponga que el aceite de oliva virgen extra esté exento del 'semáforo' nutricional al tratarse de un monoingrediente. Pero este gesto -la última palabra será de la Comisión Europea- no ha sido suficiente para acallar las críticas.
El sector del jamón ibérico, con el apoyo del Ministerio de Agricultura que dirige el socialista Luis Planas, se ha sumado también a la oposición, y ese mismo camino ha seguido el del queso. Los queseros piden igualdad de condiciones para que su producto reciba el mismo tratamiento que el del aceite. Alegan que el queso es “un producto fundamental de la dieta mediterránea y pilar económico en muchas zonas rurales de España”. Además, lamentan que el algoritmo de Nutriscore contradice las recomendaciones de las autoridades científicas, que fijan en tres el consumo de raciones de lácteos al día.
Las alternativas a Nuriscore
El Nutriscore nació en Francia y por ahora está implantado tanto en siete países: Alemania, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos, Suiza y España. Concebido aparentemente como la única solución a los problemas de nutrición en el continente, lo cierto es que la Comisión Europea no se ha decantado aún por un sistema definitivo. Si bien la decisión de adoptar un modelo de etiquetado homogéneo ya está tomada, el cómo no se definirá hasta finales de 2022. Será el próximo año cuando los estados miembros pongan en común sus experiencias, puesto que los países tienen margen para desarrollar sus propios sistemas.
Italia ha propuesto su propio sistema de etiquetado para los productos alimenticios, planteado precisamente como alternativa al modelo francés para proteger los alimentos 'Made in Italy'
Es el caso de Italia, que el año pasado propuso su propio sistema de etiquetado para los productos alimenticios, planteado precisamente como alternativa al modelo francés para proteger los alimentos 'Made in Italy'. Elaborado conjuntamente por los ministerios italianos de Desarrollo Económico, Salud, y Políticas Agrícolas, Alimentarias y Forestales, el sistema bautizado como NutrInform Battery debe su nombre a la pila que ilustra la información nutricional facilitada al consumidor.
El NutrInform Battery destaca cinco medidores con el porcentaje de calorías, grasas, azúcares y sal por porción individual, en comparación con la cantidad diaria recomendada por la Unión Europea. Este modelo también ha sido criticado por resultar poco intuitivo y basarse en la misma estrategia -fallida- seguida hasta ahora para informar al consumidor del contenido nutricional con una tabla que en la mayoría de ocasiones se utiliza en la contraetiqueta y evitar hacer un juicio sobre el producto en cuestión.
"No hay alimentos buenos ni malos"
El ministro Garzón defiende que "ningún sistema es perfecto" y recalca el aval del consenso científico para apoyar el Nustriscore, aunque no exista. El sistema de 'semáforo' tiene en contra multitud de productores y expertos en nutrición como Jorge Jordana, ex-secretario general de la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) y director del Máster en Gestión de Empresas Agroalimentarias de la Universidad de Nebrija, que se ha pronunciado en contra en una entrevista de Agropoopular.
Para Jordana, "está desprestigiado por muchas causas: la primera es porque no hay alimentos buenos ni malos", sino que "se toman en conjunto", en dietas. Además, Jordana recalca que "las ciencias de la nutrición están en pleno avance", por lo que no considera válido "alegar criterios científicos para dar consejos generales cundo sabemos que eso está muy en entredicho. En resumen, el Nutriscore "confunde": "No responde a ningún esquema científico, aunque lo digan. [...] No hay unanimidad; con lo cual no hay ciencia".
El propio ideólogo del Nutriscore, Serge Hercberg, reconocía hace un año “las lagunas” de este sistema al etiquetar determinados alimentos, como los cereales azucarados, habituales en el desayuno de muchos niños de España, uno de los países con mayor tasa de obesidad infantil. Según justificó, aunque las principales marcas de cereales han sido catalogadas con bajas puntuaciones, no ha sido así con sus versiones ‘bio’ al considerar que “su alto nivel de fibras naturales y proteínas minimizan los elementos negativos asociados el azúcar”.
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