No ceja el ministro de Justicia en su empeño por conseguir que el Consejo de Ministros dé el visto bueno al proyecto de reforma de la ley del aborto. Después de más de un año de dar tumbos por diversas instancias administrativas, la propuesta de Gallardón está a la espera de que el Consejo de Ministros le conceda el visto bueno para enviarlo a las Cortes.
Tensa rivalidad
El principal obstáculo reside en el despacho de la vicepresidenta del Gobierno, la todopoderosa Soraya Sáenz de Santamaría, que no comulga con los planteamientos del nuevo texto legal y que le viene dando largas al proyecto desde hace casi un año. Dijo a los periodistas el titular de Justicia, con cierta sorna, que "estoy en condiciones de decirles que el proyecto se aprobará antes de que termine el verano, y el verano acaba en septiembre, ¿no?". Una chanza de Gallardón hacia a vicepresidenta del Gobierno que se ha convertido en un auténtico parapeto contra esta reforma legal en la que no se incluye la malformación del feto entre los supuestos legales del aborto.
Gallardón ironizaba sobre la decisión de Sáenz de Santamaría de dejar la reforma para después del verano, pero no es esa su idea. El ministro de Justicia mantiene en privado su decisión de pugnar para que la norma reciba el visto bueno del Consejo de Ministros cuanto antes. Desde luego, antes de la diáspora estival.
Las concesiones del ministro
El titular de Justicia tuvo que ceder algunas de sus posiciones una vez emitidos los informes del Consejo General del Poder Judicial y de otras instancias, que han forzado a modular y suavizar el nuevo texto. "La discapacidad no determinará ciudadanos de primera ni ciudadanos de segunda, ni antes ni después de nacer", ha declarado con insistencia Ruiz-Gallardón.
La reforma del ministro ha producido enormes muestras de rechazo tanto en la oposición como en su propio partido donde consideran que este asunto despierta demasiadas críticas. Algunos barones han sugerido que lo mejor habría sido recuperar la ley de Felipe González de 1985, que el Gobierno de Aznar no modificó, y así no entrar en estériles polémicas. En el seno del propio Gobierno se considera asimismo que la iniciativa de Gallardón es un foco de conflictos que regala argumentos a la oposición, cuando está muy necesitada de ellos.
Vísperas de Nochebuena
El pulso entre Gallardón y la vicepresidenta sobre este particular se remonta a hace ya meses. Moncloa tramitó la norma en vísperas de Nochebuena del pasado año, para intentar que pasara inadvertida. Pero tal es el ruido que provoca tanto la oposición como determinadas asociaciones sociales de defensa de la mujer que esta iniciativa legal se ha convertido en una auténtica 'patata caliente' para el Gobierno.
Cada semana recibe un nuevo aplazamiento. El último viernes, porque coincidía con el primer Consejo de Ministros del nuevo rey. El anterior, porque eran las fechas de la estéril y anecdótica Escuela de Verano del PP. Y así sucesivamente. Hay dudas de que se tramite este próximo Consejo porque será el dedicado a vender las glorias de la reforma fiscal, una de las medidas estrella del Gobierno, tantas veces anunciada y tan dificultosamente transmitida, informada y comunicada. Podría aplazarse al Consejo de Ministros del día 1 de agosto, el último de la temporada. Pero es el viernes reservado a que Mariano Rajoy efectúe su mensaje de antes de la diáspora playera y no resultaría muy oportuno que se trabucaran sus palabras de aliento y optimismo con asunto tan ríspido.
Debilidad y minoría
Pero Gallardón, aunque en minoría y en situación de debilidad, no da su brazo a torcer. Pretende que el Gobierno apruebe su proyecto antes de las vacaciones, que no "antes del verano". Cuenta con el respaldo de muchos dirigentes del PP que quieren que este asunto se zanje cuanto antes, que desembarque en las Cortes en septiembre y que esté finiquitado antes de la Navidad, para que no irrumpa como argumento de debate durante la campaña electoral de las autonómicas, tan complicadas.
La vicepresidenta cuenta aquí con la complicidad de Dolores de Cospedal. La secretaria general del PP, también es muy refractaria a la nueva norma y ambas coinciden en privado en el criterio de que nunca debería haberse abordado. Incluso hay versiones que apuntan a que la ley nunca verá la luz. Al menos durante esta complicada legislatura. Pero la reforma iba en el programa del PP y en el sentimiento de muchos de sus militantes. Y es una ley inspirada por Rajoy que Gallardón ha defendido con ahínco. De ahí las enormes dudas sobre su calendario y su desarrollo.
El ministro de Justicia hace bromas sobre el particular y desvela discretamente que "esto sólo depende de la vicepresidenta que tiene la última palabra". El Ministerio de Justicia ha hecho los deberes, tiene el proyecto de ley redactado, reformado, matizado y suavizado desde hace tiempo. Tan sólo queda el gesto político de enviarlo al Consejo de Ministros para su aprobación. Una vez más, el pulso entre la vicepresidenta y el titular de Justicia será Rajoy quien lo solvente.
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