Alicia Sánchez-Camacho reacciona a la pérdida de casi 100.000 votos en las europeas. Le ha dado una vuelta notable al partido ante el empuje de Ciudadanos, el partido más beligerante con el secesionismo, con la entrada de siete nombres de 'refresco' aunque se ha cuidado muy mucho de cortar cabezas. Un cambio 'sin sangre' pero todo un anuncio de nuevos tiempos para la fuerza conservadora. Cataluña es desde hace tiempo un 'agujero negro' para el PP. Pero en los últimos tiempos, el declinar era dramático. Los escándalos del espionaje de 'Método 3' y una actitud poco combatiba hacia CiU, quizás forzada por los consejos de Moncloa, habían convertido al PP en una fuerza residual en Cataluña. Sánchez-Camacho, después del revolcón electoral de las europeas ha decidido afrontar una serie de cambios en la dirección de su partido, según circulaba este jueves por la noche en medios políticos de Barcelona recogidos por La Vanguardia.
Se trata, en resumen, de quitar protagonismo a dos de los puntales del núcleo duro. Por un lado, Jordi Cornet, el actual secretario general de la formación que dedica mucho más tiempo a los negocios como delegado del Gobierno en la zona franca, tendrá a partir de ahora el 'marcaje' de dos vicesecretarios. María José García, muy próxima a Camacho, del ala más dura del antisoberanismo y Jordi Llobet, que ahora brujuleaba por la Diputación.
También Dolors Montserrat, secretaria de Organización y vicepresidenta tercera del Congreso de los Diputados, recibe el 'apoyo' del nuevo vicesecretario, López Noguera, presidente comarcal del Berguedá, auténtico 'territorio comanche' del independentismo. Hay más incorporaciones de refuerzo como Rafa López, que trabajará junto al infatigable portavoz parlamentario Enric Millo, 'el Sánchez Llibre del PP', la mano derecha de Camacho, el concejal Javier Mulleras y Fernando Sánchez Costa, también fieles peones de la presidenta del PP catalán.
Como dato reseñable dentro de los cambios aparece en la federación de Barcelona, el buque insignia del partido, la más potente de la región tanto en número de votos como en representación orgánica, aparece Alberto Villagrasa, un personaje que pasa por ser de la confianza de Cornet y enemigo declarado de Alberto Fernández, el hermano del ministro Jorge Fernández Díaz y actual jefe de filas del PP en el Ayuntamiento de Barcelona. Este es el nombramiento más polémico puesto que Fernández siempre ha considerado Barcelona como su zona particular de acción y la llegada de Villagrasa anuncia un horizonte de tensiones internas.
En resumen: más cargos, más gente joven pero nada de usar la podadora. La cabeza del PP catalán no sufre ni una baja, tan sólo más incorporaciones y más ascensos. Sáncez-Camacho necesita demostrar que algo se mueve pero sin que nadie resulte damnificado. Es decir, acaba de hacer una tortilla sin romper huevos.
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